Aunque bajó, la desocupación en mujeres jóvenes duplica la del promedio de la población

Las mujeres resultan más afectadas que los varones por esta problemática y la brecha entre ellos se incrementó. Por el contrario, siguen siendo el segmento más afectado pero se aprecia una mejora en su inserción laboral.

Pintoras de obra
Nancy Pallero (58), Ayelén Aybar (32) y su hermana Antonella Aybar (25) son pintoras de obra fina y gruesa.

Foto. Orlando Pelichotti
Pintoras de obra Nancy Pallero (58), Ayelén Aybar (32) y su hermana Antonella Aybar (25) son pintoras de obra fina y gruesa. Foto. Orlando Pelichotti

La desocupación en mujeres jóvenes de Mendoza duplica a la del promedio de la población. “Cargan” con dos particularidades: el género y la edad, si se tiene en cuenta que los jóvenes son el segmento que más dificultades encuentra para insertarse laboralmente.

La desocupación en mujeres de hasta 29 años es de 12,7% mientras que el total en toda la población local es de 6%. Incluso quedan peor paradas que sus pares mayores: este indicador en jóvenes es el doble que entre mujeres de 30 a 59 años, entre las que alcanza a 5,8%. También es casi el doble que en varones de la misma edad, entre quienes están afectados el 7%.

Los datos surgen de la última Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), con información de 2022.

Igualmente cabe señalar que la desocupación afecta más a las mujeres de todas las edades: en toda la población esta alcanza a 4,6% de varones y 7,7% de ellas. Además, el impacto de la problemática en los más jóvenes es notoria incluso dentro del mismo género: entre los varones jóvenes duplica a la que expresan los mayores y asciende a 7% frente a 3,4% de los segundos.

Aunque bajó, la desocupación en mujeres jóvenes duplica la del promedio de la población
(Ramiro Pereyra)
Aunque bajó, la desocupación en mujeres jóvenes duplica la del promedio de la población (Ramiro Pereyra)

Pero también hay que señalar que la proporción de la población joven femenina afectada ha mostrado un descenso sostenido los últimos años (ver debajo).

“Los indicadores de desempleo han mejorado, sin embargo sigue siendo más difícil para las mujeres conseguir un trabajo. Y ahí también me parece significativo que siempre la brecha más grande es en las tasas de subocupación, porque además tenemos más dificultades las mujeres por las tareas de cuidado para trabajar jornada completa”, dijo la licenciada en Sociología, Débora Robledo, de la Consultora Perspectivas.

Menos desocupadas pero con más brecha

Hay que destacar que pese a que las mujeres jóvenes siguen siendo el segmento al que más les cuesta la inserción en el mercado laboral, los últimos años se aprecia una disminución sostenida en la proporción de afectadas. Es que pasó de 16,3% en 2019, a 14,8% en 2021 y luego a 12,7% en la última medición (se deja afuera el 2020 por haberse modificado condiciones por la pandemia). Este descenso es mucho más marcado que otros movimientos que se observan. Por ejemplo, la desocupación total pasó de 7% a 5,8% y luego a 6%. En tanto en mujeres de todas las edades era de 8,4%, luego de 7,4%, para llegar a 7,7% en 2022.

Esto expresa que si bien la brecha se mantiene, la inserción laboral de este segmento ha mejorado, incluso notoriamente más que en otros grupos y en la población general.

Parte de la lectura que hay que hacer al respecto es el deterioro de las condiciones socioeconómicas y el del poder adquisitivo han empujado a más miembros de la familia al mercado laboral y se han incorporado muchas mujeres que antes trabajaban sólo en el ámbito doméstico, tal la lectura que hacen los conocedores del tema.

Pero también vale decir que son un segmento con una alta proporción de personas que se inserta en peores condiciones porque acceden más a trabajos del sector informal, a tiempo parcial y mal remunerado.

Lo cierto es que en definitiva se sostiene una brecha entre varones y mujeres que incluso bajo estas condiciones se amplía. La diferencia entre ellos en el porcentaje de desocupados jóvenes en 2021 respecto de 2022 aumentó.

En 2021, la desocupación en mujeres de hasta 29 años era de 14,8% y la de varones de la misma edad, de 9,9%. Es decir una diferencia de 4,9 puntos mientras que en 2022 es de 5,7%.

Esto expresa un nuevo deterioro de un escenario que había logrado mostrar un leve acortamiento de las inequidades. Es que en 2019, en varones era de 9,7% y en mujeres 16,3%, una brecha de 6,6 puntos.

Causas

La brecha en las tasas de actividad entre varones y mujeres jóvenes debe buscarse en “la división sexual del trabajo’', según el economista Pablo Ernesto Pérez, director del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (perteneciente al Conicet). En diálogo con Télam, dijo que ésta lleva a “preparar a los jóvenes para ejercer un trabajo productivo, mientras que gran parte de las jóvenes son educadas para asumir el trabajo doméstico o de la reproducción”.

Tal cual consideró, esto “reproduce estereotipos y desigualdades de género” y pone en evidencia “la distribución inequitativa” entre trabajo productivo y reproductivo. Pero además agregó que disminuye las posibilidades de desarrollo profesional de las jóvenes.

La desocupación en mujeres de hasta 29 años es de 12,7% mientras que el total en toda la población local es de 6% (AP Foto/Nam Y. Huh, archivo)
La desocupación en mujeres de hasta 29 años es de 12,7% mientras que el total en toda la población local es de 6% (AP Foto/Nam Y. Huh, archivo)

Para Robledo en cambio, “una razón que explica estas asimetrías que hay en el mercado laboral es que en general las mujeres, y más las mujeres jóvenes, dedican más tiempo promedio a lo que es la educación y la formación”. Estos dos puntos de vista contemplan sectores con diverso nivel de acceso a formación. “Entonces es importante tener en cuenta para analizar estos números, todo lo que tiene que ver con la tasa de actividad y la tasa de empleo, analizarlas por edad, por nivel educativo, hasta incluso por la presencia de niñes en los hogares, para poder cruzar todas esas variables y ahí poder tener un análisis sobre el impacto que tienen estas cuestiones de género en el acceso al mercado de trabajo”, señaló la profesional.

Efectivamente, el tiempo promedio diario que los varones mendocinos dedican a las tareas domésticas es de 2,35 horas frente a las 4,6 que dedican ellas. Otro tanto sucede con las de cuidado: ellos dedican 3,22 horas frente a las 4,51 que dedican las mujeres.

“La maternidad y el cuidado las saca del mercado de trabajo”, señaló a Los Andes hace un tiempo Claudia Anzorena, investigadora del Incihusa de Conicet, quien trabaja sobre Políticas Públicas y es autora del libro “Mujeres en la trama del Estado”.

Explicó que por un lado a las mujeres les cuesta más acceder al empleo registrado pero además “la trayectoria laboral de las mujeres es mucho más accidentada que la de los varones” en tanto salen del mercado por cuestiones vinculadas a la división sexual del trabajo, por ejemplo cuando quedan embarazadas o por cuidar niños. Ocurre también en mujeres mayores que deben cuidar personas dependendientes.

El haber estado abocadas a tareas domésticas y de cuidado puertas adentro del hogar, hace que cuando tienen que salir al mercado tengan que afrontar el desafío de encontrar el primer empleo, otra gran dificultad para los jóvenes. Pero asimismo, si no han tenido la oportunidad de formarse, en esas condiciones acceden a trabajos que son una extensión de las tareas domésticas asignadas socialmente a las mujeres y que son usualmente las caracterizadas por condiciones informales y peor pagas.

Además, “hay una tolerancia diferencial al desempleo; las sociedades toleran más el de las mujeres que el de los hombres; el de ellas no se toma como un problema social de la misma envergadura que el de los varones”, explicó Anzorena. Esto se pone de manifiesto en que cuando hay desempleo en varones hay políticas para que regresen al mercado de trabajo. En cambio a las mujeres se las trata de ayudar de otra manera como planes sociales.

Hay algo que se ha contemplado siempre en este tipo de análisis pero de lo que no hay datos que lo reflejen: es que en muchos puestos y entornos prefieren no tomar mujeres jóvenes que pueden estar pensando en tener hijos por el impacto que consideran que esto podría tener en su disponibilidad y desempeño. Para Robledo ante tal cosa habría que hablar de discriminación. Pero asimismo hay que mencionar que en la actualidad es cada vez más frecuente que las mujeres posterguen esta elección de ser madres o directamente no la elijan y este puede ser uno de los factores de mayor inserción. “Me parece que cuando uno analiza por edad, podemos nombrar y contextualizar que hay un cambio cultural en relación a los proyectos vitales de la maternidad o no maternidad. En primer lugar, como que hay un cambio en cuanto a pensar que esto es una posibilidad de elección, no es un mandato. Así que eso también, por supuesto que puede haber influido en que haya crecido el empleo”, consideró la socióloga.

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