Vicente Ferrer, el santo que “regresó” para ayudar en pandemia

Durante 40 años su imagen estuvo en el retablo de la iglesia ubicada en Godoy Cruz que lleva su nombre. Con la llegada del coronavirus fue puesta en el altar ya que es el “abogado contra la peste”.

San Vicente Ferrer hizo varios milagros alzando su dedo índice. Así se lo inmortalizó en sus imágenes. Foto  : Orlando Pelichotti / Los Andes.
San Vicente Ferrer hizo varios milagros alzando su dedo índice. Así se lo inmortalizó en sus imágenes. Foto : Orlando Pelichotti / Los Andes.

“Libradnos Señor Jesucristo, Dios nuestro, de nuestros enemigos y de toda peste, mal contagioso, y de muerte repentina”. Así reza la oración que san Vicente Ferrer escribió contra la peste y las enfermedades contagiosas. Considerado como “el abogado contra la peste y las epidemias”, título que se le atribuye luego de realizar un milagro en vida durante la Peste Negra en Valencia, en este momento de pandemia y emergencia sanitaria que le toca atravesar al mundo, las palabras de su oración se hacen más necesarias que nunca.

La parroquia ubicada frente a la plaza de Godoy Cruz lleva su nombre. Pero no hablamos de un edificio que pase desapercibido, sino de uno que se destaca por su belleza arquitectónica y su estilo neogótico único en la provincia, que resalta a la vista sus minuciosos detalles finamente elegantes, con nada menos que 42 metros de altura que dan la sensación de que se mimetiza con el cielo.

Cada 5 de abril se celebra el día de san Vicente Ferrer, sin embargo, en Argentina se festeja el primer domingo de mayo. Pero este año, esa celebración se llevó a cabo de manera diferente, porque para esa fecha todo el país estaba en plena fase 1, a raíz de que ya había sido declarada la pandemia por coronavirus y, por consiguiente, la cuarentena obligatoria.

En diálogo con Los Andes, el padre Eduardo López Franco, encargado de la parroquia, explicó que debido a la situación sanitaria decidieron descender la imagen del santo desde el retablo donde había sido colocada en 1979. Entre tres hombres lo colocaron en la explanada de la iglesia para pedir por la bendición de los cuatro puntos cardinales.

Sin embargo, una vez finalizada la misa sin fieles, el santo fue colocado en su trono pero esta vez en el altar principal, lugar que ocupará de ahora en más. “Decidimos que quedará en el altar hasta la finalización de la pandemia. Los fieles que se quieran acercar podrán verlo desde más cerca”, explicó el padre Eduardo, quien desde hace 5 años está al frente de la iglesia San Vicente Ferrer.

El sacerdote explicó también que debido a los protocolos sanitarios que se deben cumplir a raíz de la pandemia, los horarios de las eucaristías presenciales para la feligresía cambiaron y ahora la parroquia sólo puede recibir hasta 10 personas por misa, por lo que la Oficina Parroquial se encarga de guardar lugar a quienes quieran ir en un horario determinado.

Esto, siempre y cuando las personas asistan cumpliendo las normas sanitarias, entre ellas, asistir los días que corresponda según la determinación del DNI, usando tapabocas e higienizándose al ingresar.

El santo de las pestes y las pandemias

Vicente Ferrer nació en Valencia el 23 de enero de 1350. Fue un dominico predicador, lógico y filósofo. Era un notable orador reconocido como “el abogado contra la peste”. En sus viajes de predicación se ganó el cariño de distintas regiones de Europa. Tras su canonización, en 1455, se convirtió en el santo patrón de la ciudad y reino de Valencia. En su conmemoración, en las calles de Valencia se levantan altares donde los niños representan escenas de su vida y milagros.

San Vicente Ferrer murió en la ciudad de Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419 a los 69 años. Acudió tanta gente a darle un último adiós que en tres días no se le pudo dar sepultura.

Fue canonizado el 29 de junio de 1455 por el Papa Calixto III. Figuran documentados hasta 860 milagros.

La iglesia

En sus orígenes, la iglesia fue el oratorio de la familia Coria pero luego se abrió a la comunidad. En 1908, gracias a la colaboración de bodegueros de la zona, se dio inicio a la edificación actual sobre calle Lavalle, en Godoy Cruz. Finalmente fue inaugurada el 9 de mayo de 1912.

Sin embargo, en las décadas posteriores se llevaron a cabo avances en su ornamentación, mientras que el atrio y las graderías se construyeron en 1923. Tuvo otra remodelación en 1979 que incluyó vitrales, pintura y tecnificación para mejorar la acústica. En los últimos años se le agregó la iluminación exterior y se reparó el campanario, que requiere el ascenso de más de 120 escalones para poder llegar hasta las campanas de bronce, que datan de 1884.

Su marcado estilo neogótico se puede apreciar sobre todo en la parte externa, compuesta por tres naves y una gruta dedicada a la Virgen de Lourdes. Además destacan las ornamentaciones, tanto en la torre aguja, característica de las obras góticas fuertemente ligadas a la idea de la cercanía a Dios, como sus columnas, los arbotantes y los detalles artísticos de las puertas, los cuales están tallados sobre la madera.

La parte interior es más sencilla, pero no aminora su deslumbrante belleza. La nave principal está compuesta por bóvedas de crucería divididas a través de arcos ojivales, en los que resaltan a la vista la precisa ornamentación acompañada de cristales de colores, que están colocados desde su creación. Los pasillos laterales atesoran antiquísimos retablos construidos en madera con el mismo estilo que el resto del edificio.

Otras obras destacadas

En las inmediaciones de la parroquia cargada de historia, tres figuras destacadas de Mendoza fueron colocadas en San Vicente Ferrer. En el interior se encuentra la tumba de Tomás Godoy Cruz, mientras que en el exterior se ubican las del tropero Pedro Sosa, importante colaborador de San Martín durante la campaña libertadora, y la del padre Pedro Celestino Arce, párroco de la orden religiosa.

Cabe destacar, además, la figura del Cristo huarpe de madera que se encuentra en el interior y que se destaca por ser una pieza realizada en el siglo XVIII, que se hallaba originalmente en la capilla de Huanacache, en el desierto lavallino.

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