El Aconcagua es mucho más que un cerro, incluso mucho más que el cerro más alto de América. Es que "El Coloso de América" encierra infinitos secretos y misterios, de esos que, una vez que salen a la luz, se convierten en fascinantes y cautivantes. Es el caso de uno de los más recientes y que, si bien se necesitan de estudios arqueológicos sistemáticos para validarlo científicamente, apunta a confirmar al Aconcagua como testigo de la presencia de poblaciones incaicas y su cultura en un sitio -hasta el momento- inédito.
Una pirca -construcción de piedras apiladas- situada en la zona de Plaza de Mulas (4.350 msnm), al fondo de la Quebrada de los Horcones y de la que hasta el momento no se tenían registros es este más reciente descubrimiento y que ha sido publicado por un investigador apasionado y aficionado.
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Impactante descubrimiento en el Aconcagua y sus secretos: hallan rastros incaicos en zonas inéditas
"En toda el área de Plaza de Mulas nunca se había visto nada de este estilo. Se trata de un pircado que se encuentra fuera del área específica y de uso habitual, que es por donde pasan las expediciones, ni tampoco tiene características de ser de uso diario y cotidiano. Además, por el tipo de pircado -de doble lienzo, con una distancia de unos 30 centímetros entre una línea y la otra y rellena de otro material-, es el tipo de estructura tipificado como algo típicamente incaico", describe el autor del trabajo donde se detalla este reciente descubrimiento, Miguel Doura (63), artista e investigador "autodidacta y curioso", como él mismo se define.
En cuanto al uso de esta estructura recientemente descubierta -y que dataría de antes del año 1.500-, todo parece indicar que su funcionalidad era política, religiosa y sagrada. Y es que en el sitio -ubicado, incluso, más abajo de donde fue hallada la momia del Aconcagua en 1985 (5.400 msnm)- no se asentaron comunidades incaicas para su vida cotidiana.
"En apariencia, la construcción de piedras tenía como finalidad conocer los tiempos del año solar. Esto podría significar que existía un interés de la autoridad del momento de, a pesar de estar en este sitio alejado del asentamiento, marcar presencia. Aquí, la presencia está dada para con los dioses. El mensaje es que Apu Aconcagua (NdA: Apu en quechua se traduce como "divinidad") sabe que la persona está. 'Aunque yo no venga, yo estoy'", describe Doura, quien ya lleva varios artículos científicos y de interés publicados a raíz de sus descubrimientos.
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Impactante descubrimiento en el Aconcagua y sus secretos: hallan rastros incaicos en zonas inéditas. Foto: Gentileza Miguel Doura.
Uno de los tantos secretos revelados del Aconcagua
Para las culturas ancestrales, el Aconcagua es un sitio sagrado. Si del significado de su nombre hay que hablar, la acepción más reconocida de la palabra “Aconcagua” proviene de la lengua quechua Akon – Kahuak y significa “Centinela de Piedra”. No obstante, en la lengua Aymara, los vocablos "Kon - Kawa" se pueden traducir como “Monte Nevado”.
Este valor simbólico y sagrado que le otorgaban al cerro fue (y sigue siendo) la explicación al histórico hallazgo que tuvo lugar en enero de 1985 sobre la pared sur del Aconcagua, a casi 5.400 msnm. Se trata del cuerpo momificado de un niño que vivió en la zona en el año 1.500.
"La momia inca del Aconcagua", como saltó a la fama este descubrimiento, fue bajada de su sitio original a fines de enero de 1985. Desde entonces, se encuentra resguardada en el Conicet Mendoza y en condiciones que aseguran su preservación. No obstante, aquel descubrimiento y que durante cuatro décadas parecía marcar la única presencia del rastro inca en la zona no es el único.
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Linea de rocas que señala al Cerro Bonete y la puesta del Sol para el solsticio de verano. Foto: Gentileza Miguel Doura.
Esta recientemente descubierta línea de piedras que dan forma a un pircado en la zona de Plaza de Mulas -más abajo del sitio donde se encontró el niño momificado- asoma como una típica estructura incaica. La "Línea Plaza de Mulas" o "Línea PM" -como ha sido denominada- consiste en un muro de entre 35 y 45 metros de largo, construido con la técnica conocida como doble lienzo y con relleno. Es muy similar a otros muros incaicos encontrados en la región, aunque no en las inmediaciones del Aconcagua.
En cuanto al posible origen incaico de esta construcción, el trabajo de Doura -quien permanentemente cita observaciones y confirmaciones de otros científicos- no solo se basa en el tipo de arquitectura, sino también en la presencia en el sitio de una valva izquierda de "Dallocardia radula", un bivalvo (similar a una almeja) originario de la costa peruana y que puede interpretarse como una posible ofrenda.
"Otra de las posibilidades es que la pirca pertenezca a mineros, que datan de cientos de años después de los incas. Pero en esa zona jamás hubo rastros de presencia de mineros", insiste el autor del trabajo a Los Andes.
De convalidarse estas observaciones con estudios arqueológicos sistemáticos, este hallazgo representaría la primera evidencia documentada de presencia incaica en el área más, allá del camino ritual hacia el sitio de la Capac Cocha (o momia) del Aconcagua. Puntualmente, en un sitio que puede ser visto como "dador de vida", junto a los glaciares, las nacientes del Río de los Horcones y al Cerro "Apu Aconcagua".
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Puesta del Sol detrás del Cerro Bonete durante el solsticio de diciembre (verano). Este cerro se encuentra justo en frente (hacia el oeste) del Aconcagua. Foto: gentileza Miguel Doura
La función calendárica, el sol, los solsticios y equinoccios
Aunque -según detalla Doura- fue en 2024 cuando hubo una primera evidencia de "línea de piedras" en el sitio, en un primer momento se adjudicó esta formación a que el terreno se encontraba en una zona de morenas y glaciares (con posibles y constantes movimiento). Ello llevó a que se descartara -a priori- la posibilidad de una estructura de interés arqueológico.
No obstante, en enero del 2025, Doura y otro grupo de expedicionarios se acercaron al sitio y, con gran sorpresa y emoción, pudieron comprobar que esa "línea de piedras" podría corresponder a un muro incaico del tipo de lienzo doble.
Si bien en su trabajo Miguel Doura aclara que es difícil realizar afirmaciones certeras respecto a la funcionalidad de la "Línea PM" (ante la falta de precisión y de información paleoclimática en el suelo permafrost y sus constantes movimientos), aventura una posible "función político calendárica".
"Si las alineaciones (NdA: de las piedras) son resultado de los posibles movimientos del terreno o son el resultado de la intención de una voluntad, solo podemos decir que algunas de este tipo de alineaciones, ya han sido descriptas en otras estructuras incaicas en el entorno del Aconcagua y fuera de él", describe el estudio. Además, menciona al mencionado bivalvo marino -de "posible origen peruano"- como posible evidencia al origen incaico de la formación.
"El hecho de que sólo se observe una estructura lineal con posibles usos calendáricos, en un ambiente aislado, lejos de cualquier nodo comunicacional y con muy poca o nula posibilidad de acceso en invierno por la nieve, para 'celebrar' y 'estar presentes' en el Inti Raymi (fiesta principal del Sol) o la 'solennísima' -durante el solsticio de invierno-, nos hace pensar en un mandato político, por lo menos dentro de un orden cosmológico solar (aparte del calendárico) y seguramente lunar, intrínseco en esta estructura", describe la publicación.
Según se explica en el trabajo de Doura, de esta forma se mantendría la presencia del dios Sol (Inti) inmanente en el sitio 'Línea PM' para los días calendáricos sagrados.
Además, destacan que análisis arqueoastronómico sugiere que la "Línea PM" podría tener una función calendárica y con alineamientos que coinciden con la salida y puesta del sol en solsticios y equinoccios, así como con la posición de ciertas constelaciones importantes para la cosmovisión inca (como la Cruz del Sur y las Pléyades).