La tormenta de Santa Rosa dejó un saldo de 1.725 intervenciones en Mendoza, según informó Daniel Burrieza, director de Defensa Civil. El funcionario explicó que el trabajo conjunto de los organismos provinciales y municipales permitió contener los efectos de un temporal que combinó intensas lluvias, granizo y nieve en distintas zonas.
—Ese sigue siendo el número final, 1.700 intervenciones?
—Sí, fueron 1.725 intervenciones en toda la provincia a través de las defensas civiles municipales y de los efectores de cada municipio, con la organización de los ministerios a nivel provincial. Todos trabajamos y nos organizamos previamente para minimizar el impacto que anunciaba el pronóstico meteorológico. Sin embargo, hay cosas que son imposibles de evitar: con 108 milímetros de precipitación fue inevitable que se registraran 70 árboles caídos y la asistencia a 523 familias afectadas por la lluvia.
—¿Qué balance hacen de la situación en términos generales?
—Fue una contingencia compleja. En algunos departamentos, como Tupungato, hubo que suspender las clases en tres escuelas por la nieve, y en Lavalle en cuatro establecimientos debido a las inundaciones. Más allá de eso, la provincia pudo retomar sus actividades casi con normalidad el lunes, tras tres días de tormenta. La hipótesis de trabajo fue la máxima posible: precipitaciones que podían llegar a 100 milímetros. Por eso se alertó a los municipios y a todos los organismos de primera respuesta. Los hospitales, por ejemplo, estuvieron preparados con grupos electrógenos para asegurar el servicio en caso de cortes de energía, y los centros de asistencia pudieron dar respuesta a las necesidades de la gente, incluyendo evacuados y familias con viviendas anegadas.
—¿La provincia está preparada para este tipo de fenómenos, teniendo en cuenta los cambios climáticos?
—Yo diría que nunca se está lo suficientemente preparado para una contingencia de gran magnitud: siempre falta algo. Pero es preferible anticiparse, como hicimos ahora, que descubrir en medio de la emergencia qué hay que mejorar. El año pasado actualizamos todos los planes de emergencia provinciales, incluso el de erupción volcánica y ceniza. En este caso, la coordinación fue fundamental. Quedan tareas pendientes, como el despeje de caminos y la remoción de árboles caídos, pero en líneas generales la respuesta fue positiva y rápida.
Burrieza destacó que Mendoza respondió como “una provincia resiliente”, que pudo retomar la normalidad en poco tiempo pese a la magnitud de la tormenta.
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