Un estudio científico generó gran revuelo en el mundo de la arqueología y de la historia al afirmar que los clavos que supuestamente se usaron para la crucifixión de Jesús, realmente tienen restos de madera y material óseo incrustados.
La investigación fue llevada a cabo por el experto Aryeh Shimron, un geólogo retirado que se dedicó a analizar la composición de los misteriosos objetos punzantes que la tradición atribuye a los utilizados para sujetar de un madero al Hijo de Dios, tal y como describen los relatos bíblicos.
El estudioso comparó el material de los clavos con el material de los osarios de la tumba: cajas de piedra caliza que se utilizan para almacenar los huesos de los muertos.
Según lo señala el portal The Sun, los clavos que analizó Shimron tuvieron un derrotero errático a lo largo de los siglos: fueron encontrados supuestamente en una cueva funeraria del siglo I en Jerusalén, la que se le atribuye a Caifás -el sacerdote judío que envió a Jesús a la muerte-.
En una excavación arqueológica dicha tumba fue encontrada con los clavos; sin embargo estos desaparecieron al poco tiempo. Tiempo después el cineasta Simcha Jacobovici afirmó haber encontrado los clavos, lo que fue descartado por investigadores.
Sin embargo el estudio de Shimron sostiene que los clavos son los mismos y que se usaron para crucificar a una persona.
“Se investigaron las propiedades físicas y químicas de los materiales que, durante siglos, han invadido la tumba y sus osarios. Nuestro análisis demuestra clara e inequívocamente que estos materiales son química y físicamente idénticos a los que, durante siglos, también se han adherido a las uñas”.
Así, la cueva de Caifás fue la única coincidencia para los clavos de las 25 tumbas analizadas, según explicó el propio investigador. “También hemos descubierto finas astillas de madera acumuladas dentro del óxido de hierro de los clavos. Está bien conservada y completamente petrificada. La madera es, por lo tanto, antigua y no es una unión fortuita o artificial a los clavos”, continuó.
“Dentro del óxido y los sedimentos adheridos a las uñas, también identificamos y fotografiamos una serie de fragmentos microscópicos de hueso”, explicó.
“Creo que la evidencia científica de que los clavos se usaron para crucificar a alguien es realmente poderosa”, sentenció.