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Juanita Vera (Daniel Caballero - Los Andes)
Porque está donde quiere y ya con sus sueños completos, es que es difícil contactarse con ella por los medios actuales, teléfono o mensajes. "No tiene teléfono. Ya no tiene. No usa", dice Fito, uno de sus hijos. Sería más simple hacer lo que se hacía antes, lo que siempre se hizo: ir, pasar por su casa, preguntar por ella en Lavalle. Ni siquiera es necesario saber la dirección. Sólo hay que preguntar por ella en su pueblo. Y listo. Así de simple. Así de complejo para esta época absurda.
-¿Cómo lleva la vida, Juanita?
-Bien, bien, gracias a Dios, a pesar de que tuve un problema en las piernas. Pero me vio un médico que dio en la tecla y me pude estabilizar. Empecé a caminar como después de tres meses. Fue un médico muy excelente. Y bueno, también muy contenta después de la despedida en el Independencia que, la verdad, fue una cosa hermosísima.
-Sigue viviendo en Lavalle, como siempre…
-Claro, en Lavalle. Acá estoy y de acá me iré al cementerio.
-¿Y cómo son sus días?
- Acá estoy, de ama de casa nomás. Hoy todavía no he cocinado, pero ya estoy viendo que me va a tocar.
-¿Disfruta cocinar para la familia?
-¡Si! Tengo dos hijos y nietos tengo… (Debate con la familia sobre la cantidad. Es que a los nietos los tiene nombrados, pero no contados. Los nietos no son cosas que se puedan contar). Mi hijo mayor tiene seis y el más chico tiene cinco. (Y el debate sigue, porque los nietos han venido por tandas, hay diferencias importantes de edades y los rangos se confunden).
-¿Es una buena abuela? ¿Lo disfruta?
-¡Sí, claro! Es más simple ser abuela que madre. Para mí la maternidad fue dura, porque me separé cuando mis hijos eran chicos y me hice cargo de todo.
-¿Qué le ha dado más disfrute, los hijos o la música?
-Yo he disfrutado las dos cosas. Disfruté mucho a mis hijos, pero también disfruté mucho la carrera artística. Nunca tuve un problema, nunca. Para mí ha sido todo excelente. La carrera que hice fue excelente. Fue algo que no me imaginé que podía salir tan bien. El trabajo que hice fue excelente.
-¿Extraña a algún artista? ¿Admiró a alguien en especial?
-A todos mis guitarristas durante todos los años de carrera. A todos ellos, con los que hemos andado por todos lados. Con los que hemos grabado. No han sido tantos, pero han sido muy buenos. (Juanita repasa nombres, instantes. Los mezcla como en una baraja y los vuelve a desparramar en el aire, en abanico). Hemos andado a por todos lados… Por Córdoba, por San Luis… Por todos lados.
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Juanita Vera (Daniel Caballero - Los Andes)
-¿Qué piensa de la música de hoy, de los artistas de hoy, de los cantantes?
-¡Siento mucho que hayan ido desplazando tanto a la música cuyana! Porque hoy está desplazada la música cuyana. No es como los años atrás, cuando yo estaba trabajando. No es lo mismo. Es una pena. Es una lástima que esté tan desplazada. Porque así, al paso que va, es como que va a pasar el tiempo y la gente se va a olvidar de la música cuyana. Hay tres chicas que cantan folclore cuyano, que he escuchado y que cantan muy bien. Acá en Lavalle las he escuchado. No sé si habrá también otras en otros departamentos que canten música cuyana.
-¿Y qué piensa de la música que, calculo, escuchan sus nietos?
-Que es lamentable. Es lamentable y se nota eso en los festivales de folclore, como el de Costa de Araujo, que no ha tenido mucho éxito. Estuvo un poco mejor el de Gustavo André, pero los demás han estado más pobres. No ha tenido mucho éxito. Y es una pena. Esos eran festivales que se llenaban. Se llenaban durante tres días. Ahora están muy pobres y es una pena.
Juanita habla de su mundo lavallino. Lo usa como referencia, como ejemplo. Habla de lo que conoce.
-No sé por qué ha caído tanto la música de Cuyo, no sé por qué. No sé si es porque no hay valores nuevos. Pero hay gente joven que canta muy bien, que yo pienso que pueden hacer una buena carrera, porque son buenos cantores, pero eso es lo que yo siento. No sé por qué ocurre que no hay buena música. Antes se llenaban los festivales cuando había música de Cuyo, y ahora no es así. Ahora no hay ni una cuarta parte. La gente va a las bailantas nomás.
Añoranza cuyana
Después, la charla deriva un poco. Aparece un personaje, "La Polla" Vera, con la que Juanita comparte el apellido y la época, pero no la recuerda. Berta Eusebia Vera había nacido hacia 1930, en Junín. Su padre, Anémides Vera, era carnicero y ferviente lencinista. "La Polla" lo ayudaba en el despacho. Realizaba con destreza los cortes y salía a repartir los pedidos en carreta, lo que hizo que Berta tuviera un trato desprejuiciado con los hombres y que utilizara un vocabulario casi masculino.
Era frecuente verla en la cancha alentando al equipo del club local. Los Vera levantaron una casa de adobe en la calle Ladislao Segura, que iba a convertirse en sede de una peña folclórica continua. No había cantante ni guitarrero que no se acercara allí a tocar algo, comer y beber por un par de días. Algunos recuerdan que por allí pasaron Mazamorra Ponce, don Chaparro y su mujer que cantaban a dúo, los hermanos Maturano, los Visconti, Los de Salta. Alguno bautizó a ese lugar como "Capital del folclore" antes que Cosquín.
De tanta jarana, "La Polla" Vera supo tener serios problemas de deudas y hasta terminó presa por eso. Carlos Di Fulvio, el magnífico guitarrista cordobés, la vio bailar la cueca cierta vez y allí compuso "Por ellas, por las más bellas", que comienza diciendo: "Quien diga bailar la cueca no ha visto a Berta con Don Tormenta, revolear el pañuelo, pisar el suelo de punta y taco…".
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Foto: Daniel Caballero / Los Andes
Di Fulvio contó: "Diosito había puesto a doña Berta en este mundo para que viviera en Junín y esa noche la vi bailar con don Tormenta, que le decían así por lo oscuro. Al hombre ya se le había caído el fleco sobre la frente y, como dicen, cuando eso ocurre, se está a punto para bailar la cueca. Esas dos personas, que eran figuras desprolijas, casi grotescas y que ocupaban dos metros cuadrados cada una, de pronto se transformaron. Jamás vi bailar con tanta delicadeza y cariño".
Juanita Vera no recuerda a "La Polla", pero sí sostiene: "Antes había casas grandes y juntadas que duraban varios días, con guitarreada. Antes era así. Ahora esas costumbres se han perdido".
-¿Usted les enseña a otros? ¿Le gusta transmitir sus conocimientos?
-Sí, sí. Cuando me piden, les enseño lo que sé. Hace un tiempo hubo un joven que me llamó la atención. Tocaba la guitarra, iba a la universidad a aprender, pero no sabía cantar. Y él quería cantar. Un día vino la madre acá, a mí casa, y me dijo: "Yo tengo a mi hijo que va a la universidad a aprender la guitarra, pero no canta, no sabe cantar. ¿Se lo puedo mandar para que aprenda a cantar?" Sí, le dije ¡¿cómo no?!, mándelo para acá! Acá va a aprender el secreto del canto".
Y era así, el chico no sabía cantar. Y bueno, empezamos a estudiar. A los 15 días ya sabía cantar, ya sabía algo. Y después, ya como a los dos meses, se fue ya cantando. La mamá vino muy agradecida porque le había enseñado a cantar a su hijo. Fue hermoso, una linda historia esa, porque yo no sabía que había gente que no sabía cantar.
-¿Qué hay que tener en cuenta para cantar? ¿Cuál es su primer consejo?
-Lo primero: tiene que afinar. Y después hay que practicar. Además, hay veces que algunos saben cantar, pero no saben expresarse. Le falta la expresión para cantar. Yo les he enseñado a dos o tres mujeres que han aprendido súper rápido. Porque a uno le explican bien y aprenden rápido, siempre que sean afinadas, ¿no? Porque hay veces que casi cantan, pero le falta lo principal, que es la afinación.
Juanita Vera, en La Vendimiadora
Juanita Vera, en La Vendimiadora
Un emblema
Dicen en el ambiente que Juanita Vera es un ejemplo de pasión, dedicación y amor y respeto por sus orígenes y su música y, escuchándola, se puede sentir la esencia de la música cuyana.
Nacida como María Juana Vera el 5 de abril de 1945 en la Villa Tulumaya, “la calandria mendocina” fue un símbolo del folclore cuyano y un emblema orgulloso,
Cuentan que tuvo un talento innato que la destacó instantáneamente y que la transformó en atracción por donde iba.
Nacida en familia de músicos, la canción llegó a su vida como algo natural y comenzó a cantar sin esfuerzo, demostrando su talento y sus ganas.
A lo largo de su carrera, recibió numerosos reconocimientos y premios que resaltaron su calidad interpretativa y su calidez humana. Grabaciones como La calandria prisionera, así como su discografía completa, han dejado una huella imborrable en el corazón de todos los amantes de la música cuyana.
En julio de 2007, la Cámara de Diputados la declaró de Interés por su invaluable contribución a la cultura popular y al rescate del acervo musical de Cuyo. Y en septiembre de 2013, en un gesto de admiración y reconocimiento, se inauguró en Lavalle la Casa de la Historia y la Cultura “Juanita Vera”.
La filarmónica y juanita vera en lavalle
La filarmónica y juanita vera en lavalle
Ping pong
-Si usted no hubiera sido cantora, ¿qué hubiera sido? ¿Qué le hubiera gustado ser?
-No sé qué hubiera sido. No sé. Yo estoy con la canción desde cuna. Creo que desde niña cantaba. Nunca fui a aprender a ningún lado. Lo traje desde la cuna y nunca pensé en hacer otra cosa. Mis niños también cantan desde chicos.
-¿En que otro lugar le gustaría vivir?
-¡Ay, no sé! No lo sé, porque conozco los departamentos, pero siempre he ido de noche. Siempre he ido a los festivales que tienen, donde me han contratado, pero siempre he llegado de noche y me he ido de noche. No he podido apreciar muy bien el lugar. Una vez fui a Santa Rosa, a una radio. Esa vez fui de día y por eso pude conocer. Pero siempre he llegado de noche al festival y he regresado de noche.
-¿Hay algo que le gustaría hacer que todavía no haya hecho?
-Me dicen que me vaya a pasear, pero me dan pocas ganas de irme de viaje. Tendría que ir con otra persona, por supuesto. Pero, no sé, lo pensaría, lo pensaría, porque... Me gusta volver a dormir a mi casa. No sé si me iría de viaje. A lo mejor un día puedo salir, pero no sé. A mi edad ya no creo.
-¿Le gusta cocinar, Juanita? ¿Qué le piden sus nietos, su familia?
-Pastas. Ravioles, fideos. También les gusta mucho el lechón, pero eso lo hacen los hombres.