Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país

Faltan datos oficiales sobre la cantidad de emigrados de Argentina. Hasta junio de 2021 viajaban con fines de mudanza unos 200 argentinos por día. Las causas de la movilidad de jóvenes no son sólo económicas.

Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (La Voz / Archivo)
Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (La Voz / Archivo)

La creciente sensación de estar atravesando una nueva ola migratoria en la Argentina, en especial de jóvenes de clase media, en búsqueda de trabajo o de experiencias en el extranjero, está atravesada por diversas variables, en las que la crisis económica o las dificultades para encarar proyectos a largo plazo son sólo una parte.

La actual movilidad está protagonizada especialmente por las nuevas generaciones preocupadas por su futuro y estabilidad en un mundo tecnológico, virtual, global y demandante de variadas habilidades y, también, por personas dispuestas a encarar una vida desestructurada, fuera de los viejos mandatos familiares y de los esquemas tradicionales de estudio y trabajo.

La falta de expectativas en un país en crisis recurrentes potencian los deseos de migrar, una posibilidad a la que aspiran quienes cuentan con algún sostén económico familiar para comprar el pasaje, mantenerse hasta conseguir empleo en el lugar de acogida y aquellos que tienen papeles para vivir legalmente en el extranjero (aunque algunos van sin ellos).

Pese a que se escuchan cada vez más casos, la salida de jóvenes (muchos con título universitario), es una tendencia difícil de medir en cifras. Además, los datos oficiales que existen están desactualizados.

La Dirección Nacional de Migraciones (DNM) no respondió al requerimiento periodístico por parte de este diario. Lo último que se conoce es que hasta junio del año pasado unas 200 personas por día declaraban viajar por “mudanza”.

Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (Ramiro Pereyra / La Voz)
Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (Ramiro Pereyra / La Voz)

Sin embargo, hay datos del sector privado que dan algunas pistas sobre el alto porcentaje de personas de todos los estratos sociales que conocen a alguien que planea irse del país.

El estudio continuo de la consultora de tendencias Trendsity sobre las expectativas de los ciudadanos y consumidores –representativo de todo el país y de niveles socioeconómicos– revela que la mitad de los encuestados cree que un familiar o alguien conocido podría dejar la Argentina para buscar nuevas oportunidades.

La investigación cualitativa y cuantitativa (mil casos de todas las provincias y estratos sociales) revela que a la pregunta de en qué medida cree probable que alguien de su familia deje el país respondió que “muy probable” (21%) o “bastante probable” (26%). El 26% dijo que era “ni probable ni improbable”, el 14% “improbable’' y otro 14%, “muy improbable”.

“Son alarmantes las cifras, especialmente entre los más jóvenes y de nivel socioeconómico alto; un problema de fuga de talento joven a la luz de falta de perspectivas”, apunta el informe.

Inquietud por el futuro

El estudio muestra también una gran inquietud de la población de todas las edades por el futuro: 9 de cada 10 personas están preocupadas. Los menores de 25 años, además, manifiestan angustia y desgano.

“Hace algunos años, cuando preguntábamos sobre el futuro, en los jóvenes había una menor preocupación. Pero hoy el futuro les preocupa tanto como a los adultos”, explica Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity.

En las entrevistas para el estudio cualitativo se observa que para los adultos, lógicamente, el pasado es muy importante ya que aglutina los vínculos, el recorrido de vida y los recuerdos; pero para los jóvenes “el futuro es todo”. Y hoy es incierto.

“Vivimos con menos mandatos que en otras épocas, cuando el futuro estaba más trazado e incluso la identidad estaba más predefinida. Las opciones eran más acotadas, el camino al éxito era más predecible”, opina Mociulsky.

Antes, con una buena educación las posibilidades de llegar a algo era más lineal. Pero ese camino, sostiene Mociulsky, entró en cuestionamiento con la revolución del conocimiento, internet, la globalización, la posibilidad de hacer caminos en zigzag, las nuevas habilidades, los empleos requeridos para el futuro y la posibilidad de otras profesiones y oficios, a los que se llega de manera híbrida, que antes no existían (minar criptomonedas, gaming, e-sports, collhunter o cazadores de tendencia o community manager, entre otros).

La porción de población con posibilidades de elección (porque la brecha social y digital es altísima) hoy tiene mayor libertad para forjar su identidad y su futuro pero, opina la CEO, a la vez, sienten angustia porque esa libertad conlleva una gran responsabilidad.

Mociulsky sostiene que la creencia de que los millenials son puro presente y no les importa el futuro, hoy quedó cuestionada.

“Sí les importa construirse un futuro donde puedan proyectar, sentirse a salvo, seguros. No hay claridad en dónde se encuentra esa situación mas tranquilizadora. En países como el nuestro donde tenemos estos niveles de inflación tan altos, muchos ven que el futuro está en Ezeiza”, apunta.

Los jóvenes con formación en ciencias de datos, ingeniería en sistemas y bilingües tienen muchas posibilidades en el exterior; al igual que en la Argentina, pero cobrando en divisas.

No obstante, la idea de emigrar entra en tensión con otros valores, como la amistad o las redes de contención que son parte de la idiosincrasia argentina.

Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (AP)
Emigrar: el 47% de la población cree que un familiar o conocido se irá en el corto plazo del país. (AP)

Cuántos se mudan

No hay datos oficiales actualizados que indiquen cuántos argentinos están emigrando del país ni si la partida de jóvenes y familias son definitivas o transitorias o si solo se mueven para probar suerte un tiempo y luego retornar.

El último dato disponible fue publicado en el sitio de noticias A24 en octubre pasado a través de un pedido de acceso a la información pública a la DNM.

Las estadísticas indicaban que entre septiembre de 2020 y junio de 2021 casi 60 mil personas viajaron consignando “mudanza” como motivo de viaje en su declaración jurada al dejar el país. Es decir, unas 200 por día. Un cuarto de ellos, lo hicieron a España.

Por lógica, el número sería bastante mayor ya que muchos viajeros declaran viajar por turismo o estudios y no regresan.

Según aquel informe periodístico, en ese período –en pandemia y con restricciones en el ingreso a determinados países– declararon irse por “turismo” 445 mil personas, 15 mil por “estudio”, 180 mil por “residencia” y 142 mil por “trabajo”.

“Lo que más me preocupa es que estamos naturalizando que nuestros hijos se vayan del país, como ocurre desde hace décadas en los países centroamericanos, por ejemplo. Hay tanta desesperanza que hasta uno piensa con todo el dolor en el alma que lo mejor es que vayan a buscar una vida más estable y próspera a otro lado”, dice Sandra Gómez (50), madre de un joven chef de 23 años que emigró a Barcelona.

Preocupación y cansancio

En relación a la situación de crisis que vive el país, el estudio de Trendsity muestra que 9 de cada 10 argentinos están preocupados y no ven perspectivas de mejora. El 91% se muestra muy preocupado (36%) o bastante (55%).

Las cifras son muy similares cuando se pregunta sobre el futuro. El 50% responde estar muy preocupado, el 40% bastante y el 10% poco o nada. Los jóvenes y personas de todas las edades, estratos socioeconómicos y regiones del país están en la misma situación.

La gente, además, admite estar ansiosa y cansada.

“En todos los segmentos etarios el principal sentimiento es preocupación, y la mayor preocupación está dada por la economía y la inseguridad. En los menores de 25 años, se observa una alta ansiedad, depresión, desgano, indecisión y soledad respecto del resto”, detalla el estudio.

Comparativamente con sus pares de Chile, Paraguay y Perú, Argentina es el país con mayor resignación y desgano.

Testimonios de cordobeses que emigraron

Carlos Torres, de Monte Cristo, en las calles de España. No sabe cuándo volverá a Argentina. (Gentileza)
Carlos Torres, de Monte Cristo, en las calles de España. No sabe cuándo volverá a Argentina. (Gentileza)

1. “Me fui por el contexto social y político”

Carlos Torres (40) asegura que la decisión de emigrar, junto a su esposa y tres hijos, se vinculó, sobre todo, “al contexto social y político” del país. La familia, que vivía en la localidad cordobesa de Monte Cristo, desde diciembre está radicada en Valencia (España).

Detalló que en Argentina estaban “bien económicamente”, pero que la principal razón para dejar el país fue que “política, social y económicamente, veíamos que a corto, mediano y largo plazo esto iba a ser cada vez peor”.

Torres, ya desde España, sostiene que emigra “el que puede, no el que quiere, porque es complejo”, y cita que “hace falta mucho dinero y la nacionalidad europea, entre otras cosas, para venir en forma planificada y responsable”.

Él es bioquímico y era responsable del departamento de calidad de La Lácteo. Su esposa trabajaba de psicopedagoga. Hoy, en Valencia, sólo Carlos trabaja en una planta de Coca Cola. Y ella acompaña a sus hijos en plena adaptación. Según cuenta, en la escuela tienen inglés, valenciano y castellano.

“Nos encantaría volver a Argentina, pero en el corto plazo no”, aclara. “No nos sentimos identificados con lo que está pasando en Argentina, pero no es sólo la parte económica que está viciada. Socialmente, por más que cambie el partido político, que cambie la conducción, será muy difícil sacar a la gente adelante, si no tocamos fondo o algo muy grande, porque nadie va a querer pagar el costo político. Y no queríamos que los niños vean eso”, explica.

Hace un tiempo también pasaron un hecho de inseguridad, por robo, que los ayudó en esta decisión. También padecieron la usurpación de una casa de veraneo ubicada en Los Reartes (Calamuchita). “Todo sumó”, agrega Carlos.

“Estamos en período de adaptación y acá vemos una diversidad cultural que abre la cabeza; en nuestro país no ocurría”, comenta.

Francisco Giraudo, en Australia. El joven riotercerense recorre distintos países del mundo. (Gentileza)
Francisco Giraudo, en Australia. El joven riotercerense recorre distintos países del mundo. (Gentileza)

2. “Miro lo que se ve del país y no sé cuándo volveré”

Hace cinco años que el cordobés Francisco Giraudo (29) emigró al exterior. Dice que no está arrepentido y que planifica seguir en ese camino. En 2017 dejó su Río Tercero para volar a Dinamarca. Allí se quedó un año por visa de trabajo. “Trabajaba 12 horas por día”, comenta. Se dedicó a tareas que nada tenían que ver con sus actividades en Argentina. “Trabajaba en tareas de limpieza, de cocina, lo que venga”, cuenta.

“En Argentina estudiaba cine y televisión, además editaba fotografías o videos, los fines de semana”, precisa.

En su caso, el motivo de la salida estuvo más emparentada con la vocación de conocer el mundo. Ese es un apunte muy citado por los emigrantes más jóvenes. Pero en ese recorrido se fue dando cuenta de que ganaba mucho más dinero que en su país natal. Y eso le permitió conocer y recorrer cada vez más: “Acá te pagan bien”, remarca y compara.

Después lo atrapó la pandemia, cuando cruzaba a España. En un pueblo cercano a Barcelona se tuvo que quedar seis meses y allí hizo “trabajo de voluntariado”, que le permitió al menos “tener hospedaje y comida”.

Después volvió a Argentina y recorrió el sur del país. Pero en abril pasado volvió a volar para radicarse en Australia. Desde ahí confiesa que “en Argentina no se veía futuro”.

Expone que, con un trabajo no muy calificado, “con lo que se gana en un mes, podés vivir tres meses”. Hay tareas –comenta– que no hacen los locales y quedan reservadas a los jóvenes latinos que llegan como inmigrantes. “Se gana bien y la calidad de vida es muy buena”, acota.

“Me vine solo y vas conociendo gente. Últimamente estoy viendo que llegan muchos chicos jóvenes argentinos a buscar empleo y una nueva vida”, apunta.

En principio, su plan es quedarse un año y luego continuar rumbo a Asia o a Estados Unidos.

Agustín Colloso, entrenador de padel cordobés, que emigró a Italia (Gentileza)
Agustín Colloso, entrenador de padel cordobés, que emigró a Italia (Gentileza)

3. Vendió todo, se fue a Italia y durmió un mes en un baño

El cordobés Agustín Colloso (29) es profesor de pádel. Atento a la alta demanda que registra esa profesión en Italia, envió un currículum a un club de Nápoles. La respuesta no tardó en llegar: “¿Podrás venir en un mes?”, le decían. Allá fue. Vendió su único auto, varias pertenencias más y llegó al sur italiano a cumplir su sueño. Pero las cosas no salieron bien.

Comenta que en el club no le quisieron pagar lo que habían acordado y que lo tuvieron durmiendo casi un mes en un sillón que había en un baño. Al poco tiempo, frustrado, se fue.

Finalmente llegó a Cosenza, en la región de Calabria, a donde trabaja actualmente como profesor de pádel. Allí la cosa mejoró. Fuera del trabajo se vincula con muchos argentinos, entre ellos varios cordobeses que, al igual que él, llegaron ahí en busca de un empleo y de nuevas experiencias.

Con la ciudadanía a punto de salir, Agustín planea seguir viviendo en Italia y volver a Argentina sólo de visita. Aunque tiene a un hijo aquí, cree que desde el exterior le puede ofrecer una vida mejor. “Es triste, pero es así”, reflexiona. Asegura que allá trabaja menos horas que en Córdoba y que genera más ingresos. Pero reconoce que con eso sólo no alcanza, y que la parte afectiva también cuenta. “Extraño un montón. Estoy con muchas ganas de ir al país. Para fin de año voy”, confiesa.

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