Crimen de Montañita: a cinco años del brutal asesinato de dos mendocinas en Ecuador

Marina y Majo estaban de viaje turístico y fueron asesinadas. Hubo condenados, pero no encontraron a los responsables de una violación previa.

En Mendoza el crimen de las mendocinas caló hondo y se organizaron marchas para repudiarlo / Marcelo Rolland
En Mendoza el crimen de las mendocinas caló hondo y se organizaron marchas para repudiarlo / Marcelo Rolland

El reloj marcaba algunos minutos pasadas las 3 de la tarde del 22 de febrero, de hace 5 años, cuando desde el balneario ecuatoriano de Montañita -pueblo que nació como refugio de pescadores en los años 30- las mendocinas, Marina Menegazzo y María José Coni (ambas de 21 años), anunciaban por celular el retorno a la provincia, vía terrestre hasta Lima en el Perú y desde ahí, en avión con escala en Santiago de Chile, para reencontrarse con sus familias, después de 40 días de “vacaciones” recorriendo parte de esa geografía ancestral.

Fue el último contacto de un esperanzado viaje que no tuvo retorno. Las estudiantes universitarias y voluntarias en apoyo a los “sin techo”, habían extendido una semana al viaje iniciado, junto a Agostina Cano Porras y Sofía Sarmiento, a mediados de enero, después de programarlo, ahorrando peso a peso, a lo largo de todo el año 2015.

Ese silencio, que se extendió por días, hizo que, desde Mendoza, se buscara ayuda solidaria a nivel internacional -intervino Interpol- para dar con el paradero de ambas, considerando que estaban desaparecidas y organizaron el viaje relámpago al Ecuador de algunos miembros de ambas familias. La noticia de la desaparición de Marina y de Majo trascendió la frontera de ambos países y, las redes sociales, la hicieron conocer en todo el Continente.

Marina y Majo tuvieron un trágico final en Montañita.
Marina y Majo tuvieron un trágico final en Montañita.

Envueltas en bolsas

Hasta que el jueves 25 fue encontrado el cuerpo de Menegazzo envuelto en una bolsa de basura (lejos de la costa) y 48 horas después, se descubrió el cadáver de Coni. La desaparición se transformó en un doble y alevoso crimen.

Las autopsias judiciales con la participación de personal de la Policía Federal Argentina, a la que se sumó a la reconstrucción en 3D efectuada por los peritos ecuatorianos, determinó no sólo la identidad de ambas mendocinas, sino que se conoció que Marina tenía un puntazo en el cuello que le rompió la médula y le causó la muerte casi en el acto, aunque también recibió varios golpes en el cráneo.

Por su parte, Majo presentaba múltiples golpes en la cabeza, provocados con un elemento contundente, un hematoma en una pierna, un dedo del pie quebrado y marcas en las manos. El informe judicial aclaraba que “no tuvieron oportunidad de realizar movimientos de defensa”, lo que podría suponer que estaban inconscientes o sometidas sin posibilidad de moverse (atadas) y los estudios hablaron de que los cuerpos tenían presencia de benzodiacepina.

Así, y con el aporte dado por ocasionales testigos se logró, en tiempo récord, detener a Alberto Segundo Mina Ponce, alias El Negro, de 36 años, (en cuya casa habrían sido retenidas las chicas) y a Aurelio Eduardo “el Rojo” Rodríguez (42) y el terrible hecho se transformó en una cuestión de estado con intervención de ambos gobiernos, con Rafael Correa y Mauricio Macri involucrados en la investigación que tuvo la participación de varios fiscales y la renuncia de la ministra de Turismo del Ecuador.

En seis meses “El Negro” Mina Ponce y “El Rojo” Rodríguez fueron condenados a la pena de 40 años de cárcel por el Tribunal Penal de la Corte Provincial de Santa Elena. Trece meses después, en un segundo debate, José Luis Pérez Castro, de 34 años, recibió la misma pena.

En el recuerdo Gladys Stefani, que falleció en mayo de 2018, viajó a Ecuador no solo para reconocer el cuerpo de su hija (Majo), sino que, desde ese momento, se entrevistó con los testigos, dialogó y discutió con los fiscales y recorrió metro a metro la zona donde las jóvenes fueron vistas por última vez y finalmente visitó el lugar donde hallaron los cuerpos.

Mientras que, en un mensaje, Cristina la madre Marina, confió: “En estos años fuimos atravesando heridas sin cerrar, luchas, reclamos de justicia, juicios, y ahora... un tiempo de sanación que pone nuestra mirada adelante, más alto, seguramente más cerca de nuestra Marina. Sentimos a nuestra hija viva, activa, operante, amorosa, animándonos a avanzar con fuerza, esperanza y sembrando vida”.

Más culpables

En ese largo e interminable tiempo de dolor ante lo irreparable, los cuerpos de ambas jóvenes retornaron, en cajón cerrado, a Mendoza y una multitud las despidió en su recorrido hasta un cementerio de Luján, donde recibieron cristiana sepultura, aunque sin lograr el descanso eterno, porque esas pérdidas dejaron marcas de por vida para ambas familias, que esperaban el juicio para conocer la verdad.

Fueron tres condenados para un caso que aún sigue abierto, teniendo en cuenta que no se encontraron muestras genéticas que los involucre a los tres en abusos sexuales, por lo que presupone para los investigadores, y también para a familias de ambas jóvenes, que hubo más involucrados. Y, hasta ahora, no han sido identificados.

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