Argentina como opción para invertir o expandirse: las empresas que se van y las que ponen plata en el país

El ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, salió a cruzar el “mito” (sic) de las firmas que abandonan el país. Un análisis detallado.

Justo cuando el ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, salió a cruzar el “mito” (sic) de las empresas que abandonan el país, otra firma vinculada a la actividad aerocomercial anunció que dejará el país, Walmart terminó de cerrar su salida de la Argentina y Mercado Libre redobló su apuesta en Brasil.

Hay más, Ford anunció por estas horas que fabricará utilitarios, pero no acá, donde tiene una planta muy completa, sino del otro lado del charco, en Uruguay, con una asociada. Había dejado de ensamblar en ese país 21 años atrás.

La última salida concreta es la de Acciona Airport Services, pequeña empresa de capital español que le prestaba servicios a una también pequeña aerolínea de origen chileno: Jet Smart. Esta había relanzado sus actividades con la venta anticipada de tickets aéreos tras el prolongado parate. La ida de Acciona no es significativa en impacto económico, aunque deja sin trabajo a 50 personas, pero sí constituye otra señal.

Walmart, por su lado, hace rato que planteó abandonar el negocio en la Argentina azuzado por la suba de costos fijos en una actividad donde cuando estos inciden en más de un 10 por ciento en la operación se esfuma la rentabilidad. “Hay que ser mago para ganar plata con los supermercados”, solía decir Euclides Bugliotti, del Grupo Dinosaurio. El empresario argentino Francisco de Narváez asumirá finalmente la operación de Walmart.

El mercado y la inversión

Es que, para no pocas multinacionales acostumbradas a economías estables, la Argentina se ha convertido en un mercado chico, pobre y atrasado con una recuperación (en septiembre se vieron señales) que será lenta por la recesión de arrastre y por la incidencia innegable del aislamiento en la pandemia.

El economista del Ieral Jorge Vasconcelos advierte que el análisis de las inversiones que llegan o se van debe estar alejado de estigmatizaciones. “Es muy importante mejorar y hacer lo más objetivo posible el diagnóstico para darle a la realidad las respuestas adecuadas”, indicó a La Voz.

“En 2020, la caída de la inversión está duplicando el ritmo de caída del PIB. La inversión posiblemente disminuya al 24 % interanual y el PIB, al 12%. Y la tasa de desempleo apunta a duplicar la tasa de desempleo previa”, explicó.

Precisamente, un desempleo que apunta a instalarse por encima del 15% en el horizonte de mediano plazo “es la variable clave que debería ordenar todos los instrumentos de política económica en aras de reducirla en forma sostenida”, agrega.

Un largo retroceso

También aparecen condiciones locales que asustan a las empresas para invertir o quedarse y en ellas el kirchnerismo en el Gobierno (antes y ahora) adquirió una influencia decisiva. El lunes, Alberto Fernández sumó más desconcierto cuando habló de que las tierras ociosas del Estado no deben ser usadas para “hacer edificios”.

En aquella explicación de Kulfas, el Gobierno señala, por ejemplo, que la salida de Latam obedece a que “venía en declive por la recesión local de los últimos años”. Es casi una desmentida del comunicado oficial de la propia aerolínea, cuando el 20 de junio anunció su cese operativo.

Allí Latam expresó que la huida obedece a “la dificultad de generar los múltiples acuerdos necesarios para enfrentar la situación actual”. “No están dadas las condiciones para viabilizar y sostener a largo plazo las operaciones de la filial”, subrayó.

Los “acuerdos” reclamados por Latam, no hay que pensarlo demasiado, son las inflexibilidades laborales frente a un competidor que no las necesita porque el erario le cubre los déficits y las cuestiones operativas, como aquel intento de sacarla del Aeroparque metropolitano.

Tampoco la búsqueda de socios locales a quienes entregarles el capital, donde el informe menciona el caso de Falabella (Sodimac es parte de ese grupo), es una situación ajena a la falta de confianza en el mercado y en las señales de la economía.

La empresa, también chilena, cuenta con filiales en Perú, Colombia, Uruguay, Brasil y México, pero del único lugar de donde intenta despegar los pies es en Argentina, un mercado potencialmente mayor que los tres primeros países mencionados.

Es real que Falabella verificó una abrupta caída de facturación en dólares (60% promedio), pero lo es también que visualiza una persistente falta de divisas que le impedirá completar su oferta con productos finales importados, los mismos que se venden en los otros mercados de los cuales no se va.

El paper de Kulfas también enumera 33 casos de empresas y sectores que realizan inversiones en el país. “En esa descripción hay unas 10 inversiones reales, otras 10 que son expansiones de anuncios ya realizados años anteriores y el resto, engañosas”, resumió a La Voz un analista de una consultora nacional que rastrilla a diario la entrada y salida de capitales.

Las que sustituyen

Por un lado están las compañías que realizan inversiones obligadas por la necesidad de sustituir importaciones. Quilmes y CCU, impedidas de tener dólares para importar desde origen, añadirán líneas de producción en plantas argentinas para hacer las cervezas Corona, Grolsch y Warsteiner.

¿Es positivo para el país? La respuesta origina otra pregunta: ¿sería positivo, por ejemplo para Arcor y Córdoba, que en lugar de vender en Uruguay caramelos hechos en Arroyito tuviera que poner en Montevideo una fábrica para estar en ese mercado?

Otros casos de inversiones por sustitución son los del Grupo Simpa, que prometió poner 700 millones de pesos para hacer en Campana motos Royal Enfield, y de Newsan, que montará en Avellaneda una línea para la marca de lavarropas LG con 10 millones de dólares de inversión.

Como en el caso de los automóviles, antes de celebrar con alegría este tipo de inversiones, lo primero que hay que ver es el porcentaje de nacionalización de partes y piezas de motocicletas y de electrodomésticos.

Newsan promete fabricar 100 mil unidades por año, una cifra “descabellada” para la realidad actual del mercado, dicen en el sector del retail. Pero, si se consolidara una recuperación pos pandemia, la demanda quedaría situada a niveles de octubre pasado y ahí sí se justificaría.

Con las motos la visión es otra. “Es la clásica planta de ensamblado, una cinta transportadora con un buen almacén de depósito de partes chinas. Fabricar es otra cosa”, indicó un referente local del rubro.

Las inversiones de ahora y también las que vienen “de lejos”

El Gobierno toma como propios proyectos anunciados hace ya mucho tiempo.

Es verdad que VW consiguió un nuevo contrato para la exportación de cajas que la obliga a poner 150 millones de dólares adicionales en Córdoba, pero en el Gobierno anterior ya había invertido 650 millones para producir el nuevo modelo Tarek. Los 320 millones de dólares del Groupe PSA para el nuevo Peugeot 208 se habían anticipado en febrero del año pasado. Los 715 millones de Raizen (Shell) responden a la necesidad de cumplir con una normativa previa que la obliga a mejorar la calidad de sus combustibles. Y de paso Raizen actualiza instalaciones en Dock Sud, donde ya invierte desde 2008. Es real que las inversiones en la gran minería se acentuaron en esta gestión. Todo el peronismo está encolumnado con la megaminería.

Otros sectores atraen inversiones por naturaleza. El puerto de a Asociación de Cooperativas Argentinas en Timbúes, Santa Fe, es un proyecto que no nació ahora sino que viene de muy lejos en el tiempo.

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