Marina Walker, la mendocina que investigó los Panamá Papers: “Más que nunca tenemos que pedir cuentas al poder”

La periodista mendocina explica de qué se trata lo que denomina “corrupción legalizada”. Las noticias falsas y el rol de la mujer.

Marina confía en las nuevas tecnologías y la investigación periodística en colaboración con otros colegas y equipos / Gentileza
Marina confía en las nuevas tecnologías y la investigación periodística en colaboración con otros colegas y equipos / Gentileza

El trabajo del equipo que integra la periodista mendocina Marina Walker ha sido premiado en más de 50 oportunidades alcanzando, en 2017, el Premio Pulitzer por Panama Papers, una de las más grandes colaboraciones de periodismo de investigación de la historia junto a la de los Paradise Papers, que ganó el premio en la categoría Periodismo Explicativo.

Ambas se realizaron bajo la dirección de Walker, desde el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés) con sede en Washington DC.

Egresada de la UNCuyo, ex redactora de Los Andes, Marina continuó sus estudios de posgrado en Estados Unidos. Cuenta que su experiencia puede servir y animar a las generaciones más jóvenes a buscar caminos no tradicionales y tomar decisiones a veces guiadas por la intuición.

“Una de las cosas que más me motiva del periodismo de investigación es la posibilidad de ser completamente independiente de todas formas de poder. En esta sociedad polarizada, en la que se pone en duda el valor y el rol del periodismo en la sociedad, poder mostrar a través del periodismo de investigación que somos fieles a esas formas radicales de independencia del poder, es fundamental. Creo que más que nunca tenemos que pedir cuentas al poder, en todas sus manifestaciones: el poder político, el poder corporativo, el poder eclesial, el poder de las ONG, de la sociedad civil, el poder de los medios”.

Sobre la investigación, resalta: “Cuando hablamos de este periodismo, muchas veces pensamos en actividades ilegales. Es súper obvio y necesario enfocarse en eso. Pero me parece que es mucho más interesante e importante, lo que yo llamo la corrupción legalizada. Esas instancias que como sociedad nos hemos por algún motivo decidido a que sean legales, pero son profundamente inmorales”.

Para ampliar el concepto, cuenta que cuando empezaron a trabajar sobre los paraísos fiscales hace más de 10 años, “nadie nos daba bola (dice entre risas), porque estaba aceptado que eso era legal. Y en parte es verdad. En muchos lugares esas prácticas están legalizadas pero eso no significa que las pasamos por alto, que las aceptamos. Generan inequidad y dan lugar a otras prácticas que son ilegales. Entonces lo que tenemos que hacer es investigar sistemáticamente esas prácticas y de forma sostenida en el tiempo. Estos sistemas crean inequidades que las pagan la democracia y la economía”, asegura.

Walker agrega: “Algunos tienen la posibilidad de regirse por otras reglas que no son las que nos rigen al común de los mortales; pueden no contribuir a través de la forma más básica y del contrato más básico y fundamental de nuestras sociedades que es el pago de impuestos para el bien común. Ahí se entiende la conexión que existe entre crímenes financieros y casos de corrupción política y la realidad de la gente de que suba el boleto del micro, que no podamos pagar el gas o que las escuelas no puedan dar respuestas en épocas de Covid-19 porque no hay presupuesto”.

Muy convencida resalta: “El mandato del periodista de investigación es incomodar al poder y, para que sea posible, hay que sumarle la colaboración. Es un nuevo paradigma. Hemos dejado de vernos como competidores. Hemos aceptado el reto de compartir con otros y que hay historias que trascienden nuestras redacciones y nuestros egos. Uno de los grandes avances que hemos hecho los periodistas de investigación es abrazar la visión de que la investigación la hacemos por la razón de ser de nuestra profesión, que es cambiar algo”. Asegura que repensar la investigación periodística como un contrato solidario entre periodistas de distintos medios y nacionalidades, es el cambio paradigmático más importante que el periodismo de investigación ha experimentado en los últimos 50 años.

En este sentido, comenta que a partir del acceso a las nuevas tecnologías y la colaboración, el periodismo de investigación es un espacio mucho más democrático y amplio. “Quien pueda poner las tecnologías al servicio del periodismo, tiene una enorme ventaja y puede realmente implicarse desde edad muy temprana, incluso por afuera de los medios tradicionales, en nuevos espacios mediáticos que se están creando cada vez más, ya sean sin fines de lucro, cooperativas y tantas nuevas formas que están surgiendo como respuesta a la crisis de los medios”.

Marina Walker hace unos días estuvo presente en la Feria del Libro de Mendoza. Desde Washington participó de la mesa temática “El periodismo post pandemia” junto a los reconocidos periodistas Hugo Alconada Mon (Diario La Nación) y Florencia Halfon (Futurock).

Desinformación y noticias falsas

Sobre las noticias falsas, la investigadora opina que desde las grandes redes, muchas veces impulsan desinformación estratégicamente, por motivaciones políticas, para crear caos, por ejemplo en procesos electorales. “El caso más claro que hemos visto es Estados Unidos. Eso está potenciado por la falta de regulación de las redes sociales y de otras plataformas. El hecho de que haya líderes mundiales, incluido el ex presidente de EEUU que usan el término “fake news” para referirse al periodismo, creando todavía mayor confusión y poniendo en duda la existencia de la verdad, y la necesidad y el rol que el periodismo juega en una democracia”.

Por esta razón afirma que a los periodistas “nos toca salir del papel de víctimas y ser muy proactivos en el chequeo de los datos y en redoblar esfuerzos para acercarnos lo más posible a la verdad, para no poder ser atacados. Estamos en un momento de enorme escrutinio de nuestra profesión. Es un buen momento para revisar nuestras prácticas al interior de nuestros medios. ¿Cómo estamos informando? Es una buena oportunidad para plantearnos si seguimos haciendo este periodismo de “él dijo, ella dijo” en las que el lector finalmente se queda con un signo de pregunta, o nos ponemos las pilas para buscar otras aproximaciones a la verdad, como el periodismo de datos, que nos ayuda a salir de la polarización. Y lo otro, es ser transparente con los procesos, lo que implica tener una relación mucho más cercana y más horizontal con nuestras audiencias. Sin ellos, no somos nada”.

El rol de la mujer

Cuenta que cada vez más ve a mujeres que están liderando equipos e investigaciones. “Sin querer hacer distinciones de género que pueden ser complicadas, me parece que la intuición femenina, la capacidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo, el ser laburadoras, que los vínculos a veces nos cuesten menos y que esa inteligencia emocional complementa la otra inteligencia, pueden portar algo distinto”.

Destaca que las mujeres están cumpliendo un rol muy importante, específicamente en iniciativas que tienen que ver con datos y con tecnología. “Algo que me alienta es ver mucha más solidaridad entre las mujeres periodistas. Existen redes como Chicas Poderosas y muchas más en las cuales nos hemos dado cuenta de los desafíos que enfrentamos, que la discriminación todavía existe en las redacciones y que tenemos que unirnos, formarnos y animarnos a hacer grandes cosas. Lo que yo he logrado, también lo he logrado porque he tenido modelos de mujeres que me iban mostrando el camino”. Acota: “Es justo decirlo, también ha habido hombres que han sido grandes aliados que intencionalmente han decidido ser aliados en las redacciones dándose cuenta de las dinámicas complicadas que todavía existen”.

Añade: “Mi consejo sobre todo a las periodistas mujeres jóvenes, es abrir los ojos y buscar esas aliadas y aliados; animarse a pedir consejos; buscar mentores. En las carreras nadie se hace solo. Todos estamos parados sobre los hombros de mujeres y hombres que se la han jugado, que ya han abierto camino adelante nuestro”.

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