11 de septiembre de 2025 - 07:15

Sara Contrera, la maestra que siembra palabras y derechos en las aulas nocturnas de Mendoza

Premiada y reconocida por enseñar con multidisciplinariedad, esta docente transforma la enseñanza de Lengua y Literatura en un espacio de creatividad y aprendizajes significativos, donde cada alumno encuentra su voz propia.

En las aulas nocturnas del centro de Mendoza, la rutina es cualquier cosa menos aburrida. Allí llega Sara Contrera, profesora de Lengua y Literatura y de Italiano, con sus libros, proyectos y una energía que trasciende el aula. Sus estudiantes, que van desde adolescentes hasta adultos mayores, algunos con historias de vida complejas y otros con compromisos laborales, la reciben con la certeza de que esas horas de clase serán distintas: un espacio donde aprender no solo implica conocer reglas gramaticales o analizar textos, sino también reconocerse, crear y crecer.

Sara es profesora para adultos y en sus clases danzan las letras, la neuroeducación, el arte y la perspectiva de género para transformar la vida de estudiantes atravesados por la vulnerabilidad. “Revalorizar la escuela pública es revalorizar lo que somos como país”, dice la “seño” de 37 años, mamá de Valentino de 5 años y quien aclara que siempre buscó que su enseñanza tenga “un impacto real” en sus alumnos: “Elegí la docencia porque desde pequeña sentí que era mi vocación. Siempre he pensado en cómo se siente una persona cuando vuelve a su casa y no hace lo que le gusta. Por suerte puedo vivir lo que es regresar sabiendo que soy feliz en mi día a día con mi trabajo”, afirma, en diálogo con Los Andes.

El papá que la inspiró

La elección de Lengua y Literatura no fue casual: en su casa, los libros siempre estuvieron presentes. Su padre Exequiel, un hombre que no había podido ir a la escuela, leía cada noche y se recibió a los 74 años en un CENS. Esa pasión por la lectura y la educación marcó su camino, su vocación, su perseverancia. “Mi papá falleció el año pasado. Siempre voy a estar agradecida por todo lo que me enseñó y que aún me sigue enseñando”, dice, orgullosa.

Todas las artes
Sara y sus alumnos en una muestra literaria vinculada al arte, la música, la danza y la pintura. Sus estudiantes, felices. | Foto: gentileza

Sara y sus alumnos en una muestra literaria vinculada al arte, la música, la danza y la pintura. Sus estudiantes, felices. | Foto: gentileza

La formación académica de Sara es amplia: se graduó como profesora de Lengua y Literatura y de Italiano, y cursó una maestría en Lingüística y Cognición con especialidad en Bilingüismo en la UNCuyo. Su tesis se centró en las emociones y su vínculo con la neuroeducación, una perspectiva que aplica cotidianamente en sus clases. “El aprendizaje significativo se logra mejor involucrando aquello que les gusta, sus creencias, intereses y emociones… Desde allí creo el conocimiento y planeo mis clases”, explica. Este enfoque se traduce en proyectos interdisciplinarios que abarcan arte, música, reflexión sobre temáticas sociales como perspectiva de género y ecología, y buscan potenciar las capacidades de cada alumno.

Enseñar, aprender, sanar… y un elefante de tamaño real

El aprendizaje basado en proyectos (ABP) es el “ABC” de su práctica pedagógica. Desde sus comienzos, Sara atraviesa las materias con creatividad y motivación, involucrando a los estudiantes en experiencias significativas.

Una de sus iniciativas más impactantes fue paralizar el colegio para montar una muestra artística donde los estudiantes exhibieron libros que habían escrito, tocaron instrumentos, cantaron, bailaron y pintaron un mural. “Sacamos del aula hacia afuera todo lo que hacemos dentro de ella”, recuerda Sara, orgullosa, ya que cada proyecto tiene una dimensión social: por ejemplo, un elefante tamaño real, hecho con material reciclado inspirado en un libro de un escritor mendocino, fue donado a un jardín de infantes.

Sara recuerda a una alumna que había abandonado la escuela siendo adolescente por violencia familiar y logró terminar su curso y presentar un libro autobiográfico. Al leerlo en voz alta, varias estudiantes se emocionaron hasta las lágrimas. Otro caso fue un joven migrante, que nunca se había animado a expresarse; a través de un proyecto de música y narrativa creó una canción con versos propios, interpretada frente a todos, experimentando la primera sensación de orgullo académico en su vida.

Su mirada con perspectiva de género se consolidó con los años. “Muchas mujeres que asisten a los CENS viven o han vivido violencia de género, sobre todo por continuar estudiando”, explica. La docente entiende que su rol no se limita a enseñar contenido: implica también ser un sostén emocional y un puente hacia oportunidades y derechos. Recuerda a una estudiante que enfrentaba presión familiar para abandonar los estudios y pudo presentar un proyecto de lectura destacado en la muestra final, reforzando su autoestima.

En busca de la educación que incluye

La experiencia de Sara no se limita a Mendoza. En Chile, realizó un intercambio con la escuela “El Panal” de Maitencillo y se acercó a la pedagogía Reggio Emilia, un sistema constructivista que prioriza el juego libre, la exploración y el aprendizaje a través de la naturaleza y las emociones. Este enfoque la inspiró a pensar en un proyecto educativo alternativo para adolescentes en Mendoza, combinando metodologías como Reggio Emilia y ABP, pero accesible para todos. “El gran obstáculo es económico, pero sigo pensando que se puede lograr”, afirma.

Trabajo colectivo
En una muestra en la escuela Químicos argentinos. "Desde mis comienzos he atravesado mis clases desde la interdisciplinariedad, el arte y las motivaciones de mis estudiantes", afirma Sara. | Foto: gentileza

En una muestra en la escuela Químicos argentinos. "Desde mis comienzos he atravesado mis clases desde la interdisciplinariedad, el arte y las motivaciones de mis estudiantes", afirma Sara. | Foto: gentileza

Sara enseña en escuelas públicas, convencida de que allí puede aportar más y contribuir a revalorizar un sistema educativo fundamental para el país. Ha trabajado “en casi todas las escuelas de Mendoza” y actualmente se desempeña en el CENS 3-462 y en el CENS Policías Héroes de Mendoza, en Capital. Su vocación la ha llevado a interactuar con estudiantes de edades muy diversas: desde adolescentes hasta un alumno de 74 años. “Más allá de la edad, son como mis hijos. Los chicos necesitan muchas cosas, pero la primera y fundamental es el afecto. Cuando un chico se da cuenta que lo querés de verdad, su actitud cambia en todo sentido”, completa.

Impacto emocional, el bastión pedagógico de Sara

Las distinciones que recibió —semifinalista de Docentes que Inspiran en 2024 y reconocida como una de las “Mujeres que educan” en 2025— las valora, pero su mirada sigue puesta en los estudiantes. Sara es consciente de los desafíos de la docencia en Argentina: su labor requiere responsabilidad, creatividad y pasión en un contexto donde las condiciones laborales y salariales dificultan que muchos ejerzan con placer y alegría. “Ojalá podamos recobrar el prestigio y el valor que históricamente ha tenido la figura del docente, porque sin ellos no somos nada”, reflexiona.

Además de los logros académicos y artísticos, Sara rescata el impacto emocional de su trabajo: un alumno que repetía la escuela por desmotivación y conflictos familiares logró finalizar un proyecto de literatura presentado en la feria; sus compañeros lo aplaudieron y, según ella, fue “la primera vez que sintió orgullo de sí mismo y de lo que podía crear”. Otro ejemplo fue la integración de estudiantes migrantes en proyectos colectivos, donde la escritura y el arte sirvieron de puente para construir identidad y confianza, rompiendo barreras sociales y culturales.

Más allá de los premios y distinciones, la fuerza de Sara Contrera radica en el aula. Cada proyecto, cada intervención artística, cada libro escrito por un alumno es un testimonio de su convicción: enseñar es construir, emocionar y transformar. “Básicamente, sacamos del aula hacia afuera todo que hacemos dentro de ella”, explica la entrañable docente.

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