"Esto es gloria eterna": las voces del primer título de Independiente Rivadavia
Desde el arquero héroe hasta el técnico que lo condujo con temple, el campeón de la Copa Argentina habló con el corazón. Marinelli, Villa, Arce, Bottari, Berti y los Vila contaron lo que significa el primer título nacional de la Lepra.
Independiente Rivadavia campeón de la Copa Argentina
Por primera vez en su historia, Independiente Rivadavia levantó un trofeo nacional. En Córdoba, tras un partido agónico ante Argentinos Juniors y una definición por penales que cortó la respiración de todo Mendoza, el equipo de Alfredo Berti alcanzó la gloria eterna. La noche dejó imágenes imborrables, lágrimas y frases que quedarán grabadas en la memoria azul.
Independiente Rivadavia, un equipo con hambre de gloria
El grito más repetido entre los jugadores fue uno solo: hambre. Hambre de revancha, de reconocimiento, de gloria. “Somos chicos que venimos de abajo, que la peleamos mucho, que tenemos hambre de gloria y hoy se nos dio”, resumió Tomás Bottari, todavía con la camiseta empapada. “Había que dejar todo, teníamos hambre de gloria y lo conseguimos”, agregó, como si las palabras fueran un eco de lo que se vivió en el vestuario.
Ese mismo espíritu lo expresó Sebastián Villa, uno de los líderes emocionales del plantel y artífice de un gol histórico: “Hoy Dios hizo su obra. Los quiero mucho a los chicos y todos los días les hablo para bien. Somos un equipo muy humilde, de mucha garra y mucho huevo”, comenzó y no dejó de recordar a Miguel ángel Russo. Hoy me entregás esto y es el tercero que gano. Se lo dedico al profe Russo, que en paz descanse. Siempre me dio esos consejos de seguir adelante y tener perseverancia. Yo creo que soy un resiliente de la vida, ¿no?”
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El arquero de los penales y la gloria
Gonzalo Marinelli fue el héroe de la noche. Con el último penal atajado selló la consagración y desató la locura leprosa. Pero su historia en Córdoba fue más que una tapada: “Diego Próspero (entrenador de arqueros) nos dio un papelito, con las referencias de los pateadores. Lo miré antes de los penales y me sirvió. Le deseé lo mejor a Gonza Centurión, sabía que iba a atajar. Y cuando me tocó a mí, lo hice con fe”, contó el arquero, que llegó al club hace pocos meses.
Sobre el desarrollo del partido, fue tan sincero como técnico: “Iba a ser duro 11 contra 11, pero el equipo estuvo bien plantado. Con 10 y con 9, mostramos carácter. En la parte final tuvimos que refugiarnos y sostener el 2-2 con alma y dientes. Después, los penales son fe y convicción”.
Cuando le preguntaron por quién se alegraba más, Marinelli no dudó: “Para la gente. Siempre digo lo mismo: las alegrías son para la gente y los futbolistas. Los demás estamos todos enviciados. Pero el futbolista y la gente son almas puras. Esto es gloria eterna y poder ser parte de la historia de este club es un orgullo enorme”.
El técnico que le dio forma al sueño
Desde el banco, Alfredo Berti dirigió un partido que fue un terremoto emocional. Su equipo resistió expulsiones (la suya), lesiones y un rival con jerarquía: “Es un equipo que conoce sus limitaciones, con mucha entrega y templanza. Fuimos campeones por tener mucho carácter, mucha hombría. La felicidad es para la gente, para el hincha de Independiente que siempre nos acompaña”, afirmó el entrenador, emocionado.
Y entre sonrisas, cuando los jugadores lo cargaban por su boina y el parecido con Thomas Shelby, devolvió el juego: “Que vayan todos con boinas al partido que viene, así festejamos juntos”, bromeó.
Más tarde, con la medalla colgando, dejó una reflexión más profunda: “Los futbolistas y la gente son los que mantienen el alma pura del fútbol. Ellos son los verdaderos protagonistas”.
El regreso de Arce y la consolidación defensiva de un uruguayo
Álex Arce, el paraguayo que volvió a Mendoza tras su paso por el exterior, lo definió sin rodeos: “Noche increíble, una noche que nunca más se va a olvidar. En las adversidades nos levantamos, somos un grupo de guerreros. Se pudo dar la vuelta y creo que volví para esto. Estoy escribiendo una historia muy linda acá”.
Leonard Costa, otro de los protagonistas, se sumó con una frase que resume el sentimiento colectivo: “El partido de mi vida. La primera final que me toca jugar y este equipo lo merecía. Para un club que hace dos años ascendió, es una locura esto. Este club tiene para crecer mucho más”.
Los Vila y la reivindicación de Mendoza
La emoción también se trasladó a la dirigencia y Agustín Vila no ocultó las lágrimas: “Una alegría que jamás creí que iba a tener. Es importantísimo para el fútbol de Mendoza, para Cuyo, para el interior. Esto es para mi viejo, Daniel Vila, un luchador de la vida que nunca baja los brazos. Es la primera estrella de Mendoza, de Cuyo, y somos muy pocos clubes del interior que lo tienen”.
El presidente Daniel Vila, en tanto, destacó la dimensión histórica del logro: “Una alegría enorme haber conseguido la copa para Mendoza. Va por primera vez a la provincia y te abre una puerta muy difícil de abrir, que es la Libertadores. Les dije anoche: las finales no se juegan, las finales se ganan, y los muchachos entendieron el mensaje. Esto es con confianza, con fe y con mucha garra”.
Y dejó una frase de gestión que resume su mirada: “La fórmula es simple: armar un grupo humano, un grupo solidario, que comparte un objetivo. Así es muy difícil que te vaya mal”.
El cierre de una noche eterna
La victoria leprosa no solo consagró a un equipo: consagró una idea, un modo de hacer fútbol desde el interior profundo, con identidad, con hambre y con fe. Como dijo Berti: “Todavía no les dije nada, pero les voy a decir gracias eternas, porque quedaron en la gloria eterna. Esa es la realidad”.
Esa frase, más que una despedida, sonó a promesa: la de un club que ya no mira hacia arriba, sino desde arriba, con la Copa Argentina en sus vitrinas y la Libertadores en el horizonte.