Lita Tancredi cumplió 90 años: “Dediqué mi vida al arte y hoy recibo la recompensa”

Nacida el 16 de abril de 1934, Lita supo ganarse un lugar de privilegio en el mundo del arte mendocino. Hoy, ya bisabuela, recoge los frutos de lo mucho que sembró a través de las décadas. Su historia.

Lita hoy, en su casa
Lita hoy, en su casa

Artista, bailarina, docente, directora, creativa. Hay tantas formas de definir a Lita Haydée Tancredi que resultaría imposible resumir a esta mujer multifacética en una sola palabra.

Lo cierto es que el pasado martes 16 Lita celebró jóvenes 90 años de vida y este domingo se prepara para el festejo familiar en el Club Hípico, con una gran “empanadeada”.

Lúcida, vital, alegre, Lita vive en Ciudad. Pasa sus días apacibles rodeada de familia y recordando sus épocas de oro, que le dejaron vivencias inolvidables y el amor de mucha gente querida.

“Hice lo mejor que pude para brindarle arte a Mendoza. La mejor receta es trabajar con amor y entusiasmo, porque eso transforma a cada alumno en hijo. Es muy gratificante poder inculcar el amor y la vocación a las futuras generaciones”, reflexiona, con la sonrisa y la espontaneidad de siempre.

Recuerda que fue a los cinco años cuando sintió aquel llamado artístico que aún perdura. También a esa edad pisó por primera vez el Teatro Independencia para actuar en la obra “Las bodas de Flordeluna y Pirimpilo”, de Alfredo Bufano, donde interpretó a una hormiguita. En sus inicios menciona a Adela Ponce Aguirre Boshaldt como una extraordinaria mujer que supo sacar lo mejor de ella y le hizo amar el arte a través de su instituto Santa Cecilia.

Lita y su bisnieto Thiago
Lita y su bisnieto Thiago

Más tarde, lo que todos conocen: su escuela primaria y secundaria fue el Normal Tomás Godoy Cruz donde egresó como maestra. Inmediatamente fue a la UNCuyo y estudió en la Escuela de Música; también estudió inglés, Ciencias Políticas y Sociales y, paralelamente, lo hizo en la Academia Santa Cecilia, donde se adentró en la danza, el teatro y recibió el título de Profesora de Arte Escénico y Teatro.

“Siento que no me he retirado. Por supuesto que a los 90 años es difícil producir, pero sigo y seguiré siempre ligada. A veces pienso en mi edad y me asusto, me parece increíble. Dediqué mi vida a esto y hoy siento y recibo la recompensa”, señala, en diálogo con Los Andes.

Nacida el 16 de abril de 1934 en la Ciudad de Mendoza, es hija de Juan Jorge Tancredi Dibaldi, ferroviario de Buenos Aires, y María Diana Olmos, mendocina. Fue la mayor de tres hermanas, se casó, fue madre de dos hijas, Mónica y Alejandra, y más tarde la vida la golpeó duro cuando quedó viuda, primero, y luego cuando perdió a su hija menor, quien también se dedicaba al arte.

“Es una mujer resiliente supo separar su vida profesional de la personal. El arte fue siempre una compensación para ella, que siguió adelante con gran entereza”, definió Mónica.

Agregó, con orgullo, que su madre siempre les dio a ella y su hermana una gran libertad.

“Podíamos hacer lo que deseábamos, fuimos siempre muy libres y ella nos apoyaba en todo, viajes, estudio, amigos. Hasta nos dio una chequera de un local de ropa para que fuéramos y nos compráramos lo que quisiéramos”, repasó.

“No solo fue una artista, directora y docente sino que fue una administradora y formadora. Así siempre, hasta cerrar su sala en 2020 con la pandemia”, recordó.

Concluyó: “Supo ser una madre presente y una abuela y bisabuela generosa y de avanzada, porque fue abierta en todas las épocas”.

El hecho de cerrar la sala fue un antes y un después en la vida de Lita. Había abierto esa sala teatral en 1957 y allí montaba obras de teatro danza. Eso la mantuvo por años muy activa.

Lita aseguró que uno de los grandes puntos fuertes que llevó adelante fueron las obras infantiles.

“Como formadora, daba clases de danza, teatro y pintura. Insisto, ellos pasaron a ser verdaderos hijos míos. Me enorgullece que grandes figuras del arte hayan pasado por mi sala”, confesó.

Más de seis décadas de vida artística

Lo cierto es que, por un lapso de más de 60 años, Lita se dedicó de lleno a esta profesión basándose en la inclusión social y en la educación a través del arte escénico.

“Fue un verdadero placer trabajar con niños especiales y vivenciar lo mucho que tenían para dar”, sintetizó.

Hasta hoy, y seguramente así seguirá sucediendo, Lita recibe el llamado permanente de directores, artistas, músicos. Todos, de alguna manera, tuvieron lazos con ella y la definen como una mujer admirable, con gran empuje, creativa, inspiradora.

“Vivo recibiendo llamados, no solo ahora, por mis 90 años. Creo que el secreto fue estimular. Repetir algo, perfeccionarlo, ayudar al alumno, entusiasmarlo, que sepa que podía. Creo que así se forma a un verdadero maestro”, definió.

Con su compañía y sus elencos, siempre de calidad, viajó por varios países del mundo y no quedó rincón de Mendoza que no visitara para llevar lo mucho que supo hacer.

Y vuelve a los recuerdos, a la creación de grupos de teatro para adultos con capacidades diferentes. Y, como si eso fuera poco, transmitió su pasión a los adultos mayores generando espacios de alegría, amor y contención en una franja muchas veces olvidada.

Incontables la cantidad de premios y distinciones que recibió a lo largo del tiempo. “Epocas pasadas que me dieron años de mucha felicidad y plenitud y que hoy, a los 90, todavía puedo disfrutar contándoles todos estos relatos a mis nietos Nicolás, Federico y Victoria; mi bisnieto Tiago y a toda mi familia”, reflexionó, para concluir que no existe mayor receta para triunfar en la vida que amar lo que se hace.

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