Un paseo por la historia del rafting en el río Mendoza

Tres pioneros cuentan cómo nació uno de los rubros del turismo aventura más demandado de la provincia. Hace poco más de 30 años comenzó esta “locura” de bajar el río en una balsa de goma.

Un grupo de turistas hace rafting en el río Mendoza en Blanco Encalada, Luján. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes
Un grupo de turistas hace rafting en el río Mendoza en Blanco Encalada, Luján. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

Ya está todo listo, hombres y mujeres se colocaron el casco, el salvavidas y están listos para el descenso. Toman el remo y el guía da la orden de salir. La ansiedad del principio se va perdiendo a los primeros metros y la adrenalina irrumpe con cada salto y golpe de la balsa con alguna ola. En medio del río, el grupo estalla de alegría cada vez que sortea un escollo que encuentra en su camino, mientras el guía mantiene unidos y en coordinación a la medida docena de remeros que están en la balsa. Y al finalizar la travesía de 10 kilómetros, muchos ya están pensando en organizar una nueva bajada.

Rafting en el río Mendoza. Foto gentileza Betancourt Rafting.
Rafting en el río Mendoza. Foto gentileza Betancourt Rafting.

El descenso en balsa por el río Mendoza es una de las actividades ligadas al turismo y deporte aventura más comunes, prácticamente todos los días las empresas locales trabajan con visitantes. La mayoría lo hace en temporada alta, pero también se mantiene el movimiento prácticamente el resto del año.

Se trata de una disciplina que ya pasó los 30 años en la provincia, pionera en el país, y es uno de los motores del turismo de naturaleza, que ha ganado un nuevo impulso tras la pandemia. Mientras contrata un nuevo servicio para realizar una bajada desde Uspallata hasta la Estación Guido (tren trasandino), Rodolfo Navío, profe de gimnasia y operador del rubro, comenta que el rafting comenzó a expandirse en los 90 y que su empresa ya cumplió tres décadas.

Pero los orígenes hay que buscarlos más atrás, de acuerdo a lo que explican Sergio Brunetti y Fernando Betancourt, que junto con Navío, (en ese orden) son considerados los pioneros a la hora de fusionar el deporte con el turismo. Se trata de una actividad que de acuerdo a los consultados se inició en el río Mendoza, luego se extendió a todos los ríos de la provincia. El Atuel y Mendoza lideran en cuanto a cantidad de descensos en balsa, luego le siguen el Tunuyán, Diamante y Grande.

Sergio se remonta a 1979, cuando con los hermanos Sansoni y Alejandro Toso hicieron el primer descenso en una “balsa” que armaron con cámaras de neumáticos de tractor. “No fue rafting, pero bajamos por el río Mendoza, con remos improvisados, desde la Curva de Guido, 5 kilómetros más abajo. Fue una aventura muy fuerte, única y descabellada”, asegura Brunetti y añade que eso lo marcó para siempre porque desde muy joven sintió una atracción plena por la montaña y la naturaleza. A fines de los 70, con 15 años hizo cumbre en el Aconcagua junto a sus compañeros del Liceo Militar, Pablo Ojeda y Andrés Raviolo. Luego anduvo por la Patagonia y en el Lago Steffen se inició en el kayak, aprendió la técnica y a partir de allí no se bajó más de los ríos.

Un grupo de turistas hace rafting en el río Mendoza. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes
Un grupo de turistas hace rafting en el río Mendoza. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

Rafting de Luna llena y el torneo Interempresas de Los Andes

Como un imán le surgieron oportunidades para mantenerse a flote en el mundo del deporte acuático. Conoció a José Luis Fonrouge, destacado montañista fallecido hace 20 años, que lo animó a bajar en una balsa que él había construido. “Era una balsa neumática con marco de madera y dos remos y con otro amigo de Alemania, Hans Müller aceptamos la propuesta y bajamos por el río Mendoza. Me acuerdo que Hans sacaba el agua con un balde, creo que ese fue el comienzo, en 1985, porque ahí comenzamos a pensar en desarrollar el rafting, también hicimos el primer descenso por el Diamante”.

Ya a finales de la década de los 80 lo contrató la firma Ayelén para desarrollar el turismo aventura en Penitentes. “Ahí creamos la competencia “El hombre de acero” y compraron balsas. Luego, Pablo Arroyo, del hotel Termas de Cacheuta, también adquirió una embarcación y comenzó a desarrollarse la actividad. Al poco tiempo me independicé y formé la primera empresa de rafting”.

Desde 1994 se popularizó la actividad. Sergio relata: “comenzamos a vender turísticamente la provincia por medio del rafting. Venían muchos grupos de Córdoba para hacer la noche en carpa y dos días de bajada por el río. Aquí nació el “Rafting de la luna llena, Moon fest (rafting + fiesta+fogón). Así nació, luego se convirtió en una fiesta electrónica”. Y destaca: “Gracias al diario Los Andes creamos el campeonato Interempresas, con todas las grandes empresas locales de esa época en un evento deportivo que catapultó el rafting a dimensiones inesperadas. Había primeras planas en el diario y eso no lo podía creer. También se hizo una trasmisión directa, vía satélite para TyC sports”. Desde 1994 a 1997, prácticamente todos los domingos de diciembre a marzo, empleados y representantes de distintas compañías locales se reunían desde media mañana en el antiguo cauce del río Mendoza, muy cerca del encuentro con el río Blanco. Este sector hoy está cubierto por el agua que generó el lago artificial de la presa, pero en ese entonces los deportistas remaban en un líquido color chocolate y en plena época de deshielo debían sortear olas, saltos y hasta grandes obstáculos a medida que descendían por el serpenteante medio acuático. Un torneo que impulsó el rafting, que luego tomó vuelo propio y se acomodó dentro de las principales disciplinas que conforman el turismo aventura provincial.

En el 2000 se produjo un hecho importante: comenzó la construcción del embalse Potrerillos y las empresas instaladas cerca de la antigua villa, junto al puente de la Estancia San Ignacio, hoy sumergido varias decenas de metros bajo las aguas del lago, tuvieron que buscar otros puntos del río para reinstalarse. Brunetti se trasladó cerca de la Quebrada del 60; Navío en la cola del dique y Betancourt sentó su base en la zona de Blanco Encalada.

Rafting en el río Mendoza. Foto gentileza Betancourt Rafting.
Rafting en el río Mendoza. Foto gentileza Betancourt Rafting.

El hombre de acero

Fernando Betancourt cuenta que sus inicios se remontan a 1987, justamente con la prueba Hombre de acero. “Había que andar en kayak sobre el río Cuevas, en la zona de Penitentes y comencé la actividad con Sergio (Brunetti) mientras terminaba mi carrera de profesor de Educación Física. La primera edición estuve a punto de ganarla, pero tuve que abandonar por hipotermina, me di vuelta en el kayak a los pocos metros de la llegada. Pero gané la siguiente edición. Así comenzamos”.

Es que Fernando luego de recibirse partió a Costa Rica y allí aprendió los secretos del rafting. “Costa Rica en ese momento era considerada la meca del rafting y me quedé un año trabajando y con lo que gané lo invertí en una balsa, 8 cascos, 8 salvavidas y 8 remos y me volví a Mendoza”. Indica que se asoció con Brunetti, pero luego decidió abrir una junto a sus hermanos, Gustavo, que es médico y Sergio, licenciado en Ciencias Políticas. “Les enseñé a guiar y todavía manejamos la empresa entre los tres, junto a nuestros hijos y sobrinos, que participan en competencias nacionales e internacionales de rafting y kayak”, recuerda Fernando desde Chile y agrega que piensa volver el lunes a la base de operaciones que tiene en la ruta 82, en la zona de Blanco Encalada.

Una forma de vida

Rodolfo Navío, por su parte, resume: “recuerdo que las primeras balsas que vimos sobre el río la guiaba el Sergio (Brunetti), hizo un par de publicidades para Cerveza Andes, eso fue a fines de los 80 y luego nos contactamos con Fernando (Betancourt) porque éramos compañeros de Educación Física, junto con mi amigo y socio Martín Moreno. Teníamos disponible una balsa y nos metíamos a cara de perro, sin saber la técnica”. Y agrega: “Además, en esa época no tenías tutoriales para googlear y aprender algo. Fernando trajo el conocimiento de Costa Rica y con Martín armamos Vida y aventuras, una empresa que duró algún tiempo. Al principio teníamos una balsa de que construyó Pepe Luis Fonrouge, era para hacer la aproximación a las cataratas del río Iguazú, pero desde abajo”.

Con el tiempo fueron mejorando la técnica y los servicios de la empresa. “Ingresé al rafting gracias al profesor Danielón Rodríguez (ex funcionario de Deportes de la provincia). Él me invitó en mi último año de mi carrera si quería trabajar en un proyecto de turismo aventura y así fue. Por medio de unos turistas de Estados Unidos conocimos a personas con mucha experiencia en este deporte y en 1992 nos fuimos a recorrer el río Snake”, resalta.

Navío explica que Mendoza dio el puntapié inicial en el rafting y tiene la ventaja que se puede practicar casi todo el año. " Operamos todo el año, es la actividad que más elige la gente dentro del turismo aventura. Tenés tirolesa, cabalgatas, bici, escalada en roca, buceo, kayak en el lago, paseos en velero, pero el rafting en la de mayor demanda”. Hoy piensa en esos 30 años de actividad de su empresa compartida con Moreno, Argentina Rafting y se remonta a sus años de estudiante de Educación Física. “Sabía que no iba a terminar dando clases en una escuela, me gusta entrenar a chicos, pero elegí este camino”, reflexiona Rodolfo y acepta la vida que le tocó vivir: junto al río, el deporte y el turismo.

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