10 de junio de 2025 - 16:15

La esencia del periodismo persiste

Una reflexión sobre el oficio, los medios, las nuevas tecnologías y su impacto social, a cargo del periodista que se desempeñó en Los Andes, El Andino y Diario Mendoza. Además, fue colaborador de La Nación y corresponsal de las revistas La Opinión y Somos.

Especial para Los Andes

Si bien el periodismo hoy no ha cambiado su esencia creo que ha perdido la bohemia, las redacciones de verdaderos autodidactas, el trabajoso seguimiento de la noticia, los escasos medios a disposición del redactor, la compleja aparatología de las comunicaciones y, por qué no, las noches de cenas y truco en el Círculo que se remataban escuchando cantar a una tucumana que por aquellos días arañaba la fama que indiscutidamente llegaría con el tiempo. Eso, también era periodismo.

Fui, creo, uno de los últimos que se formaron en esa escuela, allá por la década del sesenta. Dos o tres cuartillas dobladas a la mitad servían para anotar conceptos. Lo importante después era confiar en la memoria para redondear esos conceptos y darle forma a la entrevista, la conferencia de prensa o la mera crónica del hecho cotidiano. Una foto, el epígrafe, el título (que tenía que ver con el diagrama de la página que iba haciendo el jefe de Noticias en su cabeza) y al taller de impresión.

Con este método nunca fui desmentido ni criticado por mis dichos periodísticos en las páginas del diario. Nunca, hasta que apareció el grabador y el télex y otra serie de aparatos que hicieron de la segunda mitad del siglo veinte el momento de las comunicaciones.

Era costoso, no imposible, moverse periodísticamente en aquellos años. Pero la radio, la televisión y la gráfica fueron incorporando señales impecablemente audibles, color, inmediatez, generosas impresiones rápidas y de gran calidad. Mendoza respondió a esos cambios y llegó a tener a disposición del periodismo cuatro diarios (tres matutinos y un vespertino), decenas de radios, dos canales de televisión que con el tiempo se convirtieron en decenas con el cable y desde aquella borrosa trasmisión del hombre caminando por la luna, hoy podemos ver la guerra del Golfo, la asunción del Papa o la carrera de Fórmula Uno, sin movernos de nuestra casa.

Pero creo que lo más importante persiste: la esencia de la que hablaba al comienzo. El periodista usando todos los medios disponibles para llegar al lector, audiencia o televidentes con la noticia que contenga el clásico quién, cómo, cuándo, dónde y por qué. Pero creo que lo más importante persiste: la esencia de la que hablaba al comienzo. El periodista usando todos los medios disponibles para llegar al lector, audiencia o televidentes con la noticia que contenga el clásico quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.

A todo esto, hoy se suman las redes que el mal uso desprestigia y envilece, los teléfonos celulares, las computadoras, etc, que facilitan, aún más el trabajo del periodista. Pero el más beneficiado es el público consumidor de la noticia porque esos medios lo ponen frente a la realidad mundial en escasos segundos.

Dejé para el final un cariñoso recuerdo para los integrantes de la redacción del vespertino El Andino, que sin muchas pretensiones se acomodó en la tarde cuyana y llegó a niveles no previstos de las manos de dos periodistas que terminaron de darle los toques de profesionalismo a una generación que después condujo los medios en la que ella misma se formó. Me refiero a Guillermo Bourguet y Pedro Tránsito Lucero. Vaya para ellos mi cariñoso recuerdo y mi profunda admiración en este nuevo Día del Periodista.

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