La mendocina que supera obstáculos y suma aprendizajes en Italia
Sofía Ochi (26) se fue con su título de comunicadora social hace tres años, pero trabaja en hotelería y crea contenido deportivo. Afirma que afuera vive "en modo supervivencia".
Sofía vive a 50 minutos de Milán, en Bérgamo. | Foto: gentileza
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Grupo argentino en el hotel donde trabajó en Bérgamo.
Sofia Constanza Ochi (26) es una comunicadora que vive hace tres años en Italia. A los 23 años ya tenia su titulo universitario en una mano y el boleto de avión en la otra. Una idea que se había germinado con anterioridad estaba en su punto de concreción, irse a vivir a otro país. O al menos, vivir la experiencia.
A su estilo, apresurado, no acumuló experiencia previa ni planificó demasiado: tomó la decisión mientras cerraba su carrera. “Yo me recibí el 15 de septiembre y el 29 de octubre me estaba subiendo al avión”, recuerda a la precisión.
Hoy vive a 50 minutos de Milán, en Bérgamo, Italia. Del otro lado del charco, sus experiencias laborales han rondado en torno al servicio de hotelería, pero la pasión por su profesión sigue brotando a través de su cuenta de Instagram @Modoolímpico, creada antes de pandemia.
Su vida se divide hoy entre dos países: uno donde aprende a sostenerse sola y otro al que vuelve para recuperar la calma. “Acá uno está en modo supervivencia. Cuando vuelvo a Argentina, descanso la cabeza”.
Sofía Ochi
En el aeropuerto, lista para emigrar.
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La profesión dio su primera pista
Sofía creció en el barrio Villa Marini de Godoy Cruz, en una familia de cuatro: papá, mamá y su hermana. Una infancia sin sobresaltos, optima por momentos. Pero es en este momento donde reflexiona que: “desde chiquita me di cuenta de que me gustaba mucho hablar con la gente. Siempre me retaban por estar atrás charlando o chusmeando con las amigas”.
Ese rasgo encontró un escenario en la escuela primaria, cuando le tocó representar a una conductora de TV en un acto escolar. “Ahí me encantó el poder comunicar, que la gente estuviera atenta a lo que uno dice”. A eso se sumaban los programas que veía en su casa y que luego imitaba: CQC, Showmatch, VideoMatch, Marley, Susana.
Siguió ese impulso: estudió tres años de locución y después completó la licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Maza. Casi no logra recibirse en Mendoza: “Yo ya tenía los pasajes y no me habían aceptado la tesis. En un momento a otro me la aceptaron y pude rendir”. Su título llegó justo a tiempo. Su salida también.
Sofía Ochi
Acto de colación en la Universidad Juan Agustín Maza. Se recibió primero de Locutora y después de Licenciada en Comunicación Social.
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“No huí de Argentina”
La decisión de emigrar no nació de una crisis económica ni de un desencanto nacional. Sofía lo aclara deja en claro: “Yo siempre decía que quería vivir en otro país, conocer otra cultura. No huí de Argentina”. Su hermana ya había viajado meses antes a Italia para tramitar la ciudadanía junto a su abuela, de 76 años. Ambas le allanaron el camino, ella decidió seguirlo.
Cuando viajó a Italia, Sofía se desmayó en el avión. No estaba enferma. “Nunca me había pasado”, dice entre risas. Sostiene que el cuerpo da señales y cree que fue la mezcla de emociones: despedirse sin saber cuándo volvería y, al mismo tiempo, la expectativa de reencontrar a su hermana y a su abuela. “El cuerpo lo demuestra de alguna forma”.
Como si fuera una pausa, una elipsis del tiempo, el cuerpo, por un segundo hizo foja cero.
La vida en Italia
Los primeros meses fueron compartidos. Vivió junto a su hermana y su abuela en un departamento. Era una adaptación acompañada. Hasta que dejó de serlo. “Fue hermoso reencontrarme con ellas, pero después mi abuela se volvió, y un tiempo después también mi hermana”.
Recién entonces, en su relato comienza a notarse la emigración. “Ahí sentí lo que es estar sola en un país desconocido. Aunque tengas amigos, aunque haya gente buena, no es lo mismo no tener a tu familia”. El viaje dejó de ser transición y pasó a ser rutina.
Con ciudadanía en trámite, el camino laboral no fue difícil en términos de oportunidades. Lo difícil fue adaptarse. Su primer empleo fue en un restaurante, donde la contrataron solo porque hablaba un poco de inglés, según dice. Después ingresó a un hotel de cuatro estrellas. “Yo no hablaba italiano y no sabía ni cómo me lo dieron el trabajo”, admite entre risa.
Sofia Ochi
Argentina es pasión, celebrando ser campeón del mundo.
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Dice que el idioma fue el primer obstáculo. Las instrucciones se volvían acertijos. Los errores, parte del sistema. “Vos me decías ‘andá a la derecha’ y yo no sabía qué me estabas diciendo”. Ese obstáculo quedó en evidencia cuando al limpiar una copa se cortó. “Me corté el dedo con una copa limpiándola. Yo no tenía que limpiarla, había entendido mal. No me ayudaron, yo me estaba desangrando (amplifica drásticamente) y no me querían ayudar porque no me entendían. Después, en la farmacia me dijeron que me tendrían que haber puesto puntos”.
Esa situación hoy la sintetiza en una frase: “Acá uno está en modo supervivencia”. Sobrevivir, en ese contexto, es aprender rápido, aguantar y corregir en silencio. No es dramático, dice, pero sí es mental.
En el primer trayecto que le toco ser inmigrante y vivir sola, estuvo varios meses sin trabajo fijo. Hizo algunas horas en restaurantes y vivió con el seguro de desempleo. “Un mes llegué a tener 50 euros en el banco. No podía volver a Argentina, pero tampoco podía moverme acá”. En ese tiempo, hizo entrevistas sin resultados. “Ninguno me quería contratar”. La situación cambió cuando su hermana le sugirió escribirle a una argentina que había emigrado años antes y acababa de comprar un hotel boutique. Sofía la contactó, fue a verla y ese mismo día empezó a trabajar. “Ella tampoco sabía mucho de hotelería, así que aprendimos juntas”. Ahí también descubrió una comunidad inesperada: “Era como una mini cueva argentina, pero en Italia”.
Sofia Ochi
Grupo argentino en el hotel donde trabajó en Bérgamo.
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La comunicación como identidad: seguir, aunque no sea el trabajo principal
Aunque hoy su empleo principal sea el hotelería, Sofía no siente que haya dejado su carrera de comunicación. “Siempre he tratado de hacer cosas de comunicación para no quedarme quieta”. Antes de migrar creó @Modoolímpico, una cuenta de Instagram que sigue la periodista deportiva Sofía Martínez.
Vivir en Europa también le permitió estar cerca de los eventos deportivos que siempre siguió. Es así como durante los Juegos Olímpicos de París, Sofía viajó por su cuenta para generar contenido. Aprovechó la distancia corta y los vuelos baratos: “En una hora y veinte en avión estaba ahí”, dice. Compró entradas, grabó desde las tribunas y compartió lo que veía. “No me lo dio ninguna prensa. Yo fui, me pagué las entradas e invertí lo que tenía”.
Fue como creadora independiente, con su ig. También colabora con el proyecto El Mapa del Hincha y mantiene su vínculo con el deporte desde Italia. “Me cuesta dejar la comunicación; es lo que realmente me gusta”.
Sofía Ochi
En París, durante los Juegos Olímpicos 2024. Creando contenido para Modo Olímpico.
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Ser visitante en su suelo
Regresó dos veces a Mendoza desde que vive en Italia. Lo describe como una sensación de alivio. “Cuando me subo al avión de Roma a Buenos Aires y escucho el acento, ahí me doy cuenta de que estoy llegando”. Escuchar argentinos la hace bajar la guardia: ya no tiene que traducir, ni pensar cómo hablar, ni moverse con cuidado, ni comprender códigos de conducta. “Volver es como dejar de sobrevivir y volver a ser yo”. Y confirma: “Ya no estoy en modo supervivencia”.
Sofía Ochi
La familia Ochi.
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En Mendoza están sus padres, sus amigas y la posibilidad de retomar la comunicación como trabajo principal. Sin embargo, su vida ya no está concentrada en un solo lugar. Desde que emigró, construyó vínculos separados por un océano: amigas, compañeros y su novio italiano. Una identidad en movimiento.
Hoy, a los 26 años, vive en Bérgamo y no descarta regresar a su provincia. “Si yo veo que no logro alcanzar ciertos objetivos acá, me vuelvo. Siempre está esa posibilidad”. Para Sofía, emigrar fue curiosidad y aprendizaje. Volver, si sucede, será otra decisión.