Hay recetas que nos transportan directo a la infancia como la torta de ricota. Su textura suave, su perfume a vainilla y ese toque de limón que la hace tan especial, pero hay una versión que viene con un giro: sin harina, sin azúcar y con todo el sabor, para quienes quieren cuidarse sin resignar placer.
Esta receta es un verdadero hallazgo porque no tiene harinas refinadas ni azúcar agregada, pero conserva todo lo que hace a una buena torta casera: humedad, cremosidad y ese sabor que invita a repetir. Además, se prepara en minutos y con ingredientes que seguramente ya tenés en casa.
Ricota
El alimento que ayuda a perder grasa y a dormir mejor.
La ricota magra es la gran protagonista. Es una fuente de proteínas, baja en grasas y súper versátil. Combinada con huevos, miel y un toque de maicena, da como resultado una textura aireada y húmeda, ideal para acompañar con un café, un té o hasta con mate.
Y lo mejor es que no necesitás batidora ni pasos complicados, sino solo mezclar, hornear y disfrutar. Esta torta se adapta a todos los momentos del día y va perfecta como desayuno, postre o merienda, y podés sumarle un topping de azúcar impalpable, frutas frescas o una cucharada de yogur natural si querés darle un toque extra.