Cuatro años sin Alan Villouta: “Si tengo que vender tortitas para que se construya la pasarela, lo voy a hacer”

Alan (21) murió tras ser atropellado en el Acceso Sur. El conductor, condenado el año pasado, se dio a la fuga. Como cada año, su familia insiste con la construcción de un puente peatonal.

Este jueves se cumplen cuatro años de la muerte de Alan Villouta (21), quien fue atropellado por Alejandro Verdenelli cuando el joven intentaba cruzar el Acceso Sur tras salir de trabajar.
Este jueves se cumplen cuatro años de la muerte de Alan Villouta (21), quien fue atropellado por Alejandro Verdenelli cuando el joven intentaba cruzar el Acceso Sur tras salir de trabajar.

El 26 de agosto de 2017, a la 1:50 un joven Alan Villouta –que tenía solo 21 años por aquel entonces- era atropellado en el Acceso Sur, a la altura del mall La Barraca. Alan salía de trabajar en una pizzería de este centro comercial e intentaba cruzar esta vía con la intención de tomarse el colectivo y regresar a su casa. Pero un vehículo que circulaba a alta velocidad lo impactó. El joven quedó tendido en la vía pública y falleció prácticamente en el acto, mientras que el conductor se dio a la fuga. Recién 60 horas después del siniestro, el conductor –identificado como César Alejandro Verdenelli- se entregó a la policía, mientras que en abril del año pasado fue condenado a tres años de prisión en suspenso por el delito de “homicidio culposo agravado por conducción imprudente y antirreglamentaria”. También fue inhabilitado para conducir durante ocho años.

Este jueves se cumple cuatro años de la muerte de Alan Villouta (21), quien fue atropellado en el Acceso Sur cuando regresaba a su casa luego de una jornada de trabajo.
Este jueves se cumple cuatro años de la muerte de Alan Villouta (21), quien fue atropellado en el Acceso Sur cuando regresaba a su casa luego de una jornada de trabajo.

“Se cumple cuatro años desde que mi hijo Alan dejó de existir físicamente. Pero lo hizo para convertirse en ese ser especial que se mudó al corazón de cada uno de nosotros, que vive en el recuerdo de cada uno y en todo lo que hacemos para que no quede en vano su partida”, sintetiza su padre, Andrés Villouta.

Este jueves, Andrés y toda su familia participarán de un emotivo acto para recordar a su hijo. Será en el Acceso Sur, a la altura de donde murió Alan, y descubrirán un nuevo cartel recordando al joven. Además, insistirán en el pedido de que se construya una pasarela para que los peatones crucen el acceso en ese punto.

Alan trabajaba en la cocina de un restaurante del centro comercial la Barraca y se dirigía a tomarse el colectivo cuando fue atropellado.
Alan trabajaba en la cocina de un restaurante del centro comercial la Barraca y se dirigía a tomarse el colectivo cuando fue atropellado.

“Queremos pedirle al mendocino que nos tire esa mano para que Vialidad Nacional se deje de dar vueltas y haga esa pasarela. Es la única pasarela que hace cuatro años está programada, proyectada, pero no se hace nada. Si hace falta, estoy dispuesto a preocuparme y ocuparme en buscar presupuesto y, o como sea, juntar dinero. Así tenga que ponerme a vender tortitas al lado del cartel del Alan. Y todos los meses, todos los días voy a llevar la plata que junte, un sobre con 100, 200, 500 o 1000 pesos, lo que sea que se junte”, sintetiza Andrés, quien –junto a su esposa Andrea Bazán y sus otros seis hijos lograron convertir todo el dolor por la muerte de Alan en acciones de concientización y ayuda a los demás.

De hecho, y aunque el acto en memoria de Alan será a partir de las 13:30, la familia estará en el lugar desde las 10 de mañana y hasta las 16 junando mercadería para colaborar con cinco comedores de Mendoza.

Andrés Villouta y Andrea Bazán, padres de Alan, convirtieron el dolor por la muerte de su hijo en acciones y concientización.
Andrés Villouta y Andrea Bazán, padres de Alan, convirtieron el dolor por la muerte de su hijo en acciones y concientización.

“Han sido tremendamente difíciles estos cuatro años. Si bien uno tiene seis hijos más, ninguno es igual al otro y te falta uno todos los días. Cada uno de nosotros lleva su duelo de forma diferente forma, y tenés que fortalecerte vos, a ellos, a la esposa; y viceversa”, reflexiona Andrés, quien agrega que ni siquiera todos los días son iguales en cuanto a las sensaciones. “Tenés tus momentos. Siempre estás pensando que quizás hoy podrías estar planificando su casamiento, por ejemplo. Cuando para el Día del Padre entran todos a llevarte el desayuno, en algún momento se te cruza la idea de que también va a cruzar él esa puerta. Hace cuatro años que no puedo dormirme antes de las 3 o 4 de la mañana y me quedo mirando fijo por la ventana; hace cuatro años en que, algunas noches, me despierto a las 5 de la mañana y me quedo callado escuchando que mi esposa está llorando a mi lado”, piensa en voz alta.

Alan Villouta junto a su padre, Andrés, en el último video que filmaron. "Me agradece por todo lo que le enseñé sobre la preparación de pizzas" resalta Andrés, emocionado.
Alan Villouta junto a su padre, Andrés, en el último video que filmaron. "Me agradece por todo lo que le enseñé sobre la preparación de pizzas" resalta Andrés, emocionado.

Compromiso

Si algo caracteriza a la familia Villouta Bazán es la resiliencia con que afrontaron la pérdida de su hijo y hermano mayor. “Sabemos que no somos dueños de la verdad, pero sí podemos ser nexo para recibir y brindar ayuda, contención o bendición para que las personas superen situaciones difíciles”, destaca Andrés.

El acto de mañana, en el que descubrirán un nuevo cartel con la leyenda “Alan, sí a la vida” (el anterior fue robado inentendiblemente) será el cuarto en la misma cantidad de aniversarios desde el fallecimiento del joven. “Todos los 26 de agosto hemos realizado alguna actividad para recordarlo. El primer año pintamos una estrella amarilla, que repintamos el segundo año cuando presentamos la fundación Red de Corazones (en 2019) y que está basada en la contención emocional y espiritual para las víctimas de accidentes. El año pasado empezamos con nuestro programa de radio Empezar de Nuevo para acompañar a quien lo necesite”, recapitula Villouta.

Siempre con una sonrisa, así recuerda su familia a "El Guachi", como le llamaban a Alan en el trabajo por ser uno de los más jóvenes.
Siempre con una sonrisa, así recuerda su familia a "El Guachi", como le llamaban a Alan en el trabajo por ser uno de los más jóvenes.

Desde siempre, la familia se ha dedicado a cocinar pizzas y otras comidas rápidas. Pero eso no les ha quitado tiempo para, por ejemplo, instalarse en la zona de los boliches los viernes y sábados por la noche (por ejemplo y antes de la pandemia) para repartir volantes e intentar concientizar a los jóvenes sobre los peligros de conducir si se ha bebido alcohol.

Yo no elegí jugar este partido de fútbol. Pero cuando estaba en la cancha, vi el marcador y lo teníamos perdido por goleada. Pero el técnico te mira y te dice que no te va a sacar hasta que termine, que vas a seguir jugándolo. Y ahí tratas de hacer lo que puedas; quizás algún gol para achicar la diferencia, defender cuando hace falta, atacar en otro momento. Y, si es necesario, ir al arco a atajar. Jugás en toda la cancha y no parás hasta que el partido termine”, resalta con una metáfora futbolera.

Alan Villouta cumpliría 25 años en octubre de este año. Era el mayor de siete hermanos.
Alan Villouta cumpliría 25 años en octubre de este año. Era el mayor de siete hermanos.

Alan, siempre presente

La preparación de pizzas siempre ha sido el hilo conductor –desde lo profesional- de la familia. Y el propio Alan estaba trabajando en una reconocida pizzería de La Barraca cuando falleció (en el momento en que fue atropellado salía del local e iba en camino a su casa).

“Siempre hemos vivido y laburado de hacer pizzas en la familia. Incluso nos reíamos porque Alan se quejaba de estar cansado de amasar y cocinar pizzas, por lo que se preparó y estudió para ser gasista matriculado, entre otros oficios. Pero, a la larga, terminó haciendo pizzas”, recuerda entre risas –mezcladas con lágrimas- su padre. “Un mes antes de que lo atropellaran, desde la pizzería donde trabajaban llamaron a casa para avisarle a Alan que querían que quede como encargado de lo que tenía que ver con la parte de pizzería. Hicimos un asado para celebrar, y en el último video que tengo de él se lo escucha cuando me agradece por enseñarle a hacer pizzas”, agrega, y la emoción en forma de llanto lo ahogan e interrumpen sus palabras.

Andrés Villouta con algunos de sus hijos, entre ellos Alan.
Andrés Villouta con algunos de sus hijos, entre ellos Alan.

“El 25 de agosto de hace cuatro años, un día como hoy, fue la última conversación que tuve con mi hijo. Él había llegado con el bono de sueldo y yo le decía que tenía que ahorrar para poder comprar y tener sus cosas. Él el olor a comida de la pizzería –que todavía lo recuerdo- y tengo sus palabras, su tono de voz, todo grabado como si hubiese sido ayer”, acota a su turno Andrea, también emocionada. Y agrega que, aunque generalmente comía en el trabajo, llegaba y comía algo más para compartir un momento con sus padres.

“El Guachi”, como le decían en el trabajo ya que era uno de los más jóvenes, trabajó doble turno ese último mes; justamente para ir preparándose como encargado de todo lo que tenía que ver con las pizzas. “Lo veíamos con tanta alegría y fue un golpe psicológico muy grande, para nosotros y para sus compañeros. Hasta el día de hoy sigue ese cariño con la gente del lugar”, afirman sus padres, Andrés y Andrea.

Sin rencores

A cuatro años del “homicidio culposo agravado por conducción imprudente y antirreglamentaria” de su hijo Alan, Andrés no le guarda nada de rencor a quien lo atropelló en el Acceso Sur.

Alan, de bebé, junto a su madre Andrea Bazán,
Alan, de bebé, junto a su madre Andrea Bazán,

“Si tuviera que decirle algo a quien lo atropelló, le diría lo mismo que ya le mandé a decir con su abogado: ‘Señor Alejandro Verdenelli, como papá reconozco su error y lo perdono de corazón. Porque me enseñaron a no cargar con el dolor de haber perdido a un hijo en forma de odio y de rencor. En ese camino uno tiene que ver que ese rencor y ese odio se conviertan en amor’”, se explaya Andrés Villouta.

“En este largo tiempo aprendí que lo mejor que uno puede hacer es observar, callar, llorar y gritar; pero nunca maldecir. Dios te da un puñado de semillas, y lo que sembrás es lo que terminás cosechando”, agrega el hombre de 43 años. Y deja en claro que, aunque le cuesta todavía entenderlo, ni siquiera le guarda rencor a Verdenelli por haber ido a comer al mismo restaurante donde trabajaba Alan apenas tres meses después de haberlo arrollado.

Alan Villouta murió atropellado durante la madrugada del 26 de agosto de 2017.
Alan Villouta murió atropellado durante la madrugada del 26 de agosto de 2017.

Alan era el hijo mayor de Andrés y Andrea (45). El 14 de octubre próximo cumpliría 25 años, mientras que le siguen Franco (23), Mili (21), Jorge (20), Luci (19), Emanuel (18) y Morena (13).

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