Que Milagros Cisterna Campos iba a llevar ese nombre era algo que sus padres tenían decidido desde antes de que la pequeña naciera. Sin embargo, las circunstancias de su llegada al mundo la han convertido en una merecida portadora. "Le hizo honor a su nombre", describe Fabiana, mamá de la pequeña.
Es que Milagros nació en el Hospital Schestakow (San Rafael) el 29 de mayo pasado, con apenas 27 semanas de gestación y pesando apenas 770 gramos. Como para entender lo crítico de su situación -Mili es una beba que nació prematura extrema-, un parto normal sucede entre la semana 37 y la 42 de gestación. En tanto, cualquier bebé que llega al mundo pesa cerca de 3 kilos.
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El milagro de Milagros: nació con 770 gramos y, tras pelearla durante 4 meses en neo, la trasladaron a su casa
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"Fue un milagro, el milagro de Milagros", acotan sus padres, Fabiana Campos y Héctor Cisterna, ambos de 32 años; ella, ama de casa y él, changarín. La familia vive en el distrito de Salto de las Rosas, a una hora de la ciudad de San Rafael. "Estuvo cuatro meses y 17 días en neo", acota su madre, quien -por supuesto- llevó la cuenta exacta de todos y cada uno de esos días. Y quien jamás olvidará el Día de la Madre 2025.
El miércoles de la semana pasada, Milagros por fin fue trasladada a su casa y junto a su familia. No obstante, el monitoreo de su estado continuará siendo permanente y riguroso. Tanto que han hecho la instalación de un equipo de oxígeno en el domicilio, mientras que los controles serán a diario.
"Vamos a estar agradecidos de por vida con los médicos, las enfermeras y psicólogos de neo del Hospital Schestakow, quienes hicieron todo para que Milagros esté en casa con nosotros hoy", resumieron Fabiana y Héctor.
La historia de Milagros: ¡acá no se rinde nadie!
El jueves 29 de mayo de este año, en la maternidad del Schestakow, Milagros Cisterna Campos fue dada a luz. Dado su tiempo de gestación en el vientre de su mamá, el nacimiento de Mili estaba calculado para entre el 8 de agosto y el 12 de septiembre. Pero la realidad no siempre se condice con el ideal o el "deber ser", y una serie de complicaciones adelantaron el nacimiento de la bebé.
"Cuando ella nació, tenía seis meses de gestación. Y era muy chiquitita", rememora, con una mezcla de emoción y timidez, su madre. Lo hace mientras la mira dormir plácidamente en su casa de Salto de las Rosas, donde la semana pasada los especialistas del hospital sanrafaelino instalaron el equipamiento de asistencia de oxígeno para que la "pequeña guerrera" -como la bautizaron- pueda de una vez por todas irse a su casa.
Permanentemente la bebé está conectada a esta asistencia para poder respirar, mientras que deberá continuar con los controles en casa y en los consultorios de alto riesgo. "Gracias a Dios está bien", repite una y otra vez su mamá, quien recuerda que la situación fue "bastante dura".
Luego del nacimiento de Milagros, Fabiana permaneció una semana internada en la terapia del Schestakow, mientras que luego estuvo una segunda semana en el sector de Maternidad. Pero, una vez que la mamá recibió el alta del hospital, y hasta el miércoles de la semana pasada, su rutina la llevaba a estar más de 12 horas en el hospital, intercalando con su pareja (solamente se marchaban por la noche para dormir).
"Íbamos y veníamos todos los días, para estar con ella. Llegábamos a las 7:30 y nos íbamos después de las 20, y ella estaba en todo momento en la incubadora. Recién después de un mes de haber nacido pudo estar en contacto con nosotros. Y en cuanto a la comida, al principio era por una sondita, hasta que a los tres meses pudo tomar teta y mamadera", reconstruye Fabiana.
Desde el miércoles pasado, Milagros está en su casa junto a sus padres y a sus otros tres hermanos, todos chicos de 12, 11 y 9 años.
Los héroes detrás del milagro
No quedan dudas de la fuerza y las ganas de vivir de Milagros, que han sido fundamentales para que la niña supere todas las adversidades y le pelee frente a frente a la muerte. Pero la "pequeña guerrera" cuenta, además, con un admirable ejército que combate y resiste a su lado desde el mismo 29 de mayo.
El pediatra intensivista del Hospital Schestakow, Gonzalo Herrera es uno de los especialistas que ha acompañado a Mili y a su familia durante todo este proceso.
"En los más de cuatro meses que Milagros estuvo en terapia intensiva, pasando muchísimos momentos de extrema gravedad -entre ellos, el tiempo con asistencia respiratoria mecánica, patologías pulmonares e infecciones-, el trabajo de todo el equipo ha sido impresionante y destacable", resume Herrera.
En ese sentido, destaca el trabajo del jefe de Neo del Schestakow, Sergio Molina y de todo el equipo de médicos, enfermeras, nutricionistas y psicólogos que estuvieron en todo momento junto a la niña y a sus padres.
"Se logró hacer un trabajo muy fino para darle la mejor vida a esta bebé, que hace unos días se fue a su casa con oxígeno domiciliario (porque quedó con una displasia broncopulmonar). Hay un trabajo muy grande, la terapia del hospital es de alta complejidad y ha avanzado de forma exponencial en la última década", sigue el especialista.
En ese sentido, Herrera destaca el avance, no solo en lo que hace a equipamiento y tecnología, sino también en el equipo y recurso humano del Schestakow.
"Hace unos 10 o 15 años, la mortalidad en estos pacientes era más alta, sobre todo en bebés tan extremos. Pero lo más importante para destacar en este caso es que el trabajo de los especialistas y la tecnología han permitido ayudar y darle una nueva oportunidad a Milagros", concluye.