26 de octubre de 2025 - 07:45

Del Aconcagua al Mediterráneo: la ruta del instructor de buceo mendocino que triunfa en España

Formado en la montaña, Gabriel Quiroga dirige “Diving Center Tarraco” en Tarragona. Forma instructores, colabora con proyectos ambientales y mantiene su puente con la provincia.

Gabriel Quiroga (50) nació y creció en Mendoza. Estudió Educación Física, se formó como instructor de andinismo y trabajó en el parque provincial Aconcagua como parte de la primera camada de guardaparques. A comienzos de los 2000 se mudó a Cataluña, España, para jugar al rugby en tiempos de paridad entre el dólar y el peso, y allí encontró su gran vocación: el mar.

"Me vine a jugar al rugby. Era la época que estaba en mejor momento Argentina. Me ficharon para jugar", recuerda. En Lérida, Cataluña, cursó en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) y, a 96 kilómetros descubrió Tarragona y su costa.

"Siempre me gustó el tema del buceo, pero allí en Argentina en esa época era como prohibitivo. Cuando tenía tiempo libre empecé a sacar los cursos", cuenta. En diciembre de 2007 abrió su centro, "Diving Center Tarraco".

En 2008 ya era instructor y con los años escaló hasta convertirse en instructor trainer. "Tengo el nivel más elevado a nivel de instructores. No sólo soy un instructor que puede hacer gente recreativa sino que, a nivel profesional, también a 'monstruos' instructores", dice orgulloso este mendocino.

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Fue parte de la primera camada de guardaparques del Parque Aconcagua y hoy entrena instructores de buceo en Europa.

Fue parte de la primera camada de guardaparques del Parque Aconcagua y hoy entrena instructores de buceo en Europa.

Del rugby en Lérida al mar de Tarragona

La ruta de Quiroga combina deporte, estudio y decisión. Llegó a Europa por el rugby, que había practicado "desde los 12 años" en el Mendoza Rugby Club, y se instaló primero en Lérida. La proximidad del Mediterráneo terminó de definir su rumbo. "Tarragona tenía mar", resume.

El buceo pasó de hobby a oficio y luego a empresa. "Era irme a jugar a segunda división a Francia o quedarme, pero yo ya había hecho mi vida aquí y empecé con el tema del buceo", repasa. Ese salto profesional cristalizó en el nacimiento de "Diving Center Tarraco", que hoy se presenta como una referencia local en formación de profesionales y salidas al mar.

El anclaje mendocino, sin embargo, nunca se cortó. Antes de cruzar el Atlántico, Quiroga estudiaba Educación Física, completó el instructorado de andinismo y subía en cada temporada al Aconcagua. "Fui la primera camada de guardaparques que hubo en el parque provincial Aconcagua", señala con orgullo.

Ese vínculo con la montaña se mantuvo aun viviendo en España: durante años organizó viajes para llevar grupos europeos a la cumbre más alta de América. "Lo complementaba muchas veces para poder ir a Argentina. Llevaba gente de aquí al Aconcagua", explica.

Desde Cataluña, su carrera como formador amplió el alcance. En 2017, Gabriel viajó a Mendoza para dictar un curso de instructores. "Hice de instructores allí en Mendoza y era el primero del interior de Argentina", recuerda. Ese hito mostró su doble pertenencia: profesional en Tarragona, referente itinerante con raíces en Cuyo.

Formación, ciencia y "albañiles del mar"

"Diving Center Tarraco" funciona como escuela, operadora y plataforma de viajes. Según Quiroga, el 70% del centro se sostiene con cursos de todos los niveles, salidas en la costa tarraconense y expediciones internacionales.

A la vez, mantiene un vínculo estrecho con la Universidad Rovira i Virgili (URV). "Somos, a nivel de Tarragona y de España, un referente medioambiental. Trabajamos aquí con la Universidad Rovira i Virgili. Pertenecemos a una 'spin-off' de la universidad y somos la parte técnica a nivel del mar", detalla.

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Su Diving Center Tarraco es un modelo de formación y trabajo ambiental: “Somos los albañiles del mar”, define Quiroga.

Su Diving Center Tarraco es un modelo de formación y trabajo ambiental: “Somos los albañiles del mar”, define Quiroga.

La imagen que usa para explicar el rol es clara: "Somos, digamos, los albañiles del mar. Ellos son los ingenieros: nos dicen qué quieren hacer en el agua, nos dan los planos y nosotros lo hacemos".

Entre los proyectos destacan los biotopos artificiales para favorecer la biodiversidad y la siembra de ostras con fines de filtrado de agua en zonas afectadas por contaminantes, incluidos residuos de medicamentos. Este tipo de intervenciones combina ciencia aplicada, logística submarina y monitoreo, y ha consolidado al centro como socio técnico de equipos de investigación. La descripción sintetiza bien el objetivo: traducir ideas científicas en obras concretas bajo la línea de flotación.

El área educativa no se detiene. Quiroga diseña calendarios anuales con certificaciones internacionales, prácticas controladas y salidas que van desde bautismos hasta cursos avanzados y profesionales. En su rol de instructor de instructores, imparte metodologías, protocolos de seguridad y criterios de evaluación que luego replican otros formadores. "He ido subiendo hasta ser instructor trainer", subraya.

La formación, insiste Gabriel, no se limita a técnicas bajo el agua: incluye ética de la actividad, respeto por los ecosistemas y una cultura de prevención.

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Desde la cordillera hasta el Mediterráneo, Gabriel Quiroga cambió el Aconcagua por el mar y hoy lidera un centro de buceo referente en Tarragona.

Desde la cordillera hasta el Mediterráneo, Gabriel Quiroga cambió el Aconcagua por el mar y hoy lidera un centro de buceo referente en Tarragona.

Una identidad que se mantiene a flote

El centro proyecta el trabajo en Tarragona hacia rutas más lejanas. Este año, Quiroga organizó cuatro viajes y ya concretó tres: Machalilla, en Ecuador —"le llaman las pequeñas Galápagos en la parte continental"—, Malta y el Mar Rojo, al que suma un récord personal: "Es el viaje número 22, o sea que llevo al Mar Rojo, Egipto", apunta.

En pocas semanas partirá a Filipinas, con base en Malapascua. "Del 7 al 17 de noviembre hago el último viaje del año", detalla. Ese cierre coincide con el inicio del invierno europeo, el momento en que reordena agenda, abre un nuevo curso de instructores y cruza de regreso a Argentina para pasar el verano austral. "Me voy a Argentina, son mis vacaciones", cuenta entusiasmado a Los Andes.

El ida y vuelta incluye familia y afectos. "Tengo a padrinos ahí y a los amigos del club y de la vida misma", cuenta. Su historia personal en España también se enlaza con Mendoza: "La familia que he formado fue con una chica de la provincia. En uno de los viajes que hice la conocí y, bueno, las cosas de la vida..." Ese puente sentimental y profesional lo mantuvo cerca de su provincia aun viviendo en la costa catalana.

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“En Argentina podía tener 1000 pesos y saber con quién compartirlos; aquí puedo tener 1000 euros y no saber con quién ir”, reflexiona sobre las diferencias culturales.

“En Argentina podía tener 1000 pesos y saber con quién compartirlos; aquí puedo tener 1000 euros y no saber con quién ir”, reflexiona sobre las diferencias culturales.

En el repaso de lo que extraña, Gabriel menciona las costumbres. "Se extraña mucho. Por mucho que aquí se hable castellano y podamos decir que tenemos costumbres parecidas, no es lo mismo. No hay eso de 'vine, toqué timbre y me puse a tomar un mate contigo'. Aquí siempre es quedar con alguien de una semana para otra y terminas viéndote en un café", describe.

También añora la liturgia del asado. "Venir a casa a tirar un pedazo de carne a la parrilla no existe. Aquí es diferente. Es muy amigable, pero no es lo mismo", diferencia.

Las comparaciones traen una frase que repite cada vez que vuelve a Mendoza y que condensa una idea de pertenencia: "Yo en Argentina al día a día tenía 1.000 pesos y sabía con quién ir y a dónde compartirlo. Te juntabas, te comprabas una cerveza y te ponías a charlar en la mesa de cualquier lugar y te reías. Aquí puedo tener 1.000 euros y no saber con quién ir o con quién compartirlo. Esto es lo que se extraña".

La afirmación no apunta a cuestionar su vida en Tarragona ya que su proyecto creció allí, sino a subrayar que el sentido de comunidad que vivió en su provincia lo acompaña como medida de proximidad.

La agenda de Quiroga descansa sobre tres ejes: enseñanza, investigación aplicada y viajes. En Tarragona, coordina cursos durante todo el año, con mayor intensidad en temporada. En paralelo, prepara intervenciones técnicas con equipos de la URV, con foco en restauración ecológica y resiliencia costera.

A partir de noviembre, cierra el ciclo con el viaje a Filipinas y retorna a Cuyo. De ese modo, el calendario europeo baja la persiana y el calendario argentino abre puertas para reencontrarse con padrinos, amigos y el club. "Nunca dejé de ir", insiste.

Mientras tanto, "Diving Center Tarraco" consolida su lugar en la escena catalana. Las salidas en la costa, la oferta de cursos y la colaboración con la URV ganan volumen. Entre fotos de domos de corales artificiales, ostras que filtran agua y alumnos que reciben su primera certificación, se dibuja el retrato de un mendocino que eligió el mar sin abandonar la cordillera.

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