¡París único!: pasarelas de película y diseños de ensueño

Una vez más la semana de la moda parisina deja algo muy en claro: es el enclave de lujo y opulencia en el que todo sucede, siempre enmarcado por escenarios donde la “Ciudad luz” es parte de la moda. Un repaso por algunas de las puestas en escena más incre

La hipnótica impronta del "París Fashion Week" es una verdadera oda a las emociones desde todo punto de vista. Sin embargo la "Ciudad luz" nos muestra que cuando pensamos que todo se ha hecho, siempre logra redoblar su apuesta.

Diseños, figuras, colores íconos emblemáticos de la alta costura y locaciones de cuento, se combinan de manera perfecta para hacer de esta semana, aquella que marca el pulso.

Moda en el Sena. El desfile realizado y "modelado" por la vietnamita Jessica Minh Anh, modelo (diseñadora y organizadora de pasarelas diversas desde cada lado del globo en paisajes y contextos increíbles) impactó una vez más en su concepto y forma.

Esta vez, Minh Anh transformó nada menos que el barco “Seine”  (caracterizado por ser abierto y de cristal y que se utiliza en excursiones que recorren el Río Sena) en una pasarela flotante de 100 metros. Desde allí, vestidos con volumen, transparencias, y moldería de carácter, hechizaron al público en un marco cristalizado.

¿Como escenario de fondo? las maravillas arquitectónicas de la ciudad del amor: la Torre Eiffel, la Catedral de Notre Dame, el Museo Louvre, y los más de 30 puentes que entrelazan las calles parisinas.

El cuento de Dior. Por su lado, María Grazia Chiuri adaptó su primera colección de alta costura para Dior, con una puesta casi de fábula de cuento: Como si se tratase de una locación de película alfombró el suelo del museo Rodin de musgo natural, llenó el techo de espejos y las paredes de plantas naturales, forró los bancos de boj y trasladó un árbol hasta el centro de la pasarela...¿Nada mal no?

Un marco ideal para proyectar diseños signados por una línea cargada de flores y vestidos corte princesa, con un estilo femenino en donde el tul invadió la pasarela con laboriosos bordados a mano y aplicaciones brillantes. También hubo diseños sobrios en negro, marcados en la cintura, que recordaron la silueta “new look” creada por Dior, a finales de los años cuarenta, pero más suave en las formas.

Chanel, un espejo donde mirar el pasado. Como no podía ser de otra manera, otro de los desfiles más esperados fue el de la casa Chanel, bajo el genio creativo de Karl Lagerfeld. Chanel apostó a cubrir con espejos la enorme nave levantada por la marca francesa, en mitad del Gran Palais parisiense. Sobre el suelo y las paredes se reflejaron las lentejuelas, cristales, plumas de marabú y sedas que componían su reinterpretación de la silueta años cuarenta.

En cuanto a sus propuestas, un aire refinado recorrió la colección que según avanzaba se va iba volviendo más sofisticada. Así pudieron verse vestidos de paillettes en tono plata que se ajustaban al cuerpo, y que iban decorados con llamativos juegos de plumas en coquetos tonos empolvados.

Se trató de vestidos que derrocharon lujo con  guiños a la estética vertical de los años 20, a la silueta “new look” de los 50 y al glamour romántico del Hollywood de la década de los 30. Algunos incluso recordaban a los que el modisto Bernard Newman hacía para Ginger Rogers o a los que lucía la actriz Gilda Grey.

Una evocación exquisita con aires retro.

Apuestas diversas que no dejan de asombrar al mundo, en la ciudad desde donde la alta costura se proyecta al planeta.

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