En un intento de repeler el renovado interés en las acusaciones de abuso sexual en su contra, el presidente Donald Trump arremetió contra la senadora demócrata Kirsten Gillibrand y dijo que ella acudió "rogando" a su oficina para recibir contribuciones de campaña y que ella "haría cualquier cosa" para obtenerlas.
Varios demócratas acusaron a Trump de hacer insinuaciones acerca de Gillibrand que fueron desagradables, por decir lo menos.
Para nada, replicó Sarah Huckabee Sanders, secretaria de prensa de la Casa Blanca. "De ninguna manera esto es sexista", afirmó Sanders, e insinuó que podría considerarse que el tuit tiene insinuaciones sexuales "solo si se tiene la mente sucia".
Gillibrand, que la víspera solicitó la renuncia del presidente por acusaciones de abuso sexual, consideró que el ataque del mandatario es una "calumnia sexista que trata de silenciar mi voz".
"Nadie me hará callar en este tema", afirmó. "Ni se callarán las mujeres que se enfrentaron al presidente ayer", refiriéndose a las que han acusado al mandatario de acoso sexual.
En un contexto en el que casi cada semana surgen nuevos encabezados noticiosos sobre hombres poderosos que se ven obligados a renunciar debido a acusaciones de transgresiones sexuales, el movimiento #MeToo (A mí también) ha llegado directamente hasta la Casa Blanca de Trump.
Un puñado de senadores demócratas han pedido su renuncia, casi 60 legisladores están solicitando una pesquisa del Congreso sobre su comportamiento, y algunas de las 16 mujeres que han acusado a Trump de acoso han vuelto a hablar sobre sus historias.