En un contexto donde el consumo de vino cae a nivel global y las restricciones de alcohol en la vía pública se vuelven cada vez más estrictas, la vitivinicultura busca alternativas que le permitan adaptarse sin perder calidad.
En un encuentro con bodegas locales, la firma italiana Omnia Technologies mostró su innovador equipo Libero Wine para desalcoholizar vino.
En un contexto donde el consumo de vino cae a nivel global y las restricciones de alcohol en la vía pública se vuelven cada vez más estrictas, la vitivinicultura busca alternativas que le permitan adaptarse sin perder calidad.
La tendencia hacia productos con bajo o nulo contenido alcohólico abre una puerta concreta a nuevas tecnologías aplicadas al vino. La posibilidad de desalcoholizar sin modificar la estructura del producto es hoy una realidad en plena evolución.
En ese marco, Omnia Technologies, grupo italiano compuesto por más de treinta empresas, presentó una innovación que promete ser un punto de inflexión. De la mano de su firma Permeare, desarrollaron un equipo que logra desalcoholizar el vino sin sumar agua exógena y sin alterar sus componentes originales.
La maquinaria Libero Wine fue desarrollada por Permeare, una de las empresas que integran el grupo italiano Omnia Technologies. A diferencia de otros métodos conocidos, este equipo permite desalcoholizar sin incorporar agua externa ni romper la integridad vegetal del vino.
El avance permite desalcoholizar el producto sin añadirle agua ni modificar su estructura original, lo que significa que sigue siendo legalmente considerado vino. El equipo fue presentado recientemente ante bodegas y especialistas del sector, que ya muestran interés por su implementación.
Según fuentes de la empresa, la máquina tiene la gran ventaja de desalcoholizar hasta menos de 0,5% de volumen de alcohol, sin incorporar agua exógena al vino, conservando así su naturaleza original.
El proceso se basa en una doble etapa donde se separan el alcohol y el agua vegetal del vino. Luego, el alcohol se extrae como subproducto aprovechable y el agua original vuelve a incorporarse. “Se obtiene un alcohol de 90 grados que también es comercial y tiene alto valor. Por otro lado, se reincorpora el agua vegetal, sin alcohol, al vino”, destacaron desde Omnia Technologies.
La tecnología Libero Wine, presentada por Omnia Technologies, es una de las máquinas más novedosas dentro del sistema de desalcoholización para vino. A diferencia de otros modelos del grupo, pensados para bebidas que pueden o no conservar su definición legal como vino, este equipo fue específicamente diseñado para mantener la identidad enológica del producto.
Desde la empresa explicaron que “el producto resultante sigue siendo vino, sólo que sin alcohol”, y esto se logra gracias a un procedimiento técnico que evita cualquier incorporación externa. Libero Wine opera en dos fases automáticas.
En la primera, una membrana de bajo rechazo divide el líquido original en dos corrientes: una de vino desalcoholizado y otra de solución hidroalcohólica diluida. Luego, en la segunda fase, esa solución es procesada en una columna de destilación al vacío a baja temperatura (alrededor de 35°C), que permite separar el alcohol de alta concentración (más del 85%) por un lado, y agua vegetal por otro. Esa misma agua es luego reincorporada al vino.
Fuentes de la compañía subrayaron que “el uso de vacío y el control de temperatura no altera el perfil sensorial del vino, ni se aplican aditivos”, garantizando así el respeto por el carácter original del producto, tanto en blancos como en tintos y rosados.
“Otros equipos agregan agua externa al modificar el contenido, lo que hace que el resultado deje de ser vino. En cambio, esta tecnología mantiene su naturaleza original”, remarcaron en la presentación.
Actualmente hay apenas dos unidades en funcionamiento, una en Alemania y otra en Francia. Según voceros de Omnia Technologies, la empresa busca evaluar su recepción en otros mercados y están considerando traer una de estas maquinarias a la Argentina para hacer pruebas con bodegas locales.
“Estamos en una etapa inicial. Hay sólo dos máquinas en funcionamiento en el mundo. La intención es traer una a la Argentina para realizar pruebas con bodegas locales y obtener su feedback”, señalaron desde la compañía. El interés que generó la presentación en Mendoza, con alta concurrencia de referentes del sector, confirmó que hay curiosidad y expectativa.
El diseño contempla distintas capacidades productivas, según el perfil de cada bodega. Las versiones actuales trabajan entre 5.000 y 20.000 litros diarios. Por tamaño y estructura, requieren una instalación fija, aunque modular.
Desde Omnia Technologies detallaron que “las capacidades van de 50, 100, 150 y 200 hectolitros, con un rendimiento de hasta 20.000 litros por día”. Además, explicaron que el sistema requiere un espacio físico importante, debido a la altura de la columna de destilación, aunque ésta se puede dividir en módulos.
“Lo ideal es desalcoholizar y fraccionar el vino en el mismo lugar, para garantizar su estabilidad y calidad”, recomendaron.
Todas las unidades se fabrican en Italia, en la región del Véneto, donde Omnia Technologies concentra su capacidad industrial. Los equipos se producen a pedido, lo que permite personalizar cada unidad según necesidad.
“El costo de partida ronda los 500.000 euros, y los equipos se fabrican bajo pedido”, informaron desde la empresa. En esta etapa, el foco está más puesto en validar la tecnología que en concretar ventas, aunque varias bodegas ya manifestaron su interés.
El descenso en el consumo de vino en el país, junto a las leyes de tolerancia cero y la transformación de los hábitos en jóvenes y adultos, abren espacio para este tipo de propuestas. Desde Omnia Technologies indicaron que esta tendencia se replica a nivel global.
“Hoy el consumo en Argentina ronda los 16 litros per cápita, cuando hace dos años era de 21. Y en el mundo se observa una tendencia similar”, señalaron.
El desafío es ofrecer un producto complementario, que no reemplace al vino tradicional sino que amplíe las oportunidades de consumo. “La idea es que este producto no compita con el vino clásico, sino que se adapte a situaciones de consumo distintas”, explicaron.
Sin embargo, también reconocen que el mayor desafío es cultural. “Existe cierta resistencia entre enólogos a intervenir un producto terminado, pero las experiencias en Europa muestran que el producto final tiene muy buena aceptación”, concluyeron.