11 de noviembre de 2025 - 17:30

Historias de vida: Aitor Francesena el surfista que domó la oscuridad

Ciego desde hace más de diez años, monta las olas guiado por el sonido del mar. El seis veces campeón mundial de surf transforma su vida en literatura.

Aitor Francesena soñó con ser un referente del surf cuando aún podía ver las olas. Hoy, sin embargo, las siente más que nunca. Ciego desde hace más de diez años, surfea guiado por el sonido del mar y convierte su historia en literatura

Perdió la visión de un ojo a los 14 años, y hace ya más de una década que vive en completa oscuridad. Pero ni siquiera eso lo detuvo: siguió domando el mar con la misma pasión que cuando era un niño en Zarautz (País Vasco).

Su historia de vida, de resiliencia, ahora se despliega en un libro que no habla solo de surf, sino de cómo mantenerse a flote cuando la vida también te revuelca.

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El seis veces campeón mundial de surf ha transformado su historia de vida en literatura, reflexiones que ha plasmado en su tercer libro ·Surfear la vida

El seis veces campeón mundial de surf ha transformado su historia de vida en literatura, reflexiones que ha plasmado en su tercer libro ·Surfear la vida"

(Espasa) es una bitácora íntima, un manual emocional donde Francesena —el “Gallo”, como lo llaman sus amigos— comparte sus aprendizajes sobre el miedo, la pérdida y el coraje.

El desafío del surf

En la portada del libro se lee una frase que lo define: “Superar tus miedos te hace más grande”. Es su faro personal, la consigna que ha guiado a este español nacido en 1970, hijo de agricultores y ganaderos, en una época en la que el surf era cosa de unos pocos que se atrevían a desafiar las normas.

“Ahora todo es fácil, pero entonces todo era difícil —recuerda—. Yo vivía en un caserío, y lo mío era ayudar con las vacas, no subirme a una tabla”.

De niño, además, cargaba con un diagnóstico que parecía sellar su destino: glaucoma congénito. Le prohibieron los golpes, las caídas, los riesgos. Pero Aitor siempre fue de los que buscan el borde.

A los seis años, un tío que había estado en Estados Unidos le regaló un patín. Su primer intento terminó con una cristalera rota en casa de su abuela. “Desde ese día, el patín se quedó fuera”, ríe. Pero aquel juguete le abrió una puerta: la sensación de deslizarse.

Cada domingo, en la playa, observaba a los surfistas como quien mira un milagro. “Me alucinaba con ellos”, dice. Hasta que un día, con sus amigos, transformó una tabla vieja recogida de un contenedor en su primer contacto real con el mar.

Era una tabla pesada, casi un submarino, y todo ocurría a escondidas. Cuando sus padres se enteraron, comprendieron que resistirse era inútil. “Pasaron de ser caseros cerrados a entender el ‘hipismo’, el ‘surfing’ y el rock and roll”, bromea.

Una historia de vida

Su aprendizaje fue casi artesanal, guiado por lo que veía en la tienda Pukas —pionera del surf en el País Vasco— y por las charlas con los “guirus” que llegaban a la playa con sus tablas y su acento extranjero.

Pero mientras su técnica crecía, su visión se apagaba. Dos trasplantes de córnea fallidos fueron preludio de lo inevitable. Una ola, en el peor momento, le reventó el ojo que aún veía. Desde entonces, oscuridad total.

El miedo lo derribó por un tiempo, pero no lo dejó quieto. “Podía sentarme a ver pasar la vida, o montarme en ella”, recuerda. Eligió lo segundo. Eligió seguir surfeando.

¿Cómo se equilibra sobre una tabla cuando no se ve nada? “Con los oídos”, responde. “Soy como un murciélago del mar”. Su radar es el sonido de la espuma: cuando choca a su espalda, sabe dónde está el norte. Pero si sopla el viento sur, el eco se distorsiona y todo se vuelve confuso, peligroso. Aun así, persiste.

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'Surfear la vida', de Aitor Francesena, es una recopilación de reflexiones para superar los miedos.

'Surfear la vida', de Aitor Francesena, es una recopilación de reflexiones para superar los miedos.

De campeón a la literatura

Tres años después de perder la vista, en 2016, Aitor Francesena se convirtió en campeón del mundo de surf adaptado. Desde entonces, ha ganado el título seis veces.

Su nuevo libro no es un manual de surf, como los anteriores (“Las olas contadas” y “Querer es poder”), sino una guía para navegar los miedos cotidianos.

“La vida es igual para todos —dice—. A veces se complica más, pero como en el mar, siempre hay una salida”.

Si algo enseña “Gallo” es eso: que cuando una ola te tumba, primero viene el agobio, luego la calma, y después el instinto de salir a flote. Que la oscuridad puede ser también un lugar de fuerza.

Surfear la vida, en su caso, no es una metáfora. Es su forma de mirar —sin ver— el horizonte.

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