Debate por el ciclo lectivo 2022: el grupo Familias Organizadas de Mendoza, a favor de los 195 días de clases

Padres y madres autoconvocados que reclamaron por la presencialidad durante en cuarentena coinciden con el nuevo calendario de la DGE pero piden calidad y continuidad.

Durante la cuarentena, miles de padres pidieron presencialidad escolar. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Durante la cuarentena, miles de padres pidieron presencialidad escolar. Foto: Mariana Villa / Los Andes

La decisión de la Dirección General de Escuelas (DGE) de establecer un calendario escolar de 195 días en el ciclo lectivo 2022 desató la polémica en el ámbito escolar, en el que autoridades, directivos, docentes, padres y madres, opinaron sobre un tema que no pierde vigencia: ¿cantidad de días de clases o calidad educativa? En este caso, el grupo Familias Organizadas de Mendoza se sumó al debate y se mostró a favor de la medida, aunque también reclamó mejoras cualitativas, continuidad y mayor participación del entorno familiar en la planificación académica.

Hace tan sólo unos días, en diálogo con Los Andes, la subsecretaria de Educación provincial Graciela Orelogio ratificó el nuevo ciclo lectivo 2022 con la intención de “ir recuperando los aprendizajes que han ido quedando del 2020 y pueden haber quedado del 2021″. Ante los reclamos de diferentes sectores por mayor calidad educativa en vez de más días de clases, la funcionaria reconoció que “no alcanza la cantidad de días de clases para asegurarnos que la calidad mejore, pero sí es la condición necesaria”.

Ahora, quien tomó la palabra en la discusión es un grupo referente de padres y madres de Mendoza, que a partir de la pandemia y cómo ésta afectó la escolaridad durante los últimos dos años, se autoconvocó para pedir y promover, entre otras cosas, la vuelta a la presencialidad en las escuelas de la provincia. Fernando Rozzi, uno de sus representantes, manifestó a este diario coincidir con la DGE “en cuanto a que la cantidad de días de clases no es una condición suficiente, pero sí es una condición necesaria” para mejorar la calidad educativa. Sin embargo, no dudó en aclarar que “no hay una relación directa científicamente comprobada, pero sí tiene que haber una cantidad de días especialmente, que sea establecido alrededor de los 180 días para que los chicos concurran a la escuela”.

Además de expresarse en concordancia con la subsecretaria de Educación, Rozzi dejó un mensaje dirigido a los diferentes actores de la educación: “Tal vez haya una sobrecarga de días de clases y para algunos sectores de la sociedad es una medida tal vez antipática empezar en febrero las clases e ir hasta mediados de diciembre. Pero también hay que ver que estos dos años que pasaron se perdió mucho aprendizaje y de alguna manera hay que tratar de recuperarlo”.

Ante las posibles disidencias, agregó: “Yo entiendo que puede ser molesto, hasta un sacrificio para muchos, pero entendemos que es absolutamente necesario, sobre todo para los chicos que quedaron totalmente desconectados. En pos de ser solidarios también con ese sector, impulsamos y apoyamos los 190 o 195 días que están proponiendo”.

Santiago Bär, también parte de Familias Organizadas de Mendoza, coincidió con la “condición necesaria”, aunque explicó: “Me parece que unos días más no necesariamente van a recuperar los conocimientos perdidos. Está muy bien querer recuperar lo perdido, algo de lo que muy pocos hablan, pero sólo con una respuesta de cantidad no creo que sea suficiente. Ahí también interviene el tema de la calidad: en esos diez días extras, ¿cuáles son las herramientas para recuperar lo perdido? ¿Se va a hacer un repaso del año anterior? ¿Se va a hacer un seguimiento de las secuelas psicológicas y psicosociales que los niños tuvieron? Está muy bien la intención, pero nadie explica cómo. Si es sólo sumando días, no lo veo suficiente para nada”.

Cantidad, calidad y continuidad

Rozzi ejemplificó con “países del primer mundo que tienen menos o más cantidad de días, y dan una educación excelente”, por lo que explicó: “Nuestro análisis va más allá de la calidad y la cantidad, va por el lado de la continuidad. Yo prefiero 150 días continuos, que 205 interrumpidos. En lo que no estamos de acuerdo con la DGE es que sea un anuncio de cantidad de días, sin garantizar la continuidad”.

Por ejemplo, Brasil, Colombia y México tienen un calendario de nivel primario con 200 días, mientras que Chile cuenta con 190. En el resto del mundo tienen menos de 190 días de clases países como Finlandia, Canadá, Alemania, Estados Unidos, Suecia, Grecia, Francia, y China. En secundaria se repite la tendencia, con Israel con 210 días, Inglaterra con 190, España con 175, Irlanda con 167 y Grecia con 152.

Así es que, resumió Fernando Rozzi, “tener que interrumpir la continuidad es más perjudicial que tener menos días de clases”. Y agregó: “Lo que tendrían que hacer, por un lado, es dar la cantidad de días y, por el otro, garantizar que esa cantidad de días se van a cumplir concretamente. Y eso no lo sabemos, por ahora es un plan”. Santiago Bär fue contundente al respecto: “Los días de clases que tengamos, tengámoslo de verdad, que no sea un anuncio politizado”.

La voz de la familia

“La gran revelación de esta pandemia ha sido que la voz de la familia ha sido contundente a la hora de conseguir presencialidad”, destacó el referente de Familias Organizadas de Mendoza. Es que, para Rozzi, “previo a eso era nada”.

“A la hora de sentarse a discutir políticas de educación están el Estado y los sindicatos pero las familias o los estudiantes, que tienen voz a través de sus padres, no somos convocados. A partir de la pandemia se vieron obligados porque se hizo un movimiento muy fuerte y federal pidiendo presencialidad”, disparó.

“Es algo que venimos discutiendo mucho en el grupo de familias y está bueno que nos sentemos en la mesa de esa discusión”, reconoció Bär. Para él, “es parte de una autocrítica no sólo de nuestra generación sino también de parte de nuestros padres, de que hemos dejado en manos de otros la educación de nuestros hijos; y hay cosas que se nos escapan de las manos y con razón, porque hemos dado un paso al costado en ese sentido”.

Es por eso que, resaltó, “el paso siguiente para la mejora en la educación tiene que ser una vuelta a incluir a las familias en la planificación y gestión escolar”, por lo que “tiene que haber un despertar en la consciencia de todas las familias de decir que la educación de nuestros hijos es nuestra responsabilidad”.

Para lograr el cometido, Bär concluyó: “Tenemos que aliarnos con el Estado, no puede convertirse en nuestro contrincante, y a su vez el Estado también tiene que contar con los padres para sentarse en la mesa y discutir y definir ciertas cosas, así como lo hacen con los sindicatos. Los docentes están involucrados en cuanta discusión hay, ¿pero cuándo se le consultó a las familias respecto a los conflictos? Creo que hay que sentar a todos en la mesa de discusión y trabajar a partir de consensos”.

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