-¿Por qué?
-Porque yo creo que las personas somos muy ricas, tenemos muchos lenguajes, y no nos damos cuenta, pero los usamos igual. Usamos las manos para hablar, nuestra cara, los tonos de voz. Es decir, hay una variedad, una riqueza en la expresión del ser humano para comunicarse, que eso es lo que nos hace diferentes de los demás. Entonces, tenemos la obligación, los adultos, de desarrollar eso desde niño. Y eso es lo que yo quiero, que desde niños la gente desarrolle su lenguaje y desarrolle su capacidad creativa, porque todos tenemos capacidad creativa. Y por ahí, ahora con todo esto de la tecnología y de la IA, pareciera ser como que como que estamos fuera de lo sensible.
-¿Cree usted que estamos perdiendo un poco esa parte de la humanidad? ¿Es mayor con el avance de lo digital?
-Yo creo que sí, que la estamos perdiendo. No sé, no sé si a lo mejor seremos mejores o peores, pero vamos a ser distintos, me parece.
Con lo digital, no es que perdamos creatividad sí aprendemos a usarlo. Porque de última, la IA no se creó sola, sino que a la IA la crearon persona. No sabemos si la IA se va a poder seguir desarrollando sola. Pero yo lo que veo que cosas que se hacen con la IA, este, y que parecen como muy creativas
-¿La gente está depositando en en la digitalidad, hablo sobre todo de la IA, sus procesos creativos?
-Lo que hace la gente es depositar ahí una cosa que es importantísima y que es propia de este tiempo, que es la celeridad. Me hace las cosas más rápido, pero no me las hace más creativas,
-¿Nos va a salvar la creatividad de la invasión digital? ¿Nos va a permitir diferenciarnos de ese producto?
-No lo sé. Pero tampoco me gustaría saberlo. Porque a mí me interesa vivir este momento. No me preocupa tanto, hay gente que está muy preocupada por lo de la IA. Por lo que tengo que estar preocupada es por la brecha entre el que sabe y el que no sabe. A mí me parece que la brecha no la trae la IA, la brecha la trae los que saben de la IA y la pueden manejar, y los que no saben. Así como antes la brecha se producía entre el que tenía plata y del que no tenía, y antes, el que tenía el poder de las tierras y el que no las tenía. Ahora el poder está en el conocer, en el conocimiento.
La escuela y la creatividad
-¿Se puede entrenar la creatividad?
-La creatividad hay que desarrollarla, no se entrena. Tampoco se enseña, uno la impulsa con los elementos que da para que cada uno desarrolle su propia creatividad. Todas las personas somos potencialmente creativas, así como todas las personas somos potencialmente inteligentes. Por eso a mí me interesa que eso se trabaje desde niños, porque el chico va al jardín y es creativo. Entra a la escuela primaria y deja de ser creativo. Porque hay una sola respuesta, y ahora sabemos que no hay una respuesta, y mucho menos en este mundo en el que estamos viviendo, hay muchas respuestas.
-¿Pero el sistema educativo lo contempla?
-Se está tratando, pero ¿sabes cuál es el problema mayor que existe? Que los docentes no están preparados. Los docentes se han formado en una metodología que no es la de la creatividad. Recién ahora se está empezando con los docentes a contemplar la diversidad dentro del aula.
-¿La escuela fue parte de la pérdida de creatividad de las personas?
-El sistema educativo. A mí me ha costado mucho y todavía me cuesta hacerles entender que no es que haya que enseñar creatividad, una materia que se llama creatividad, sino que tiene que ser un eje transversal en todas las materias. Una forma de abordaje. La creatividad empezó con la rueda, con el fuego, con este potencial que tenemos los seres humanos para resolver problemas, y para preguntarnos, ¿qué es lo más importante de la creatividad? La pregunta, no la respuesta. Porque cuando vos preguntás, ya intuís una respuesta.
La creatividad tiene senso-percepción, sensibilidad. Aprendemos senso-perceptivamente, aprendemos el mundo exterior y eso hay que desarrollar desde niños.
- Pero la vorágine en la que vivimos quizás atenta también contra esa forma de percepción, porque requiere parar para observar el entorno.
-Exactamente, pero por eso en la escuela tenés que tratar de que los chicos aprendan a observar, aprendan a escuchar, aprendan a oler, aprendan a tocar. Eso es lo que tiene que dar la creatividad. Una cosa que a mí realmente me molesta en los planes educativos es que no se preste más atención a la enseñanza de la música y de la danza, porque se cree que todo está en la historia y la geografía, pero vos podés aprender la historia y la geografía y enseñar una danza de época en un lugar determinado. Eso, lo aprendés con todo el cuerpo, es mucho más importante que lo que aprendés leyéndolo.
-¿Por qué la escuela no termina de atraer a los chicos?
-Yo creo que la repetición hace que las cosas pierdan valor. Si vos repetís todas las mañanas el himno, al final no sabés lo que estás diciendo.
Jovita Kemelmajer
Jovita Kemelmajer, coreógrafa, docente y referente en el mundo artístico y de la educación en Mendoza. Foto: Ramiro Gómez
-¿Qué le cambiaría a usted al sistema educativo?
-La creatividad, y creo que a los chicos se les debe dar la posibilidad de expresarse artísticamente. No van a ser artistas y no importa, pero que sí puedan expresarse con su cuerpo, expresarse con los colores, expresarse con la forma. ¿Por qué? Todos tenemos eso, todos tenemos la función por la expresión artística
-¿Expresarse a través del arte y de la creatividad es una forma de autoconocimiento?
-Sí, por supuesto. Pero insisto en una cosa, se empieza con el cuerpo. Se aprende con todo el cuerpo. No puede ser que un chico esté sentado una hora en un aula. El chico tiene que pararse, palpar, tocar, hablar. Eso es un chico. Y a medida que el chico va creciendo, va teniendo la posibilidad de quedarse más tiempo quieto. Pero cuando es pequeño no puede estar sentado, quieto a la fuerza.
La Vendimia
-¿Ha perdido peso específico la Fiesta de la Vendimia?
-Yo creo que la Vendimia es algo muy especial, que es muy nuestra. Es una forma de expresarnos, no sé si es sólo cultural, comercial, si la han impuesto o no, no quiero meterme en eso. Pero sí creo que la vendimia es una especie de sentimiento tradicional, y por supuesto que sufre los mismos avatares de todos los cambios que se van produciendo en la sociedad.Yo creo que la Vendimia es un hermoso campo de creación. Algunos lo pueden hacer de una manera, otros lo van a hacer de otra. Cuando veo una fiesta y veo que no se respetan los diseños, a mí me duele. A lo mejor al público ni le interesa si hay diseño o no diseño. O no lo ve. Pero yo no puedo pretender que a los demás les guste lo que a mí me gusta, porque no hay una sola verdad, hay un montón de verdades, y cada vez aparecen más verdades.
-¿Ya aburrió la fiesta? ¿Hace falta cambiarla o no?
-La motivación es el trabajo, es el espectáculo sobre el trabajo. Van a contar el cuentito del trabajo y a mí no me importa que me cuenten siempre lo mismo. Siempre y cuando cada vez haya alguna cosa que sea novedosa o emocionante, a mí me interesa la emoción y obviamente el razonamiento. La emoción, el sentir, el arraigo. La emoción de estar en el teatro griego, es una cosa única, porque no la hay en ningún otro lugar del mundo, es una energía tremenda. Si vos escuchás voces hermosas diciendo ese texto, aunque no lo entiendas, con ese lugar, con las luces, con los trajes, con el movimiento, con la noche. La fiesta de la familia tiene que existir. No es solo el espectáculo, es una experiencia. Todos los espectáculos son una experiencia.
La familia
-¿Cómo fue su infancia? ¿Muy marcada por el arte no?
-Tuve una infancia feliz. Mis padres no eran artistas pero había que aprender música, piano u otro instrumento. Y la familia de mi papá, siempre muy cerca de la música. Mi papá, que estuvo siempre con el tema de la cultura y del deporte en San Martín, hizo mucho por el deporte y la cultura en San Martín, y mi mamá organizaba los conciertos, que eran en mi casa primero. Después fueron al negocio de mi papá, eran para todo el mundo. La gente al principio venía a los conciertos para comer las cosas ricas que hacía mi mamá. Mi hermana estudiaba declamación y yo piano y danza, iba cuando salía de la escuela.
Jovita Kemelmajer
Jovita Kemelmajer, coreógrafa, docente y referente en el mundo artístico y de la educación en Mendoza. Foto: Ramiro Gómez
-¿Eran conciertos en los que tocaba la familia?
No, llevábamos artistas de acá. Y después el piano se pasó a la biblioteca pública Ricardo Rojas y los conciertos siguen haciéndose ahí. Y nosotros, que vivíamos en San Martín, veníamos a Mendoza a los conciertos.
-¿Cómo eran usted y su hermana en aquel entonces?
-Mi hermana ha sido muy disciplinada, yo no, yo era la indisciplina total. Es más, una vez me escapé de mi casa, porque no me dejaban ir a un campamento, siendo adolescente. Pero a pesar de eso, siempre tenía la contención en mi casa. Yo me fui a estudiar danza a Chile, y mi viejo me acompañó, buscó una casa para que yo estuviera, conoció la escuela y todo. O sea, mi papá me dejaba hacer lo que yo quería, pero él quería contenerme.
Después cuando estaba estudiando en Chile, me caí sentada en una clase y entonces tuve un problema de columna. Y ya después, a pesar de que me hice un tratamiento, seguí pero no con la misma exigencia. Fue como a los 18 años.
-¿Y luego?
Después volví, me presentaron a un señor de la colectividad, me enamoré, nos casamos, tuve hijos, pero no dejé la danza. Después me empecé a meter con lo de la expresión corporal, porque trabajamos en una institución que es la Asociación Filarmónica de Mendoza. Estaba en la Galería Tonsa, dábamos clases ahí. Después armé un ballet.
El presente
-Con 84 años es muy activa ¿Cómo es su presente?
-Tengo un estudio donde doy clases a un grupo; en el Instituto Fundación por el Arte doy clases de Didáctica de la danza II y Danza y Composición Coreográfica. Además tomo clase hebreo, ahora me metí en un curso de inteligencia artificial, tomo clases de escritura, escribo también cuando puedo y estoy haciendo otro curso de lectura.
-¿Cómo es su relación con Aída?
Mi relación con mi hermana es excelente. Es más, hemos dado unos cursos, unas clases para una diplomatura en innovación del Poder Judicial. Mi hermana viene a comer a mi casa cuando está, porque ahora no está casi nunca. Compartimos muchos gustos y por supuesto que las dos tenemos una cosa así muy de arraigo familiar.
-¿Cuál es la esencia de ese vínculo entre lo judicial y la creatividad, que parecen tan distantes?
La creatividad te ayuda a ver las cosas desde distintas perspectivas. Me parece que esto para un juez es muy importante, porque puede verlo desde su perspectiva y desde la perspectiva del de cada una de las partes.
Con 84 años estrena la cuarta obra que dirige
Jovita Kemelmajer no para. El próximo miércoles estrenará en el teatro Independencia, la cuarta obra que dirige: Caos Onirico. “Los sueños son un caos y, además, la palabra caos está en un poema de Borges, que usamos, en un momento dado dice que una pastillita puede resolver todo el caos”, explica sobre el nombre.
“No me preguntes qué es porque es un montón de cosas. Hay texto, hay danza, hay música”, describe.
Ella tuvo la idea, a partir de un personaje bíblico que siempre le fascinó: Joseph. Era quien interpretaba los sueños, aunque él decía que interpretaba lo que decía Dios. “A mí ese personaje me encanta porque yo creo que él es el primer psicoanalista”, apuntó.
“Yo quería tomar esa idea de cómo influye el poder en los sueños y los sueños en el poder. Y también la idea del poder, pero no solo el poder que aplasta, que tiene uno sobre otro, sino el poder que uno tiene para poder crear. Es decir, que la palabra poder tiene esas dos acepciones. En todos lados hay esta cuota de poder”.
Ping Pong
-¿De qué disfruta?
-Me gusta cocinar, ir a conciertos, a una obra de teatro, pero lo que me fascina es dar clases. Yo doy clase y me llena de satisfacción saber que esa persona pudo sacar toda su creatividad. Además, me gusta estar con gente joven.
-¿Qué qué le quedó en el tintero, por hacer?
- Yo no sé hacer plata, nunca aprendí a manejar los negocios, siempre he sido un desastre, me he metido en cosas y he gastado más de lo que he ganado. Pero sí me hubiera gustado aprender más matemática y aprender todo lo que hace a la matemática para saber manejar mis cosas.
-¿Qué no haría nunca?
-No volvería a la política o a un cargo público, porque me parece que la política se ha desvirtuado.
-¿A quién admira?
-Primero yo admiro a mis padres y a mi hermana; también a mis hijos, nietos y nueras. Y siempre he admirado a mis maestros.
-¿Un sueño incumplido?
-Viajar
-¿Qué otras pasiones tiene?
-Me encanta la música, me encanta todo lo que es artístico, lo disfruto. Y me encanta disfrutar con mis amigos, tengo muchos amigos, y también disfrutar con mi familia, con mis nietos y me encanta cocinar también.