En el fútbol argentino, las historias familiares se repiten con naturalidad. En muchos clubes, los apellidos de ayer vuelven a aparecer en las planillas de hoy. No se trata de casualidad, sino de padres e hijos que compartieron la misma pasión, el mismo oficio y, a veces, los mismos colores.
Cada generación incorpora su propio capítulo a una historia iniciada décadas atrás. En algunos casos, el apellido abre puertas; en otros, se convierte en una carga que exige demostrar méritos propios. Detrás de cada jugador que debuta, puede haber una camiseta heredada, un consejo repetido o un recuerdo familiar que pesa tanto como la pelota.
El fútbol mendocino también tiene apellidos que cruzaron generaciones y mantuvieron viva la conexión entre el juego y la familia.
Uno de los casos más conocidos es el de Ernesto Garín, arquero e ídolo del fútbol provincial, y su hijo Ernesto Jr., delantero de amplia trayectoria en clubes mendocinos. Otro caso emblemático es el de Enrique Reggi y su hijo Gustavo, recordado delantero de San Martín y de destacado paso por el fútbol europeo.
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Los Reggi, Enrique, ex arquero de San Martín, y Gustavo, ex delantero de gran paso por el fútbol argentino y europeo.
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Marcelo Perruzzi dejó su huella en sus tiempos detrás de la redonda como delantero, y sus hijos Juan Cruz, Francisco e Ignacio continuaron su vínculo con el fútbol. El más grande juega en Academia Chacras y Pancho y Nacho defienden la camiseta de San Lorenzo de Almagro
En todos los casos, el deporte se convirtió en punto de encuentro y transmisión de valores.
También se destaca la familia Méndez Sousa: José, junto a sus hijos Daniel, Jesús y Fernanda, construyó un camino en el que el fútbol fue motor y vínculo. La presencia de Fernanda amplía la herencia hacia el fútbol femenino, sumando una dimensión nueva a la tradición.
Finalmente, Mendoza puede reivindicar su aporte a una de las sagas más conocidas del fútbol argentino: los Artime. Luis Artime, nacido en Mendoza, fue uno de los grandes goleadores del continente en los años 60 y 70. Brilló en Atlanta, River Plate e Independiente, además de ser ídolo en el Nacional de Montevideo. Fue figura de la selección argentina en el Mundial de Inglaterra 1966.
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Los Artime, Luis, nacido en Mendoza, y su hijo "Luifa", hoy presidente de Belgrano de Córdoba.
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Su hijo, Luis Fabián Artime, heredó la vocación ofensiva. Formado en Ferro Carril Oeste, fue goleador e ídolo en Belgrano de Córdoba, club del que hoy es presidente.
Las historias mendocinas confirman una constante: en cada generación, la pelota sigue siendo parte del legado.
El capítulo Barros Schelotto
El apellido Barros Schelotto volvió a aparecer en la lista de Primera. Nicolás, hijo de Guillermo, debutó en Gimnasia y Esgrima La Plata, el club donde su padre se formó y del que es ídolo. Antes de llegar al “Lobo”, el juvenil se desarrolló en las inferiores del Los Angeles Galaxy, donde Guillermo fue entrenador tras su paso por Boca.
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El caso más reciente: Nicolás Barros Schelotto, hijo de Guillermo, debutó con la camiseta del Lobo platense y se ganó rápidamente la titularidad.
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Su estreno en el Bosque tuvo una carga simbólica fuerte: fue el regreso de un apellido histórico al club que lo vio nacer. “Cumplí un sueño. Amo al club y lo voy a defender toda la vida”, declaró Nicolás después del partido. Su caso refleja un patrón repetido: la herencia del fútbol no garantiza nada, pero impone un desafío mayor.
Dinastías argentinas
En el fútbol argentino, las sagas familiares son parte del paisaje. El caso más recordado es el de los Verón. Juan Ramón, “La Bruja”, brilló en Estudiantes de La Plata en los años 60 y 70. Su hijo, Juan Sebastián, continuó el legado con una carrera que incluyó Europa, la Selección Argentina y el regreso al club de su infancia. Hoy, Deian Verón, hijo de Sebastián, busca su lugar en el Miami FC.
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Juan Sebastián, Juan Ramón y Deian: la estirpe Verón con la camiseta del Pincha, a pleno.
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También están los Gallardo. Marcelo, uno de los entrenadores más exitosos de la historia de River, vio a su hijo Nahuel debutar en el mismo club y continuar su carrera profesional en el exterior. Entre los Russo, Miguel Ángel —campeón como jugador y técnico— dejó el legado a su hijo Ignacio, también futbolista.
El listado continúa con los Higuaín, con Jorge y sus hijos Federico y Gonzalo, ambos ex delanteros de destacada trayectoria; los Redondo, con Fernando y su hijo Federico, compañero de Lionel Messi en el Inter Miami; y los Mac Allister, con Carlos, ex defensor de Boca, y sus tres hijos futbolistas: Francis, Kevin y Alexis, campeón del mundo en Qatar 2022.
Dinastia
Carlos Mac Allister y sus hijos Kevin, Alexis y Francis. Un legado surgido en las inferiores de Argentinos Juniors.
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Entre los nombres históricos también figura la familia De la Mata. Vicente “Capote” De la Mata, ídolo de Independiente en las décadas del 30 y 40, fue sucedido por su hijo Vicente “Capotito”, campeón con el Rojo en los 60 y partícipe de las primeras conquistas internacionales del club.
Más recientemente, el apellido Insúa volvió a las canchas. Rubén Darío, hoy técnico de Barracas Central, fue jugador y campeón en San Lorenzo. Sus hijos, Rodrigo (actualmente bajo su dirección en el Guapo) y Robertino (en Miami United), también siguieron la profesión.
El linaje también alcanza a los Simeone, con Diego, actual técnico del Atlético de Madrid, con sus hijos Giuliano, delantero de la selección argentina y bajo la dirección de su padre en el Colchonero, y Giovanni, delantero del Torino italiano.
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Diego Simeone y su hijo Giuliano, a quien dirige en el Atlético de Madrid. También está Giovanni, que juega en el Torino italiano.
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Además, otro de los casos recientes es el de Nicolás Paz, que empieza deslumbrar en la Selección Argentina tras su debut en Real Madrid. Hoy tiene actualidad en el Como de Italia. Su padre, Pablo Paz, fue defensor de Newell’s, Tenerife y del seleccionado que disputó el Mundial de Francia 1998.
Nombres hay muchos: Carlos Fernando Navarro Montoya y su hijo Nicolás; Ángel Labruna y Omar; Raúl y Juan Bautista Cascini; y Oscar y Stephan Ruggeri, entre tantos.
El gen de los Solari, una familia particular
Jorge “el Indio” Solari es abuelo de Augusto (hoy en Unión) y fundador de Renato Cesarini. Después está Eduardo, su hermano, que tiene cinco hijos: el más conocido es Santiago, el mayor, que jugó en River y Real Madrid. También están Esteban, que fue delantero y recientemente trabajó como DT de Godoy Cruz; y David, quien construyó su carrera en Chipre.
Legados internacionales
El fenómeno no se limita a la Argentina. En Europa abundan los casos. En Italia, los Maldini representan uno de los más emblemáticos: Cesare fue campeón de Europa con el Milan en 1963; su hijo Paolo repitió la hazaña en cinco ocasiones; y su nieto Daniel ya vistió la misma camiseta.
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Cesare fue campeón de Europa con el Milan en 1963; su hijo Paolo repitió la hazaña en cinco ocasiones; y su nieto Daniel ya vistió la misma camiseta.
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En Francia, los Thuram y los Zidane prolongaron la herencia. Zinedine, campeón mundial y figura del Real Madrid, tuvo cuatro hijos que se dedicaron al fútbol; Enzo, el mayor, alcanzó la Primera División y jugó en España, Suiza y Francia. Mientras, Lilian, también campeón del mundo en 1998, y su hijo Marcus, delantero del Inter, integran hoy distintas generaciones de la selección francesa.
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Lilian Thuram, ex defensor y campeón de mundo en Francia 1998, junto a su hijo Marcus, actual delantero del Inter y del seleccionado frances.
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Sin embargo, hay más casos para repasar: Los Cruyff, los Kluivert y los Schmeichel. Incluso, algunos lograron superar a sus padres, tal es el caso de Erling Haaland y su papá, Alf Inge.
En todos estos ejemplos, un patrón se repite: el apellido atrae atención, pero la permanencia se gana en la cancha.