Con 23 años como directora en distintas escuelas y toda una vida dedicada a la docencia, en 2021 Adriana Tertusio decidió ir por ese sueño que todavía tenía pendiente, aquel casillero al que le restaba colocar la marca de "cumplido" de entre todas aquellas metas que se había propuesto siendo una niña. Con 72 años, y recientemente viuda -su marido falleció durante la pandemia-, Adriana se inscribió en el profesorado de piano del Instituto Superior en Artes F. Chopin.
Y anoche, lunes 1 de diciembre de 2025 y en la sala del icónico y casi centenario Teatro Independencia, Adriana recibió una más que merecida distinción de parte de sus compañeros y autoridades de esta casa de estudios. Porque al finalizar este ciclo lectivo, Adriana ostentará con orgullo su más que merecido y tan ansiado título de profesora de piano.
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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"Es un sueño de toda la vida. Si bien yo estudié otras cosas, desde los 5 años toco el piano, y siempre lo llevaba a la par de mis estudios, primarios, secundarios y terciarios. ¡Ni hablar después de que, a los 12 años, mi papá me regalara un piano"", describe, emocionada y extremadamente desbordada de felicidad, Adriana.
Entre los compañeros de instituto de Adriana, se destaca Fernando. Este hombre -quien se graduará el año próximo- es yerno de Adriana y el padre de la nieta de la inminente profesora de piano. Él y la hija de Adriana, Estefanía, se conocieron luego de que la mujer comenzara a estudiar en el Chopin.
Adriana y el piano, inseparables
Luego de empezar a tocar el piano a los 5 años y tras haber recibido uno como regalo de su padre a los 12, Adriana Tertusio completó el secundario en la escuela técnica industrial de Artes Femeninas. En simultáneo, su primera maestra de piano -Coti- iba periódicamente a casa para que Adriana tomara clases.
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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"Cuando terminé el secundario, quise empezar el Profesorado de Piano de la UNCuyo, pero rendí y no entré. Además, intenté varias veces inscribirme en distintos conservatorios, pero los iban cerrando", describe la mujer, quien -así y todo- obtuvo varios certificados durante su adolescencia y juventud y como consecuencia de los cursos que iba completando.
En la escuela técnica Tertusio se recibió a los 18 años en el profesorado de Corte y Confección, y su primera experiencia laboral fue en la misma institución, esta vez ya como maestra especializada en labores a mano (Actividades Plásticas -en secundaria- y Manualidades -en primaria-). El piano seguía presente en su vida, aunque de manera particular y con profesores que iban a enseñarle a su casa. Mientras tanto, la joven seguía sin encontrar dónde rendir o certificar sus aprendizajes.
"Quise entrar a la universidad para hacer el Profesorado de Música con el título de maestra que tenía de la escuela técnica, pero me dijeron que no era apto y que tenía que rendir equivalencias. Entonces empecé en el Colegio Universitario Central, en el turno nocturno, y me pude recibir como maestra apta con 24 años", repasa.
Por entonces, Adriana seguía tocando el piano como una de sus grandes pasiones y hasta se animaba a sacar algunas canciones de oído. También había aprendido a tocar la guitarra.
Sus inicios como maestra y su jubilación como directora
A los 28 años, ya con el título validado de maestra, Adriana Tertusio comenzó su camino en la enseñanza. Una suplencia en la escuela Margarita Corvalán (San Rafael) fue su primer cargo, y allí comenzó a hacer carrera. Y, aunque se tuvo que ir a vivir a una pensión en el Sur mendocino, los fines de semana regresaba a casa. ¡Y, por supuesto, allí se "perdía" durante horas y horas tocando el piano!
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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En una escuela en Gustavo André (Lavalle) fue el primer cargo como directora que ocupó la mujer, y allí se desempeñó hasta los 47 años.
"Creí que no me iba a casar nunca, porque siempre fui difícil para los muchachos ", comienza a contar, y se detiene para dejar salir varias risas. "Pero a los 44 años me casé, y a los 47 quedé embarazada y tuve a mi hija, Estefanía. Entonces me tuve que trasladar de escuela, porque no podía hacerme cargo de ella e ir a Gustavo André todos los días", recuerda Tertusio.
En esta comunidad, además, la maestra y directora cumplía un rol social fundamental, ya que colaboraba con la cooperadora y otras acciones solidarias para asistir a los niños vulnerables y sus familias carenciadas del lugar.
La escuela 6-047, del barrio 25 de mayo (Rodeo del Medio), fue el siguiente destino de la directora. La escuela recién había sido inaugurada, por lo que Tertusio fue la que la llevó a crecer y a inaugurar el turno tarde.
"Fue durante la gestión de Julio Cobos, y su señora ayudaba mucho en la escuela, llevaba merienda y comida al barrio. Además, nos dieron financiamiento para que ofreciera el Servicio Cívico Voluntario, entonces nos mandaban materiales y máquinas para enseñar en doble turno", recuerda.
La jubilación, la viudez y el sueño de "dar en la tecla"
En 2007, con 23 años como directora de escuelas, Adriana Tertusio se jubiló precisamente con el cargo de directora maestra. Al momento de hacer el balance de su vida en las aulas e instituciones, la invadía el orgullo y la satisfacción. Y aprovechó la jubilación para dedicarse a descansar (o, al menos, durante los primeros años).
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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"Un día fui al médico y me preguntó si no tenía actividades para hacer. Entonces yo le contesté que sí, que hacía cosas de la casa, ver la novela. Y él me preguntó si no tenía un sueño por cumplir. Ahí le dije que lo tenía y que era el de ser profesora de música y ser concertista. Me miró y me dijo que me pusiera entonces a perseguir esos sueños", recuerda Adriana.
En 2020, y como consecuencia de la pandemia, el esposo de Adriana y papá de Estefanía, Carlos Tolia falleció. "Le dio coronavirus, y todavía no estaban las vacunas. Él fue uno de los primeros en morir", recuerda Adriana.
A partir de ese momento, madre e hija -que compartían hogar- se propusieron ir a por el sueño de Adriana; aquel que había comenzado cuando tenía 5 años y al que tantas veces había renunciado (mas, jamás renunció al amor por el piano)
Así fue como, averiguando en la oferta educativa, Adriana y Estefanía dieron con el instituto Chopin. El profesor de guitarra de Estefanía había egresado de esta institución, por lo que les recomendó a ambas mujeres ir a averiguar.
"Una tarde de 2021 fuimos a preguntar. Yo ya tenía 72 años y, cuando llegué, pregunté si podía hacer el profesorado de piano en el lugar. Solo me preguntaron si tenía el secundario completo y yo les dije que sí y que había sido directora, pero que ya tenía 72 años. 'Acá recibimos gente hasta los 80' fue la respuesta, con humor, que recibió en el Chopin.
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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Al día siguiente Andrea ya estaba haciendo el curso de preparación y así fue como, con 72 años, pudo finalmente iniciar el profesorado de piano.
Un "bicho raro"
En honor a la verdad, la postal resulta por demás extraña al momento de describirla objetivamente: todo un curso, con alumnos y profesores, y una alumna de más de 70 años que, incluso, era más grande que los docentes. Pero, afortunadamente, jamás se dejaron llevar por los prejuicios.
"Estaba llena de alegría, y mi hija me acompañó en todo momento. Ella me ayudaba a preparar las carpetas de los trabajos de cada materia y yo empecé a levantarme todos los días a las 6, para poder estudiar hasta las 10 y después ponerme con las cosas de la casa", repasa Adriana.
También durante los cuatro años en que Adriana estudió en el Chopin -que culminan en este ciclo lectivo y cuando la futura profesora de piano saque las dos materias que le restan-, Estefanía y Federico se conocieron, se enamoraron y formaron familia. Ahora viven los tres juntos, acompañados por la nena de un año y medio de la parejita.
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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"No ha sido fácil, para nada. El año pasado estuve dos meses y medio con gripe y bronquitis y se me complicó mucho cursar y aprobar, porque no pude rendir los parciales. Pero me puse al día, estudié todo y el entre febrero y marzo de este año pude rendir y sacar las cinco materias que me permitieron pasar a cuarto año", repasa Tertusio.
“No creo que vaya a ejercer como profesora de piano, ya con 76 años y jubilada. Lo único que me queda es dar clases en casa y seguir tocando mis temas predilectos. Me gusta mucho la música clásica, soy muy chopiniana", describe la mujer, quien vive con su familia en pleno centro mendocino.
Reconocida por su trayectoria
El lunes 1 de diciembre por la noche, en el Teatro Independencia, se celebró la gala por los 66 años del Instituto Chopin. Durante el acto, que también se encuadró en la víspera de los 100 años de la sala máxima de Mendoza, estudiantes y egresado del Chopin hicieron una puesta en escena de la muestra "Mendoza Mía!".
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Tras jubilarse y enviudar en pandemia, Adriana alcanzó su sueño: con 76 años, se recibió de profesora de piano
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Durante la ceremonia se distinguió a distintas personalidades y referentes del plano académico, cultural y educativo. Y uno de los premios fue, precisamente, para Adriana Tertusio.
"Estoy muy emocionada. No me imaginé jamás que me iban a hacer este reconocimiento, y estudiar en el Chopin es hermoso, así como lo es todo el grupo familiar que se forma. Todos mis compañeros siempre estuvieron a la par, acompañándome y dándome mucho cariño", concluye.