Estudian la capacidad de rebrote de la flora quemada tras los incendios de octubre

Luego de obtener las conclusiones, presentarán en las próximas semanas el plan de recuperación ecológica de las 4.000 hectáreas de El Challao, Vertientes del Pedemonte y Colonia Suiza que se vieron afectadas por el fuego.

Parte de la zona afectada en Colonia Suiza, Luján de Cuyo

Foto: Orlando Pelichotti
Parte de la zona afectada en Colonia Suiza, Luján de Cuyo Foto: Orlando Pelichotti

Desde hace unos meses, la zona pedemontana muestra unas grandes manchas oscuras, que contrastan con el marrón verdoso característico del sitio ubicado al oeste del área metropolitana. Tales sombras corresponden a las 4.000 hectáreas quemadas durante los últimos incendios entre el 28 y 30 de octubre, que afectó a un sector de El Challao-reserva Divisadero Largo, en Las Heras; y campos de Vertientes del Pedemonte y una zona turística de Colonia Suiza, en Luján de Cuyo.

Sobre las estimaciones del daño ambiental producido, la Fundación Crycit (hoy CCT)-Conicet, elaboró un diagnóstico inicial de las áreas afectadas que servirán de base para elaborar un plan de restauración de tales sitios. El trabajo, que además cuenta con el aporte de otras áreas del CCT-Conicet, como el Iadiza, Ianigla, además de investigadores de la UNCuyo y del INA, fue entregado al gobierno y en las próximas semanas, el Iadiza (Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas) presentará el plan de restauración ecológica.

Impactantes tomas aéreas de los incendios en el piedemonte. Foto: Gentileza Micarellis
Impactantes tomas aéreas de los incendios en el piedemonte. Foto: Gentileza Micarellis

Seguramente será un plan similar al que se hizo en los cerros Arco y Gateado tras los incendios de 2018 y cuyo proceso de restauración activa concluyó a fines de marzo.

De acuerdo a lo informado desde la Subsecretaría de Ambiente, las tareas de remediación se iniciarán durante este otoño. Y que faltan los últimos estudios, tras la finalización del verano, para contar con el plan. En el diagnóstico se incluyeron otros estudios: ordenamiento territorial y sistemas de información geográfica, ecológicos, ecofisiológicos, botánicos-sistemáticos y de riesgo aluvional.

El estudio señala que el fuego es un disturbio que altera la dinámica de un ecosistema y su impacto depende de la intensidad, duración, frecuencia y momento de ocurrencia, además, de la resiliencia del ecosistema. Estos efectos pueden ser directos, como pérdida de animales, pérdida de vegetación y degradación del suelo.

Trabajo de bomberos, brigadistas y policías para controlar los incendios en el piedemonte mendocino a fines de octubre. (Orlando Pelichotti / Los Andes)
Trabajo de bomberos, brigadistas y policías para controlar los incendios en el piedemonte mendocino a fines de octubre. (Orlando Pelichotti / Los Andes)

Por otro lado, los efectos indirectos, van desde la erosión del suelo y la contaminación del agua hasta el ensuciamiento de represas y deslizamientos de tierra. Por otro lado, puede interactuar con otras perturbaciones (sequías, cambio climático, invasiones biológicas) o disturbios (ganadería), haciendo que la sucesión post fuego sea un proceso de gran complejidad.

El trabajo destaca: “el incendio retrotrae la sucesión ecológica a etapas anteriores, donde predominan las especies R estrategas. Estas especies son aquellas que tienen una alta tasa de crecimiento, pero sin embargo, su habilidad competitiva es muy baja, por lo cual pueden colonizar fácilmente un ambiente, pero no pueden permanecer mucho tiempo en él ya que son rápidamente desplazadas por especies cuya estrategia es K, las cuales presentan un crecimiento poblacional más lento pero su habilidad competitiva es mucho mayor”.

Vegetación afectada y capacidad de rebrote

Sobre el estado de la vegetación, se indica que en la zona Norte (El Challao-Divisadero Largo) se observaron las partes aéreas de plantas de diferentes especies “quemadas” en su totalidad, llegando a detectar carbonización completa de tallos y desaparición de hojas en especies como Larrea divaricata (Jarilla). En plantas de Zuccagnia punctata (jarilla macho), afectadas por el fuego, se podían detectar tallos y hojas totalmente secas, pero con menor grado de carbonización.

Una situación similar se observó en plantas de la especie de Monttea aphylla (Ala de loro), en donde la mayoría de las plantas observadas presentaban un color amarillento que contrastaba con el verde de las plantas no afectadas. Se observó también el comienzo del rebrote de especies graminosas, a pesar del escaso tiempo transcurrido desde el incendio (dos meses).

Los individuos de especies de cactáceas mostraban diferentes grados de afectación, observándose individuos de gran porte. En pequeños bosquecillos o islas de chañar (Geoffroea decorticans), se observaron plantas amarillentas y ennegrecidas , aunque separando su corteza, se observó que los tallos se presentaban verdes en su interior.

También se visualizaron plantas de Condalia microphylla (piquillín) con diferente grado de afectación, posiblemente relacionado con la intensidad del fuego en los diferentes sectores en donde se encontraban.

En la zona central (Vertientes del Pedemonte), se observó la presencia de parches de vegetación quemada de mayor extensión, comparados con los encontrados en la zona Norte. Las plantas de las diferentes especies, la mayoría similares a las existentes en la zona Norte, presentaban condiciones muy parecidas a las observadas en la zona anterior. También en este caso, se encontraron abundantes rebrotes de plantas graminosas

En la zona sur, el incendio afectó, principalmente, la zona urbanizada, por lo que la afectación de la vegetación nativa fue, proporcionalmente a las superficies afectadas en cada caso, muy baja. Solamente, algunos márgenes de cañadones o cauces con presencia de vegetación nativa, mostraban plantas quemadas.

El estudio aclara que un estudio realizado en marzo, al final de la época estival, registrará la capacidad de rebrote de las especies quemadas.

Cabe agregar también que el estudio del INA, publicado en noviembre por Los Andes, determinaron que como consecuencia de los incendios de octubre sobre la zona pedemontana aumentaron hasta 10 veces los riesgos de que se produzcan inundaciones en las zonas más bajas, donde se encuentra la parte urbanizada del área metropolitana.

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