El Colegio Nacional de Mendoza cumple 156 años de su primer día de clase este 20 de marzo de 2021

La historia del Agustín Álvarez forma parte de una época en que desde el gobierno de Bartolomé Mitre se buscó educar a todo el territorio con ideas relacionadas con postulados liberales y neutralidad moral y religiosa.

El edificio del Colegio Nacional Agustín Álvarez, frente a la plaza Independencia, fue declarado monumento histórico. Foto: Nicolás Ríos / Los Andes.
El edificio del Colegio Nacional Agustín Álvarez, frente a la plaza Independencia, fue declarado monumento histórico. Foto: Nicolás Ríos / Los Andes.

El presidente Bartolomé Mitre (1862-68), firmó el 14 de marzo de 1863 el decreto Nº 5447 de creación del Colegio Nacional de Buenos Aires, sobre la base del Colegio Seminario y de Ciencias Morales. Se cursaban letras, humanidades, ciencias morales y ciencias físicas y exactas.

La creación del Colegio Nacional de Buenos Aires fue el punto de partida de la organización de la enseñanza secundaria del país y de la difusión de la nueva institución educativa por el interior de la nación, y la función política de los colegios nacionales, fue la formación de élites provinciales bajo el mandato nacional.

En términos generales, la creación de los colegios nacionales en el oeste del país en 1863 tuvo como objetivo principal transformar las culturas provincianas, comenzando así a formar nuevas generaciones intelectuales que permitieran combatir a las ideas conservadoras. Para ello se debía fomentar la inmigración y exaltar el valor de la cultura europea sobre la vernácula.

Por decreto del 9 de diciembre de 1864 se crearon los Colegios Nacionales en: Salta, Tucumán, Catamarca, San Juan y Mendoza (siendo Mendoza el Colegio Nº 5), en el oeste del territorio nacional, determinándose que sus cursos durarían cinco años y se ajustarían al programa de estudios que rige en el Colegio Nacional de Buenos Aires, que servirá de base, así como su reglamento para él régimen interno.

La creación de los colegios nacionales, que dependía directamente del Poder Ejecutivo Nacional, no se detuvo en todo el período. De hecho, se intensifica después de finalizada la presidencia del general Bartolomé Mitre, que continuó haciéndose hasta llegar a un total de diecinueve para el año 1900. La idea era tener un colegio a la europea, con una educación enciclopedista, fiel a los postulados liberales, manifestando un profundo neutralismo en materia moral y religiosa, impregnado de positivismo y laicismo en toda su enseñanza.

A mediados de 1862, Francisco Civit (1827-1908) padre de Emilio Civit, fue electo diputado nacional, cargo que ocupó hasta 1864, y desde allí apoyó la política del presidente Bartolomé Mitre y luego de Domingo Faustino Sarmiento. Civit ya venía trabajando la idea de la creación de un colegio de nivel secundario en la provincia.

Se observa que, en la sesión parlamentaria del 6 de setiembre de 1864, logró la aprobación de su proyecto de instaurar un Colegio Nacional en Mendoza. Fue la persona designada por el ministro nacional, Dr. Eduardo Costa, como comisionado en la provincia de Mendoza. Así lo expresa en el artículo 10º del Decreto del 9 de diciembre de 1864.

Su tarea principal era conseguir un edificio, prepararlo para la creación del Colegio Nacional en Mendoza, y el Estado Nacional se comprometía a pagar los salarios del personal y establecer el plan de estudios siempre que las provincias cedieran el respectivo edificio.

El trabajo del comisionado por Mendoza fue difícil por el hecho que no existían inmuebles adecuados en ese momento debido al sismo del 20 de marzo de 1861, que había destruido casi todos los edificios escolares, hasta el Colegio de la Santísima Trinidad que desapareció para siempre.

Mendoza durante dos años (1861 y 1862) se quedó sin instrucción educativa en todos sus niveles. Algunos maestros seguían impartiendo clases en sus arruinados domicilios particulares.

El gobierno provincial decidió construir un hospital de campaña en las afueras de la ciudad destruida, al sur-oeste, donde existía un conventillo que había soportado los embates del sismo. Civit, solicitó al gobierno de Carlos González Pinto que le cediera en comodato de manera temporal, o en calidad de “préstamo”, el edificio donde se iba a terminar de construir el hospital de campaña, con el fin de situar en dicha edificación el nuevo Colegio Nacional de nivel secundario, creado por decreto del ministerio de la Nación a fines de 1864.

Una vez logrado el lugar para el funcionamiento del Colegio Nacional Nº 5 de nivel secundario en la provincia, de forma inmediata puso manos a la obra para su adecuación. El edificio fue transformado para que funcionara un hospital a las afueras de la nueva ciudad, ubicado en la actual calle Belgrano frente a la calle Rivadavia, con el tiempo se conoció como la “Calle del Colegio”.

La inauguración del Colegio Nacional en Mendoza tuvo lugar el 20 de marzo de 1865, conmemorando el cuarto aniversario del terremoto del 20/03/1861, y no como lo expresa en el Decreto de creación del Colegio del 9 de diciembre de 1864, que en su artículo 11º estipulaba que las clases debían comenzar el día 15 de marzo de 1865.

Estuvieron presentes en el acto el señor gobernador de la provincia; Carlos González Pinto; en representación del gobierno Nacional el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública (MJCeIP) Dr. Eduardo Costa; el Diputado Nacional por Mendoza Don Francisco Civit; el primer Rector del Colegio Nacional de Mendoza, Dr. Manuel José Zapata, representantes del Clero, miembros del Poder Legislativo y Judicial, padres de los 81 alumnos inscriptos y público en general. Fue un momento especial y muy emotivo.

Por sus aulas han pasado figuras relevantes a nivel provincial y nacional que brillaron en los distintos ámbitos del país y del extranjero en sus distintas disciplinas de la ciencia, cultura, deportiva, política, económica, industrial, sanitaria, etc.

El Colegio Nacional “Agustín Álvarez” desde su creación ha trabajado casi siempre con el inicio de la adolescencia, haciendo de ésta un ámbito en el cual los adolescentes, como actores sociales, participan hoy al inicio del nuevo milenio, llegando a internalizar un mundo subjetivo y objetivo, con el fin de comenzar la entrada al mundo adulto cuyo camino sinuoso está marcado por profundos procesos de redefinición y resignificación tanto individuales como sociales, además de rupturas y distancias con su socialización a través de los procesos de subjetivación que viven y que los convierten en sujetos reflexivos y críticos.

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