Los lectores adolescentes impulsaron las ventas en la Feria del Libro de Mendoza

El hábito positivo se instaló con la pandemia. Es el público que más compra y tiene un perfil definido. Lo hacen pese al aumento de precios, por lo que crearon sitios especiales para ellos en el Le Parc.

En el Le Parc las librerías crearon sitios especiales para los adolescentes en sus stands. La respuesta fue muy positiva.
En el Le Parc las librerías crearon sitios especiales para los adolescentes en sus stands. La respuesta fue muy positiva.

En las librerías ya lo saben y la Feria del Libro, que cierra hoy sus puertas, lo confirmó: los jóvenes están impulsando el consumo de ejemplares y se posicionan como el segmento más fuerte.

Lejos quedaron los anquilosados comentarios de los mayores: “Los jóvenes no leen”. Hoy, los libreros hasta se atreven a asegurar que hay un segmento que los posiciona entre el público más lector. Se trata de un fenómeno que se observa desde hace unos años pero que se afianzó con la pandemia.

Además del interés por determinados contenidos y formatos, las redes sociales han jugado en esto un rol protagónico: el entorno digital es su territorio, es el lugar donde se encuentran e intercambian y, con el aislamiento, se transformó en el lugar privilegiado de socialización ante la ausencia de otros ámbitos. Desde allí, tomaron relevancia personajes o influencers que promocionan libros y el contagio parece haber sido inevitable.

En ese momento, en que el Covid dejó a todos puertas adentro, los libros se presentaron como una opción que terminó por cautivar y generar una comunidad lectora que se afianza. Los más ávidos son los adolescentes.

La Feria los recibió amigablemente, creando espacios específicamente para ellos y sus gustos. Muchas librerías se adaptan a su perfil. Los pasillos y puestos en el Espacio Julio Le Parc los convocaron y, según aseguran en las librerías, son los que hacen todo lo posible por comprar eso que les gusta.

Hábito ganado

“La literatura infanto- juvenil es nuestro perfil”, sostuvo Santiago, el encargado de Rayuela, la tradicional librería mendocina de calle Garibaldi, que se adaptó a este público.

Como otros consultados, el comerciante reconoció que las ventas han sido menores a las de otros años pero aún así superaron las expectativas, dadas las condiciones socioeconómicas. Sin embargo, dijo que los adolescentes, como sea, se las arreglan para comprar el libro que quieren.

“Por nuestro perfil tenemos un público adolescente y si ellos quieren un libro, lo compran”, contó Santiago. “Los precios han subido y a la gente le cuesta más, pero en ese segmento vemos que juntan la plata y se lo compran”, añadió.

Según él, se trata de un hábito adquirido. Dijo que son la generación de Harry Potter que ya se habituó a leer. Hay otros que apuntan otras interpretaciones, como la moda o un sentido de pertenencia.

Como contrapartida, para el encargado de Rayuela en adultos se observa una disminución drástica de unos años a esta parte. “Hay poca gente de más de 30 años que venga a buscar un libro que no sea por estudio”, sentenció.

Hay un punto interesante a destacar: son chicos nativos digitales. Sus consumos se dan mayormente en ese terreno y, pese a que hay muchos libros accesibles por este medio, los que cuentan con el dinero aprecian poder tener entre sus manos el libro impreso, incluso luego de haber leído la versión digital.

Qué leen

“Leen manga. Es un público especial, es una tribu aparte”, aseguró Santiago. Tanto así que su librería montó un puesto aparte exclusivamente para este segmento.

La librería Cúspide también instaló una mesa específica de literatura juvenil con un apartado especial para manga. Aseguran que los adolescentes de entre 10 y 16 años son su público más fuerte.

Cecilia, una vendedora, contó que esto se vio impulsado fuertemente desde la pandemia y que antes de ella no tenían tanta venta de literatura juvenil. “Ni siquiera tanta reposición y ahora es lo que más llega”, comentó. “Hay mucho consumo de manga, sobre todo en los varones. Las adolescentes consumen más literatura romántica juvenil”, refirió.

En este punto hay una gran brecha en cuanto al acceso: un manga cuesta unos 850 pesos mientras que los segundos rondan los 4.000 o 5.000 pesos. “Pero se consume mucho”, apuntó la vendedora. " Tienen menor poder adquisitivo, pero se agrupan varias chicas y los comparten”, explicó desde su experiencia.

Por otra parte, dijo que los mangas son algo antiguo que antes consumía un grupo pero que se han puesto de moda nuevamente.

Guadalupe empezó a leer porque su hermana mayor leía y por eso sus inicios, más o menos a los 12 años, fueron con el mismo tipo de lecturas: novelas románticas. Hoy tiene 15 pero sumó opciones: “También leo policiales y fantásticas, ciencia ficción, algo de terror, a veces es un policial o de terror pero con una historia romántica”. Confió que, por ahora, está atravesando un “bloqueo de lector” pero aseguró: “Si el libro me atrapó capaz que en dos días lo leo”.

Respecto de la feria sostuvo: “Los libros me parecieron caros. Encontré varios que me gustaban mucho pero me costó tomar la decisión porque lo iba a pagar con mis ahorros. Finalmente me decidí y, aunque para mí era un montón de plata, me compré igual uno que me encantó, un policial”.

La vendedora de Cúspide dijo que van los padres y compran para sus hijos pero no para sí mismos porque destacó que ahora el libro es un consumo de lujo. Esto está particularmente asociado al aumento de los costos y especialmente, en el último tiempo, del papel.

Explicó además que después de los 18 a 20 años hay una especie de bache, una baja en el consumo. Por su experiencia pudo contar que sucede porque no saben qué leer, porque comienzan la facultad y tienen menos tiempo o quizás comienzan a leer temas más vinculados a su elección profesional. A partir de esa edad eligen mucho literatura argentina o temas de actualidad.

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