Cristina Bajo: “La vida privada es una dimensión fascinante para narrar la historia”

Quienes escribimos novela histórica, por lo general, comenzamos amando la historia desde chicos y de ahí pasamos a disfrutarla como narrativa.

Cristina Bajo, escritora y columnista de la revista Rumbos.
Cristina Bajo, escritora y columnista de la revista Rumbos.

Quienes escribimos novela histórica generalmente comenzamos amando la historia desde los primeros grados y de ahí pasamos a disfrutarla también como narrativa.

En mi caso, mi escalada fue el libro Juan Facundo Quiroga, de Ramón J. Cárcano, la biografía de don Juan Manuel de Rosas por Carlos Ibarguren, y María Antonieta, de Stefan Zweig.

Más adelante, descubrí otra forma de ver la historia en la vida privada, un género “inventado” -valga la barbaridad- por Philippe Ariès y George Duby.

Mi deslumbramiento por este nuevo género en estudios históricos me llegó a través de Bárbara W. Tuchman con una obra que me fascinó: Un espejo lejano, donde la autora encara las vivencias del siglo XIV -a veces nombrado como “el siglo de las calamidades”-, contándonos la vida de Enguerrand de Coucy, Gran Señor de todos los Caballeros de Francia.

No olvido que fue este libro suyo el que me despertó interés por la vida privada, tanto de los héroes como de los malvados de la historia, y comencé a formar una biblioteca de biografías interesantes, donde se sumaron varios libros de Manuel Gálvez y también de Tolstoi, enriquecida luego por el Facundo de Pedro De Paoli y La barbarie en la narrativa argentina del siglo XIX, texto imperdible sobre este género, nada menos que de María Rosa Lojo.

Pero no quería dejar pasar, en este recuento, viejas novelas poco conocidas sobre la historia de varias provincias, que van bordando este tapiz de nuestra extensa literatura. Entre ellas, quiero mencionar un libro que conseguí de manos de una amiga y narradora cordobesa, Ethel Aparicio, que fue escrito por alguien de su familia: el personaje principal de esta obra es el coronel Alejandro Aparicio, héroe cuya vida transcurrió en Ciénaga del Coro.

La obra se llama Epopeya romántica y aborda la vida de este casi desconocido mártir político cordobés, al cual yo seguía por haberlo encontrado en las Memorias del general José María Paz.

Mi deslumbramiento por el género de la vida privada surgió con el libro Un espejo lejano, de Bárbara W. Tuchman”

En tanto, de manos de nuestra recordada Chichina Ferreyra recibí otro libro invaluable referido a un héroe provinciano que vale la pena descubrir: Ramón Gil Navarro Ocampo, de origen catamarqueño. La obra, que se titula Actor, testigo y mártir, pertenece a esa historia argentina que no nos viene escrita desde Buenos Aires, sino desde las provincias.

He encontrado también, entre obras españolas recientes, una novela prometedora sobre la vida de Felicitas de Saint-Maxent, condesa de Gálvez y virreina de la Nueva España. Se la llama La virreina criolla, quien fue relegada al olvido. La escritora Almudena de Arteaga ha recreado su vida en un libro editado este año.

Y para aquellos que gustan de otros países y épocas aún más lejanas, podemos seguir a José Calvo Poyato, historiador y novelista español especialista en los siglos XVII y XVIII. Tengo en espera La Biblia negra, que parece prometedor.

También pueden ser una opción las novelas de Santiago Posteguillo sobre los romanos: estoy leyendo Circo Máximo –La ira de Trajano, libro que me recomendaron mis hijos; me resultó muy interesante Roma soy yo, el primero de los seis tomos sobre la vida de Julio César.

¿Y por qué no releer El tulipán negro, novela casi olvidada de Alejandro Dumas?

En fin, desde el terruño al mundo, todo cabe en una novela, y recuerden que muchas obras excelentes pueden conseguirse a precios aceptables en librerías de usados.

Sugerencias: 1) Leamos El libro de las Tinieblas, de Pedro Errasti; 2) La doncella guerrera, de Teresa Sagrera;

3) El Hereje, de Miguel Delibes.

* Escritora y columnista de la revista Rumbos. Contenido exclusivo de Rumbos.

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