Relatos pincelados

Laura Rudman presenta “Memoria selectiva” en el Espacio de Arte de la UTN; exponen junto Fabiana Juri y Ricardo Brallard.

Pinta recuerdos inventados, pero primero recuerda. Evoca una taza de café, un mantel con puntilla, un espejo, dos barcos de papel, una planta, juguetes, libros. Luego inventa a partir de aquello que trae a la memoria y selecciona de su góndola creativa, los objetos que se vuelven portavoz de las historias que decide contar.

Las pinturas de Laura Rudman abordan lo cotidiano y lo cotidiano se vuelve entonces un fragmento de lo universal: un paisaje, una mesa, de fondo una cortina, hilos, cartas de amor, comidas, momentos y situaciones donde nadie aparece y al mismo tiempo cualquiera puede sentirse un poco allí. “Yo no viví en un patio como los que represento, ni tuve esa máquina de coser, ni tampoco esa muñeca que aparece en la ventana”, dice en la cocina de la casa de sus padres en Godoy Cruz, el lugar en el que además de crecer, trazó sus inicios como artista.

Hasta el 29 de abril una retrospectiva de su recorrido en la pintura puede verse en el Espacio de Arte de la Universidad Tecnológica Nacional, donde también exponen Ricardo Brallard con fotografías de bandas de rock locales y Fabiana Juri con una serie de arte impreso. En el caso de Laura, la exposición “Memoria selectiva” reúne una veintena de obras de 2002 a la actualidad que no había expuesto anteriormente en Mendoza o bien, que hacía mucho tiempo no mostraba y permiten delinear su pasado y su presente.

“La política aparece sistemáticamente en mi obra. La serie “El gourmet”, por ejemplo, que es del 2002, 2003, habla de la desindustrialización del país e incluye frutas y verduras fuera de contexto junto con herramientas para nada modernas y el juego irónico entre la comida y el trabajo”.

Además de esta serie, la muestra incluye otras como “Trama urbana” (2004-2005), “Escenarios” (2008-2009), “Los patios de la infancia” (desde 2011) o “Historias de amor” (2014), junto con los temas que retoma en la actualidad, como los recuerdos de la niñez o los libros y las palabras. “Es básicamente la mirada y mi abordaje sobre la vida cotidiana.

La historia que cuentan los objetos, que a su vez reflejan esperanzas, frustraciones, expectativas. Para las series siempre hay un disparador y luego miles. Yo no hago bocetos de dibujos, mis bocetos surgen por escrito. A veces están vinculados a la identidad, otras al deseo, al amor, al desamor y todo lo que escribo sobre eso. Algunas obras no se agotan en sí mismas y otras sí. Una idea puede tener muchas formas o un montón de enfoques, con ángulos y versiones distintas que si no abordo siento que es un desperdicio”.

Sus relatos pintados le han valido numerosos premios y reconocimientos, por mencionar algunos, 1° Premio Adquisición del Salón Vendimia 2013, 1° Premio Salón de Pinturas “Luján es Otoño” 2008; además de muestras individuales y colectivas en Mendoza, Buenos Aires, Chile o Alemania; y que sus obras integren colecciones privadas de esos lugares, junto con México, Estados Unidos, Puerto Rico, Finlandia o España.

Ni copia del material ni acude a modelos, tan sólo fija en su mente objetos que le resultan conmovedores, que le disparan preguntas y fantasías “para después ver de qué manera aparecerán en las telas transformados por una perspectiva imposible o una sombra imaginaria” desde la ausencia o el silencio del ser humano.

Así, sus acrílicos sobre tela configuran una mirada que por momentos roza la melancolía y que mucho tiene que ver con su pasado de niña curiosa, expectante del movimiento artístico que sucedía en el interior de la cocina de sus padres, Julio Rudman y Celia Belmes. “De ahí viene mi obsesión por la cocina como lugar de encuentro. En mi casa todo sucedía aquí, la literatura, la música, la ropa colgada, el ruido de las ollas, mi hermano ensayando, mi viejo leyendo”.

De ese pasado hace poco su madre encontró una colección de cuentos que a Laura la dejó boquiabierta. “Cuando me dio Los cuentos del Chiribitil y empecé a leerlos, mi sensación fue, aunque no literal, que todo lo que me gusta pintar, todo, de alguna manera, está contenido en esas historias que me leían mis viejos. Los encuaderné; eso representa un tesoro para mí”. La literatura infantil es una fuerte influencia en la última etapa de su vida, así como la música latinoamericana y el intercambio con artistas contemporáneos mendocinos como Fernando Rosas, Fernando Jereb, su pareja Leandro Pintos, Sandra Barrozo, Paula Dreidemie o Gabriel Fernández.

En la actualidad, la artista formada en la Escuela Provincial de Bellas Artes, la UNCuyo y junto al maestro Carlos Gorriarena, prepara una nueva serie de obras diarias que circularán por las redes sociales, ilustra un libro de cuentos escrito por su hermano y tiene en mente una instalación itinerante que espera concretar cuando las condiciones estén dadas.

(La muestra continúa abierta al público hasta el 29 de abril y puede visitarse de lunes a sábados de 9 a 21 hs., en la UTN, Rodríguez 273, Ciudad. Bajo la curaduría de la artista visual Natalia Cabrera, exponen Laura Rudman, Fabiana Juri con las obras que integran “Reverberaciones panorámicas” y Ricardo Brallard con su proyecto fotográfico “Rock and photo”)

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