Un comedor de Corralitos perdió todo por las lluvias: pide ayuda para darle de comer a 170 niños

El merendero Granito de Fe abrió en octubre, en medio de la pandemia, para asistir a los chicos de los barrio Grilli I y II, en Puente de Hierro. Todos los martes y jueves preparan raciones de comida, pero la mercadería se inundó y se echó a perder. También se arruinaron colchones y ropa. Cómo ayudar.

El merendero Granito de Fe asiste a casi 170 chicos, a quienes les entrega una ración de comida todos los martes y jueves. Con la lluvia, perdieron los alimentos y otras pertenencias de la casa. Foto: José Gutiérrez / Los Andes.
El merendero Granito de Fe asiste a casi 170 chicos, a quienes les entrega una ración de comida todos los martes y jueves. Con la lluvia, perdieron los alimentos y otras pertenencias de la casa. Foto: José Gutiérrez / Los Andes.

Una vez más, y como cada vez que las intensas lluvias precipitan en Mendoza; las consecuencias se hacen sentir las horas y días posteriores. Las ya clásicas calle anegadas, filtraciones en las viviendas más humildes y ramas, postes y cables caídos fueron algunas de las situaciones más recurrentes en las que Defensa Civil ha debido intervenir desde primera hora de este lunes.

El merendero Granito de Fe abrió en octubre del año pasado, en polena pandemia, y asiste a niños de la zona de Puente de Hierro.
El merendero Granito de Fe abrió en octubre del año pasado, en polena pandemia, y asiste a niños de la zona de Puente de Hierro.

“Es importante destacar que, si uno mira el pronóstico extendido, van a continuar las lluvias. En ese sentido, es fundamental recomendarle a la ciudadanía que tenga precaución”, destacó el director de Defensa Civil, Daniel Burrieza.

Un comedor perdió todo

Patricia Evangelista es una de las vecinas más famosas de los barrios Grilli, en la zona de Puente de Hierro (Corralitos). Todos la conocen y no es para menos ya que, desde que la mayoría de los vecinos del lugar tienen memoria; Pati ha ayudado en comedores comunitarios de la zona. Primero lo hizo en uno que ya lleva varios años funcionando en la zona. Pero el año pasado, durante la pandemia, Patricia tomó una decisión que cambió la vida de varios vecinos del lugar (sobre todo de los más chicos) y que resultaba indispensable: abrió su propio comedor, en su casa, y donde asisten -al menos- 170 niños todos los martes y jueves para llevarse su ración de comida. “Granito de fe” fue el nombre que eligió para el espacio. “Me di cuenta que con un solo comedor no alcanzaba. Y muchas veces, cuando el otro comedor estaba cerrado, la gente me venía a golpear la puerta a mí para preguntar si tenía algo de comida con que ayudarlos. La gente ya me conocía, por lo que sentí que tenía que abrir el merendero”, destacó Pati el octubre del año pasado, semanas después de abrir su espacio.

El agua se filtró desde anoche por los precarios techos de la humilde vivienda, y todos los alimentos con envoltorios de papel se perdieron. Foto: Gentileza.
El agua se filtró desde anoche por los precarios techos de la humilde vivienda, y todos los alimentos con envoltorios de papel se perdieron. Foto: Gentileza.

Y la siempre despiadada lluvia -sobre todo, en aquellos lugares en los que las condiciones edilicias y de vida no acostumbran a ser las mejores- dejó sus lamentables consecuencias entre anoche y esta mañana en la casa de Patricia (donde funciona el merendero). “Se mojó toda la parte de la pieza y el comedor; nuestra casa es de chapas y, por más que alguien le ponga nailon; se llenó de agua. Parece una coladera”, destacó desesperada esta mañana. Mientras tanto, su esposo (Alejandro) y uno de sus hijos se habían subido al techo de la humilde vivienda e intentaban acomodar algo más de nailon para -con ayuda de la misma fortuna- las lluvias dejaran de filtrarse en su casa. O, por lo menos, se redujera el agua que ingresaba. Para colmo, el panorama no asoma demasiado alentador; y mientras Alejandro y su hijo acomodaban el improvisado cobertor de plástico, la lluvia volvió a decir presente.

“La piecita donde guardo las cosas del comedor se inundó y perdí todo. Solo se salvaron los fideos cerrados en paquetes de plástico. Pero la verdura que nos donan en la feria, la harina, el azúcar y todo lo que tiene envases de papel se ha perdido”, resumió compungida Pati.

También los colchones de ella y su familia están arruinados, convertidos en una esponja que ya no puede absorber más agua. Y la ropa de sus hijos y otros niños del barrio.

Calles de tierra anegadas y cientos de afectados, un clásico de Puente de Hierro cada vez que llueve.
Calles de tierra anegadas y cientos de afectados, un clásico de Puente de Hierro cada vez que llueve.

“Ha llovido toda la noche a cántaros. Y encima el pronóstico dice que va a seguir. Mañana, como todos los martes y los jueves, van a venir a buscar comida más de 170 niños, y no me ha quedado casi nada. Imaginate que cocino a leña, y también se ha mojado toda. Mi casa entera está inundada, ya veremos donde dormiremos esta noche”, siguió con desesperación. Mientras tanto, recorría cada uno de los rincones y habitaciones, intentando descubrir algo que no haya quedado mojado o arruinado por el agua.

Al igual que cada semana, cuando se encarga de recolectar alimentos para los niños que asisten al merendero, Pati necesita de esas almas solidarias que pueda ayudar y darles una esperanza; ya sea a los niños que cada martes o jueves van a buscar comida, o a su familia que ha perdido prácticamente todo. El teléfono de Patricia Evangelista es 0261 152434130 o 0261 152717527.

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