El director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, Andrés Asiain, aseguró que las elecciones del domingo marcaron “un punto de quiebre en la gestión de Javier Milei”. En diálogo con Aconcagua Radio, el economista señaló que el resultado en las urnas reflejó “el agotamiento de la paciencia social frente al ajuste” y consideró que, sin perspectivas de mejora en el corto o mediano plazo, el programa económico oficialista “ya no tiene sostén”.
—¿Cómo impactó el resultado electoral en los mercados?
—Creo que la jornada de ayer muestra un punto de quiebre en lo que es la gestión de Javier Milei, porque refleja el fin del apoyo social al programa económico. La clave central de Milei había sido el consenso social que respaldaba una política de ajuste, aún con un costo fuerte en la calidad de vida. La sociedad aceptaba ese sacrificio a cambio de la promesa de un futuro mejor. Esta elección refleja que esa paciencia se agotó. Dado que el programa no tiene chances de mejorar la vida en el corto ni mediano plazo, lo que se vio es básicamente un certificado de defunción al plan económico.
—El gobernador Alfredo Cornejo dijo que no es novedad que el peronismo gane en Buenos Aires y defendió que el Gobierno no debe cambiar el rumbo económico. ¿Coincidís?
—Disiento mucho respecto a lo que dijo el gobernador de Mendoza. El mensaje de las urnas es otro. En la provincia de Buenos Aires el peronismo hacía tiempo que no obtenía un resultado favorable. Claramente hubo un voto de castigo al oficialismo. Pretender seguir con el mismo rumbo económico es muy difícil, porque el programa ya venía mal incluso antes de la derrota electoral.
Asiain recordó que el plan económico mostraba “averías” serias en la política monetaria, con decisiones como la eliminación de las Lefi que generaron inestabilidad en el dólar, además de problemas estructurales: déficit de divisas, apertura de importaciones y más endeudamiento.
—¿Qué escenario ves de acá a fin de año?
—La derrota electoral acelera todo. El Gobierno venía aplicando medidas para contener las presiones cambiarias: vender dólares a futuro, subir tasas, aumentar encajes e incluso usar reservas del Banco Central. Esa capacidad de fuego equivale a unos 20.000 millones de dólares, lo que representa el crédito del FMI que aún no desembolsaron del todo. Están gastando esas reservas para financiar la fuga de capitales y tratar de llegar a octubre sin una disparada del dólar. El problema es que, incluso si logran llegar, el escenario hacia fin de año es catastrófico. Toda la deuda emitida a tasas crecientes y las operaciones de dólar futuro implican que habrá una gran masa de pesos en circulación. Eso se va a sumar a la falta de reservas tras usarlas para sostener el tipo de cambio. El resultado es un estallido cambiario casi inevitable hacia fin de año si se mantiene el rumbo actual.
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