12 de julio de 2025 - 10:23

Historias de vida: la solidaridad que nació de una noche fría con dos policías que decidieron ayudar

Mientras el invierno golpea con fuerza a personas en situación de calle en San Rafael, una pareja de policías decidió que no podía quedarse de brazos cruzados.

Lourdes Villar y Rodrigo Vizcaya, policías de la Comisaría 32 de San Rafael, convirtieron una inquietud familiar en un acto solidario: en sus días libres, reparten comida caliente, abrigo y compañía a personas en situación de calle. Lo hacen sin uniforme, movidos solo por el compromiso y las ganas de ayudar.

Policías solidarios

Todo comenzó una noche fría de julio, mientras cenaban con su hijo Benjamín. Afuera nevaba, y adentro, el contraste con la calidez del hogar los llevó a reflexionar: ¿Qué pasa con quienes no tienen techo, ni plato caliente? La pregunta se convirtió en acción.

Desde entonces, como acto de solidaridad Lourdes y Rodrigo organizan colectas, cocinan guisos, preparan chocolate caliente y recorren distintos puntos de la ciudad entregando viandas, frazadas y palabras de aliento: "Esto lo hacemos como personas, no como policías", aclaró Rodrigo.

Policías solidarios

La respuesta de la comunidad fue inmediata. Vecinos comenzaron a donar mantas, alimentos y utensilios. En pocos días, las raciones pasaron de una pocas a más de 50 diarias. Las personas en situación de cale no solo esperan el plato, sino también el gesto, la presencia, la palabra.

, "Nos dimos cuenta de que no se trata solo de dar comida, sino de estar", dijo Lourdes. "A veces, lo más valioso es que alguien te vea y te trate con respeto".

Policías solidarios

Este acto, surgido de lo cotidiano, creció como una red invisible que conecta empatía, acción y vocación. En sus días libres, Lourdes y Ricardo cocinan en casa, coordinan entregas y responden mensajes. lo hacen con voluntad, sin estructura ni financiamiento, pero con una convicción firme: mostrar que siempre se puede hacer algo.

Su historia no busca reconocimiento. Pero inspira. Porque recuerda que el cambio empieza en lo pequeño, en lo cercano, en las veredas heladas donde una olla caliente puede ser un primer paso hacia una sociedad más humana.

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