Desde acá parece impensado hablar de un etiquetado de eficiencia energética de un barrio. Sin embargo, el investigador mendocino Leandro Ferrón trabaja en eso en Bilbao, España, para la Unión Europea.
Elaboran un etiquetado de similares características a los que traen los electrodomésticos. Cuentan con fondos de 14 millones de euros. Cómo es su vida en España.
Desde acá parece impensado hablar de un etiquetado de eficiencia energética de un barrio. Sin embargo, el investigador mendocino Leandro Ferrón trabaja en eso en Bilbao, España, para la Unión Europea.
Participa de megaproyectos en los que están involucrados 15 equipos interdisciplinarios. “Trabajo en dos proyectos relacionados con etiquetado de eficiencia energética de barrios a escala Unión Europea, están involucrados 5 centros de investigación y 7 consultoras privadas, de 11 países”, contó en diálogo con Los Andes este Diseñador Industrial que estudió en la Universidad Nacional de Cuyo y se fue de Mendoza en enero de 2023, cuando surgió esta posibilidad. Tiene 49 años, es doctor en Medioambiente Visual e Iluminación Eficiente y especialista en Gestión de la Innovación en Tecnología.
Explicó que allá hay una apuesta por parte de los gobiernos por desarrollar investigaciones que resuelvan problemáticas que puedan presentarse a futuro o, en tal caso, evitarlas. “Saben que este nivel de consumo no es sostenible y están buscando herramientas para poder medirlo y luego clasificarlos con la intención de hacer mejoras”, resumió.
En definitiva se trata de un concepto similar al de las etiquetas de eficiencia energética que tienen electrodomésticos como las heladeras pero aplicado a un barrio y para elaborarlo evalúan una amplia gama de aspectos.
Los proyectos para los que trabaja cuentan con un financiamiento de 8 millones de euros, uno, y 6 millones y medio, el otro, por un lapso de tres años. Números impensados en Argentina.
Cuando se fue de Mendoza ya hacía muchos años que trabajaba como investigador en el Conicet. Se había dedicado a desarrollar sistemas de iluminación natural pero siempre había tenido la inquietud sobre que estos desarrollos, si bien aportaban mucho, quedaban relegados al ámbito científico. Veía que lugares donde podrían ser aplicados quedaban muy distanciados logísticamente, sobre todo por desconocimiento. Por eso siempre pensó en la importancia de una instancia intermedia para generar condiciones propicias y lograr un impacto en la sociedad.
Justamente es lo que pudo hacer los últimos años antes de irse. “En Conicet trabajé en vinculación tecnológica, es decir que me enfocaba en poner en contacto a empresas, el sector gubernamental, y sectores sociales como cooperativas con grupos de investigación y científicos que estuvieran desarrollando conocimiento que pudiera resolver algunos de sus problemas”, detalló. Esto gracias a que el Estado tenía un programa que se llamaba Vinculadores Tecnológicos Federales que financiaba a las provincias para contratar recurso humano para ello.
Pero la oportunidad de trabajar en el exterior fue tentadora: “Estaba buscando otros horizontes laborales y dentro del ámbito científico solemos tener posibilidades de hacer estancias o investigar con grupos de otros países”.
La investigación en Argentina nunca ha tenido presupuesto sobrado, pero había y Leandro reconoce que, con su experiencia en el exterior, pudo ver que es de muy buen nivel. También ve con pesar el recorte que ha tenido el dinero para ciencia y como se han visto afectados los expertos. Se había ido antes del cambio de gobierno y la motosierra del presidente Javier Milei, pero mantiene contacto, ya que tiene cargo como investigador y charla con sus ex-compañeros.
“El financiamiento para proyectos de investigación está congelado hace un año, así como los sueldos, que prácticamente no se movieron”, contó. “Desde acá me genera sentimientos encontrados, porque me doy cuenta de que hacemos ciencia de muy alto nivel en Argentina pero que no encuentra un correlato en el PBI de Argentina destinado a ciencia o en el interés que el Estado está manifestando en esto”, apuntó.
Al ser consultado respecto del concepto esgrimido por el mandatario ante el recorte en cuanto a que sea el sector privado el que financia la investigación dijo que ese modelo no existe prácticamente en ningún lugar del mundo. “No estoy diciendo que no haya empresas privadas de gran envergadura que hagan investigación pero está orientada al mercado, no a la generación de conocimiento, entonces esa investigación que sí se hace en otros países y que si representa verdaderos avances para la humanidad, es una investigación que definitivamente bancan los Estados”, comentó desde su experiencia.
Dio como ejemplo el caso de sus proyectos en el que hay 15 grupos de investigación de los cuales 10 son públicos y 5 privados, vinculados a megaempresas dedicadas a la tecnología.
Consideró que es una forma más seria de hacer investigación, que se puede pensar que en la UE puede hacerse por el financiamiento pero éste en definitiva es una decisión política.
Recibe financiamiento del programa Horizon de la Comunidad Europea, que promueve la ciencia y que apunta a ver cómo se resuelven los grandes problemas que tendrá Europa en el futuro. Justamente el proyecto en el que trabaja apunta a ser aplicado más adelante y no con inmediatez. La diversidad de equipos suma puntos de vista, buscan ser lo más representativos posibles y abarcar distintos contextos socioeconómicos, culturales, de entorno, etcétera.
Se llama Next Generation Certificated y el objetivo es desarrollar la próxima generación de certificados. Estos podrán tener incidencia en aspectos como la planificación del barrio, la construcción, la renovación, la preferencia de la gente como elección para vivir, entre otros.
En cuanto al proyecto en particular, explicó que no se puede decir si algo consume mucho o poco sin medirlo, para así saber sobre qué variable hay que actuar para controlarlo.
Por eso, han definido indicadores para evaluar los niveles de eficiencia del barrio teniendo en cuenta cuestiones como espacios verdes, cercanía a puntos de interés, movilidad sustentable, sistemas de calefacción comunitarias o distritales o cercanía a centrales de producción de energías renovables. Obviamente también hay que tener en cuenta cuestiones humanas propias de cada zona y grupo demográfico como la idiosincrasia, el aspecto cultural, el nivel educativo y socioeconómico.
Apuntó que en Argentina se estaban empezando a hacer unas pruebas piloto de etiquetado de viviendas, impulsadas por la Universidad de Rosario, y Mendoza era uno de los sitios piloto.
Sobre la ciudad donde vive contó que es bellísima con muy buena accesibilidad urbana y hermosos paisajes con naturaleza, montaña y mar. Agregó que la gente en principio no parece muy abierta pero es muy cálida y en cuanto a las posibilidades de relacionarse afirmó lo mismo que otros que viven afuera: no hay nada como la vida social en Mendoza.
Bilbao tiene 350.000 habitantes y dijo que es como el Gran Mendoza. “Quizás para gente que viene de Madrid o Barcelona es un lugar que resulta aburrido”, opinó.
“En el día a día soy más pobre que en Argentina”, afirmó con humor. Es que allá la vivienda cuesta muy cara y un alquiler ronda los 1.000 euros mientras que un salario promedio puede estar en 1.200 o 1.300 euros.
También es muy costoso mantener un vehículo. Aunque lograr acceder a él puede ser más sencillo, hay costos altísimos como el estacionamiento o los impuestos, lo que implica contar con un promedio de 500 euros mensuales para ello. Por eso, en Bilbao muy poca gente tiene vehículo pero contó que no es un problema porque es una ciudad pequeña que puede recorrerse de punta a punta en media hora a pie. Pero por otra parte, explicó que el dinero tiene otro valor lo que le permite reunir en seis meses el monto para un viaje a la Argentina y consideró qué tal cosa no sería posible en nuestro país y que si eso no fuera una chance no podría vivir afuera.
“Ser investigador acá no es muy destino de lo que es ser investigador en Argentina (...) tenemos la vocación pero también hay que ser un hombre orquesta”, dijo en referencia a la diversidad de aristas que deben abarcar.
Trabaja entre 8 y 10 horas por día dependiendo de la época del año y contó que al trabajar con personas de diferentes países a veces hay muchas diferencias horarias y hay que adaptarse.