Mendoza, pieza clave en un acuerdo científico internacional para la paleontología
El proyecto surge del Conicet e involucra a más de 20 especialistas de distintos continentes, además de cuatro laboratorios de primer nivel. Busca estudiar la evolución de la fauna y flora que siguieron a la extinción de los dinosaurios en el altiplano.
El equipo internacional: Marivaux,Antoine (ISEM), Pujos, de Conicet-Mendoza (el tercero, de izq a der), y Andrade Flores (MNHN). | Foto: gentileza
Una alianza de cooperación internacional para realizar estudios paleontológicos acaba de formalizarse entre elConicet Mendoza, el Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia (MNHN) y dos institutos de la Universidad de Montpellier (UM), en Francia. Pero más allá del alcance global del acuerdo, hay un dato clave: el proyecto está coordinado desde la provincia y se apoya en sus recursos científicos, tecnológicos y logísticos.
El convenio —que involucra a más de 20 especialistas de distintos continentes y cuatro laboratorios de primer nivel— busca profundizar el estudio de la evolución y los cambios en la paleobiodiversidad que siguieron a la extinción de los dinosaurios, con especial foco en territorios bolivianos. La mirada se posa sobre un capítulo clave de la historia natural sudamericana, y Mendoza surge como nodo articulador.
Una trayectoria que comenzó hace 15 años
El convenio formaliza la continuidad de un trabajo que, en realidad, lleva década y media. Nació de la colaboración entre Bernardino Mamani Quispe, entonces curador del MNHN de Bolivia, y François Pujos, investigador del Ianigla (Conicet-UNCuyo- Gobierno de Mendoza). Con los años se sumaron instituciones, especialistas, disciplinas y recursos que consolidaron una red científica estable.
Hoy, la coordinación del proyecto está en manos de Pujos, quien articulará la investigación con Vanesa Serrudo (curadora e investigadora del MNHN) y dos referentes de Montpellier, Pierre-Olivier Antoine y Philippe Münch. Juntos, sostienen una dinámica científica que abarca desde expediciones remotas en los Andes tropicales hasta análisis de altísima precisión en laboratorios especializados.
Mendoza como plataforma científica
En diálogo con Los Andes, Pujos, investigador francés radicado en Mendoza, explicó que la participación de la provincia es mucho más que un aporte periférico: “Mendoza ofrece su conocimiento sobre distintos grupos de animales, organiza campañas paleontológicas y sostiene tanto la parte científica como la logística”, explica.
Parte del peso de la provincia proviene de su infraestructura. El Ianigla cuenta con equipamiento de avanzada, entre ellos un tomógrafo que permitirá analizar piezas fósiles con un nivel de detalle que no sería posible en campo. A esto se suma la disponibilidad de especialistas capaces de estudiar plantas, mamíferos y otros componentes de los ecosistemas prehistóricos.
La cooperación prevé que especímenes recolectados en Bolivia sean estudiados también en Mendoza, ampliando las capacidades analíticas del proyecto y ubicando a la provincia como un centro regional para el estudio de fósiles andinos.
Un convenio que abre puertas
Este es el tercer acuerdo de cooperación entre las instituciones, pero su firma se demoró seis años principalmente por razones sanitarias (Covid-19) y administrativas . Para los investigadores, representa mucho más que un gesto formal: es la herramienta legal que permite trabajar con respaldo institucional, solicitar fondos internacionales y garantizar protección patrimonial a los materiales estudiados.
El acuerdo sostiene una estructura científica ya robusta, con proyectos que se alimentan de los aportes de especialistas de Argentina, Bolivia, Estados Unidos, Canadá, Francia, España y Colombia, entre otros países. Al mismo tiempo, fortalece a las instituciones bolivianas, posibilitando la formación continua de recursos humanos tanto en Mendoza como en La Paz.
“Buscamos también seguir formando investigadoras e investigadores aquí y en Bolivia”, resume Pujos. Ese objetivo refuerza el papel de Mendoza como “padrinazgo científico” en la región andina.
Redescubrir la evolución sudamericana fuera del “patrón patagónico”
Durante décadas, gran parte de lo que se sabía sobre la evolución de los organismos en Sudamérica provenía casi exclusivamente del registro fósil patagónico. Esa concentración se debía, en parte, a la accesibilidad geográfica a los yacimientos del Sur. Sin embargo, esto dejó en sombra procesos evolutivos que ocurrieron más al Norte, especialmente en los Andes tropicales.
Desde hace 20 años, los trabajos en la Amazonia peruana y brasilera y en los Andes principalmente de Bolivia han cambiado ese mapa: se identificaron más de 300 nuevas localidades fósiles en la Amazonia peruana, ampliando el panorama de especies, climas, ecosistemas y transformaciones que marcaron la historia del continente.
El proyecto coordinado desde Mendoza profundiza esa búsqueda. ¿Cómo influyó el crecimiento de los Andes en la evolución de la fauna, según la altura de sus picos a lo largo de los años? ¿Qué similitudes, qué diferencias entre los biomas a lo largo de millones de años?
Las respuestas todavía no están, pero las primeras pistas ya muestran divergencias notables. En Bolivia aparecen géneros y especies completamente distintos de los conocidos en la región cuyana, aun cuando pertenecen a los mismos grandes grupos —por ejemplo, perezosos gigantes, gliptodontes y ungulados nativos, pero con líneas evolutivas propias. También aparecieron criaturas extraordinarias, como el célebre caimán gigante amazónico Purussaurus del tamaño de un tiranosaurio, o incluso especies nuevas que el equipo prefiere mantener en reserva hasta su publicación.
Esqueleto-de-ungulado-nativo-del-Mioceno
Uno de los vertebrados hallados por el equipo internacional, liderado por el Conicet Mendoza.
Gentileza
El equipo sostiene que comprender la paleobiodiversidad post-dinosaurios implica mirar el continente como un mosaico. Cada región —desde Patagonia hasta los Andes tropicales— aporta piezas distintas de un rompecabezas evolutivo enorme. La alianza internacional, con sede operativa en Mendoza, busca justamente unir esas piezas.
La expectativa es que las investigaciones conjuntas permitan responder preguntas de gran escala y, al mismo tiempo, fortalecer a las instituciones latinoamericanas involucradas. Para Mendoza, representa un rol estratégico: ser puente, laboratorio y referencia científica en uno de los proyectos paleontológicos más ambiciosos de la región andina.
Mendoza aporta su propio registro fósil
La provincia no solo presta apoyo científico: también es parte del objeto de estudio. Pujos señala dos localidades mendocinas de gran relevancia para entender la evolución de los mamíferos, aunque su estudio paleontológico ya se realiza por afuera de este último estudio de cooperación internacional. Un yacimiento se ubica al sur de Malargüe, con registros fósiles que alcanzarían los 22 millones de años y el otro, Las Huayquerías, se encuentra en San Carlos y revela un ecosistema perdido de entre 8 y 3 millones de años.
Este último hallazgo se convirtió en noticia recientemente luego de que se publicara un estudio científico internacional, liderado por especialistas del Conicet que, después de más de diez años de trabajo, reconstruyó por primera vez cómo eran los ambientes y las especies que habitaron hace millones de años en territorio mendocino.
Ambos yacimientos, según Pujos, son comparables en importancia a los de Bolivia para reconstruir la historia biogeográfica de nuestro continente.