5 de octubre de 2025 - 08:05

Pantallas con propósito: así son los videojuegos que desarrolla el Conicet para prevenir el grooming y el bullying

El inédito trabajo brindará competencias sociales y cognitivas a niños y adolescentes de forma lúdica.

En un tiempo en el que las pantallas se vuelven escenario cotidiano de la niñez y la adolescencia, un grupo de investigadores busca que los videojuegos no solo entretengan, sino que también protejan. Dos proyectos impulsados desde el Conicet, con apoyo de la Universidad Austral (UA) y la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), avanzan en la creación de experiencias virtuales diseñadas para prevenir el grooming y el bullying.

Ambas iniciativas se inscriben en el paradigma de los Serious Games -videojuegos serios-, que combinan el atractivo lúdico con un propósito educativo y transformador. “Las nuevas tecnologías son fantásticas, pero también hemos visto crecer los casos de grooming y bullying, sobre todo después de la pandemia. El acceso temprano a internet multiplicó los riesgos. Por eso pensamos en usar la misma tecnología como aliada para prevenir”, explica Santiago Resett, investigador del Conicet, licenciado en Educación y doctor en Psicología.

Detectives virtuales contra el grooming

El primero de los proyectos, en desarrollo junto con la Universidad Austral, está destinado a niños y niñas de entre 9 y 12 años: una franja etaria que, como señala Resett, “ya no juega con maderitas, pero todavía no es adolescente”. En ese intersticio, muchos comienzan a usar teléfonos propios o compartidos, pese a que no siempre sea lo recomendable.

El videojuego propone utilizar esa exposición es una experiencia nutritiva: niños y niñas en rol de detectives. La historia arranca cuando la policía contacta al jugador (protagonista) para investigar la desaparición de un chico de su edad, víctima de acoso sexual en línea. Para resolver el caso, se deberán recorrer cuatro escenarios —la casa, la escuela, el club y la plaza— recolectando pistas y resolviendo acertijos. El desafío consiste en identificar señales sospechosas en perfiles de redes sociales o en conversaciones digitales.

Cada decisión correcta otorga puntos y, a la vez, activa mensajes de prevención que aparecen en pantalla. “Es un juego entre lo lúdico y lo formativo: como cuando nuestros padres nos advertían que no aceptáramos regalos de desconocidos, pero ahora trasladado al plano virtual”, describe Resett.

Santiago Resett
"La tecnología es fantástica, pero hay que monitorear las pantallas", dice el experto. | Foto: Prensa Conicet

"La tecnología es fantástica, pero hay que monitorear las pantallas", dice el experto. | Foto: Prensa Conicet

El equipo ya tiene desarrollados el guión, los personajes y gran parte de las animaciones. El objetivo es contar con una versión final a fines de 2025 y lanzarlo oficialmente a comienzos de 2026. Antes, los investigadores planean realizar sesiones de prueba con chicos y chicas para ajustar la experiencia a partir de sus reacciones.

Contra el bullying: realidad virtual y el rol “testigo”

El segundo videojuego se trabaja en colaboración con la UADE y apunta a adolescentes. Se trata de una simulación en realidad virtual que sitúa al jugador en el patio de una escuela, frente a una escena de hostigamiento.

La propuesta invita a ponerse en el lugar del “testigo”: no es víctima ni agresor, sino aquel compañero que presencia la situación. El jugador debe elegir cómo actuar entre tres caminos posibles: no hacer nada, sumarse al hostigamiento o denunciar el hecho a un adulto. Y, al estilo “elige tu propia aventura”, cada decisión desencadena consecuencias distintas y plantea dilemas éticos.

“En el bullying hay un lema: sin público no hay espectáculo. Los agresores no son mayoría: uno de cada diez alumnos suele hostigar. La clave está en el grupo de observadores, los que ven de afuera. Su rol es clave” advierte Resett.

Para esta experiencia se requiere un casco de realidad virtual, aunque el equipo trabaja para que también pueda descargarse como aplicación gratuita y utilizarse en escuelas o en los hogares.

Investigación, guión y alianzas

Ambos videojuegos son posibles gracias a un entramado que combina investigación académica, diseño de guiones y programación. Resett, oriundo de Entre Ríos, ideó el proyecto y lo amplió con un equipo interdisciplinario que incluye psicólogos especializados en violencia escolar y profesionales del diseño y la animación digital.

Los proyectos están desarrollados en un 50%. La idea -asegura- es lograr un producto final que no solo entretenga, sino que aporte competencias críticas: atención, lectura de señales, empatía y capacidad de respuesta.

Por ahora, los videojuegos no cuentan con un financiamiento estable. Se sostienen “a pulmón”, con el trabajo de investigadores, docentes y programadores. “La idea es que sea una app gratuita para descargar. No buscamos un negocio, sino un recurso de simple acceso para todos los niños y adolescentes”, planteó el educador.

Roblox, entre el límite y el acompañamiento

El investigador también analiza el temor de muchas familias frente a plataformas masivas como Roblox. “El problema no es el videojuego en sí, sino cómo se acompaña su uso. No se trata de prohibir, sino de supervisar: conocer lo que juegan los hijos, advertirles de los riesgos, monitorear conversaciones con desconocidos”, sostiene.

Advierte, sin embargo, que ningún videojuego puede ser por sí mismo formativo: “Todo depende del contexto. Si un chico crece en un entorno con límites y valores, el juego no va a dañarlo. Si no hay colchón afectivo ni acompañamiento, sí habrá más riesgos”.

Detectives contra el grooming
El juego para niños de 9 a 12 años se lanzaría en pocos meses para que pueda descargarse en forma gratuita. Foto: Resett.

El juego para niños de 9 a 12 años se lanzaría en pocos meses para que pueda descargarse en forma gratuita. Foto: Resett.

El investigador también señala la falta de regulación frente a fenómenos como las apuestas en línea y la pornografía adolescente, alentadas por una maquinaria publicitaria que, según dice, “promueve la fantasía de volverse millonario en un clic”.

“Hay que ponerse al hombro la crianza”

Cuando se le pregunta si sufrió bullying en su infancia, Resett responde que no: apenas alguna cargada aislada, pero lejos de las situaciones de hostigamiento sistemático que estudia hoy. Reconoce que su rechazo al maltrato viene de la formación recibida en casa, con una madre psicopedagoga.

Al analizar por qué los casos de bullying aumentaron en los últimos años, sostiene que uno de los factores es el "corrimiento" de los estilos de crianza. De la rigidez autoritaria se pasó a una permisividad extrema: padres que creen que basta con dar afecto, pero que descuidan la importancia de los límites. Explica que esas fronteras —aunque impliquen incomodidad— son necesarias para enseñar esfuerzo, tolerancia a la frustración y responsabilidad.

Y concluye: “Hay que ponerse al hombro la crianza. El tema es que implica un desgaste y no todos quieren asumir ese peso hoy en día”.

La multa a los padres por bullying: “Está bien que duela el bolsillo”

El especialista fue consultado por la reciente propuesta del Gobierno de Mendoza de multar a los padres de alumnos que cometan bullying. La iniciativa, enviada por el Ejecutivo a la Legislatura, busca modificar el Código de Contravenciones para que los adultos responsables sean sancionados con multas económicas o trabajo comunitario si no acompañan a sus hijos en la corrección de conductas violentas.

Me parece bien la iniciativa que han tomado en Mendoza. El bullying se previene trabajando en la conciencia y en la calidad de los vínculos, pero cuando un alumno persiste en hostigar a otro, tiene que haber consecuencias. Y los padres de chicos agresores muchas veces, niegan la situación, la minimizan o son desafiantes, incluso agresivos. En esos casos, una sanción económica puede ser complementaria: como una multa de tránsito, duele en el bolsillo y eso también es un modo de prevenir”, explicó Resett.

En ese sentido, el investigador recordó que la Justicia ya viene sancionando sobre casos de bullying mediante compensaciones económicas y civiles a las familias de víctimas, tal como ocurrió este año en Mendoza, con un fallo judicial inédito en donde se determinó que la Dirección General de Escuelas (DGE) debía indemnizar por $4, 5 millones a los padres de una niña que, con 11 años, sufrió hostigamiento en una escuela pública de Godoy Cruz.

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