Donald y Kiefer Sutherland: padre e hijo en la vida y en el cine

Antes de la película “Forsaken”, el actor canadiense de 80 años, Donald Sutherland y su hijo Kiefer de 49, compartieron pantalla en sólo dos títulos: la comedia “Como caído del cielo” (“Max Dugan Returns”, 1983, de Herbert Ross) y el drama de suspenso “Tiempo para matar” (“A Time to Kill”, 1996, de Joel Schumacher). En ambos casos se trataba de roles secundarios frente a los protagónicos de Jason Robards y Marsha Mason, en el primer caso, y de Sandra Bullock y Matthew McConaughey en el segundo.

Ahora, por tercera vez, padre e hijo vuelven juntos a la pantalla pero en esta ocasión como protagonistas absolutos y, por primera vez, como padre e hijo también en la ficción.

Se trata del western “Forsaken” (literalmente, “Abandonado”, aunque la película aún no tiene título en castellano), que acaba de estrenarse en los Estados Unidos y que dirige Jon Cassar, famoso por ser quien más episodios dirigió de la serie “24” protagonizada por Kiefer Sutherland.

En “Forsaken”, Sutherland hijo encarna a un asesino a sueldo, renombrado por su eficiencia y rapidez con las armas, que regresa a su pueblo para recomponer la relación con su padre, el pastor protestante de la zona, y abandonar para siempre la vida delictiva.

Pero cuando una pandilla de delincuentes comienza a aterrorizar el pueblo, será sólo él quien pueda hacerle frente.

-¿Por qué han trabajado tan poco juntos?

Kiefer: Yo he querido actuar con mi papá desde que empecé. Había tres actores a los que admiraba cuando estaba en la escuela: mi papá, Gene Hackman y Bobby Duvall.

-¿Nunca se dio un proyecto que los uniera?

Kiefer: La idea era que surgiera algo espontáneamente, de manera orgánica, no tan estipulado. Y cuando Jon (Cassar) nos habló de "Forsaken", enseguida pensé que esos papeles eran para nosotros.

Donald: Siempre le dije a Kiefer que quería hacer de Walter Huston para su John Huston; hacer "El tesoro de la Sierra Madre" o un equivalente de eso, donde el hijo dirige a su propio padre en una película, pero nunca funcionó. De modo que cuando me hablaron de "Forsaken", a pesar de que no la dirigía Kiefer, me puse muy contento.

-¿Pasaron mucho tiempo analizando la historia y sus personajes?

Kiefer: No.

Donald: Permíteme ahondar en eso: no.

Kiefer: Esto ha sido así toda mi vida. Cuando estamos juntos, que no es tan a menudo como a mí y a mi papá nos gustaría, no hablamos de trabajo.

-¿Aprendieron algo el uno del otro durante este proceso?

Kiefer: Él tiene una manera de abordar su trabajo que es particularmente rápida y efectiva y creo que es increíblemente bien pensada. Debo decir que, como actor, en esta película más que en ninguna otra, me encontraba fuera de base viendo cómo los ojos de mi padre podían afectar una escena mía.

Donald: Espera, ¿qué dijiste?

Kiefer: Que cuando estaba en medio de una escena y te veía a los ojos, te veía a los ojos desde mi vida. Tu mirada tiene una resonancia especial conmigo y significa algo para mí; es una reacción visceral.

Donald: Porque hay una historia de años.

Kiefer: Tenía que tomar la decisión consciente de no entrometerme con eso. Así que en este film a mí se me dieron en el proceso cosas por las que tendría que haber trabajado muy duro de otro modo. Sentí que estaba haciendo trampa.

Donald: Es la absoluta verdad. Uno está haciendo... es tonto decir terapia, pero tu ADN informa mucho de tu trabajo. Y la combinación, tú sabes, es casi el mismo ADN.

-¿Lamentan que les haya tomado tanto tiempo hacer esta película?

Donald: Y sí, si hubiéramos podido la hubiéramos hecho antes. Sin embargo estoy muy, muy contento de que finalmente la hicimos. Yo, a esta altura de mi vida, ya no puedo darme el lujo de posponer las cosas para mucho más adelante.