El fin de semana se contabilizaron oficialmente 88 incendios en la provincia de Mendoza, la gran mayoría incendios forestales. El más grande fue entre San Rafael y Monte Comán, donde se quemaron 1.700 hectáreas. Desde el Plan Provincial de Manejo del Fuego (PPMF) se advirtió que, debido a las bajas precipitaciones previstas, el pronóstico para los próximos tres meses es preocupante.
Diego Marti, coordinador del Plan Provincial de Manejo del Fuego, contó que este fin de semana el PPMF tuvo participación en dos siniestros importantes. Uno fue en Santa Rosa, en Las Catitas, donde un incendio originado el viernes al mediodía y recién sofocado el domingo al atardecer, afectó 150 hectáreas de vegetación autóctona a la vera de la ruta 153 sobre la margen sur del Río Tunuyán. “En ese incendio concurrimos como asesoramiento técnico a los bomberos de la Provincia y a los cuerpos de bomberos voluntarios”, indicó.
Además, informó que “trabajando activamente hasta la madrugada en un incendio en Alto del Algarrobo, una zona comprendida entre Monte Comán y San Rafael, donde se quemaron 1.700 hectáreas”.
Más allá de lo ocurrido este sábado y domingo y de estos siniestros puntuales, el funcionario indicó que la mayoría de los incendios forestales tienen inicio “por causas humanas, especialmente quemas clandestinas”.
Lo más preocupante fue el pronóstico que arriesgó para los próximos tres meses. “Hay un serio déficit de precipitaciones desde hace tiempo en todo el territorio de la provincia de Mendoza” e indicó que “el pronóstico trimestral del Servicio Meteorológico Nacional indica que esta situación no va a cambiar y suponemos un comienzo de temporada complejo”.
Al respecto indicó que “el déficit de precipitaciones, y temperaturas por encima del promedio, hacen suponer que será un inicio de temporada muy complejo”, insistió.
Diego Marti agregó que, sumado a la sequía, “la situación se agrava por la utilización del fuego en forma indiscriminada y no autorizada, por irresponsables”.
Consultado sobre el tema, Daniel Mesa, ya jubilado pero que durante toda su vida integró distintos cuerpos de bomberos del país y fue director de Defensa Civil en San Martín, entre otras actividades relacionadas con las emergencias y la seguridad, dijo que “el 95 por ciento de los incendios de campos son generados por el ser humano”, y adjudicó la mayoría a la negligencia y la falta de cuidados.
Además, resaltó que los incendios forestales “son muy complejos de controlar, requieren mucho trabajo y material”.
También advirtió que “ante la presencia de viento, no hay que prender fuego por ningún motivo” y también indicó que “para limpieza de campos o lotes, siempre hay que pedir autorización a la dirección de Bomberos de la Policía de Mendoza, para realizar quemas controladas”.
El riesgo y la complejidad de los incendios forestales
En territorio donde la naturaleza manda, los incendios forestales son los más complejos de combatir, los más costosos, los más peligrosos y también son los incendios más frecuentes.
La mayoría de las emergencias de los cuerpos de bomberos de Mendoza, como la mayoría de las del interior de país, son por incendios forestales, casi siempre en campos incultos, casi siempre provocados por la mano del hombre, casi siempre por impericia o falta de cuidado.
También son los incendios más “traicioneros”, porque cualquier ráfaga de viento inesperada, cualquier cambio de dirección, puede provocar que los combatientes se queden encerrados entre las llamas, desorientados y sin vías de escape.
Además, son los más costosos materialmente, porque el fuego en el suelo, quemando todo y calentando la tierra, destriza cubiertas de movilidades, líneas de mangueras, todo tipo de herramientas y, además, la suela del calzado de los bomberos, provocando quemaduras severas en los pies.
También daña la ropa y los pulmones, ya que horas y horas de trabajo en estos incendios, afecta el físico de los combatientes.
Para colmo, son muy difíciles de sofocar completamente. Los incendios forestales arman un colchón incandescente que, apenas vuelve a soplar algo de viento, hace reavivar las llamas. Solo el agua apaga definitivamente, pero no es simple atacar los incendios forestales con agua y, casi siempre, la solución definitiva depende de las lluvias naturales.
Otra de las maneras de combate es el aéreo, con aviones hidrantes o helicópteros, pero no hay muchos equipos, las operaciones son costosas y no siempre son posibles.
Así las cosas, la imagen apocalíptica del fuego, es tan alarmante como posible y solo la prevención atenúa el riesgo.