Hay recetas que llegan para salvar la tarde de calor. Los helados de fruta caseros son exactamente eso: un pequeño milagro helado que se hace en cinco minutos, con dos ingredientes y sin necesidad de ser experto en la cocina.
Estos helados son la prueba de que comer rico y saludable puede ser simple, rápido y delicioso. Una receta para repetir todo el verano.
Hay recetas que llegan para salvar la tarde de calor. Los helados de fruta caseros son exactamente eso: un pequeño milagro helado que se hace en cinco minutos, con dos ingredientes y sin necesidad de ser experto en la cocina.
En tiempos donde buscamos opciones más saludables pero sin resignar gusto, estos heladitos se convirtieron en el comodín del verano. Son sin azúcar, proteicos, bajos en hidratos y totalmente personalizables.
Lo mejor es que la receta funciona con cualquier fruta congelada: frutillas, arándanos, duraznos, banana, mango, ananá, frambuesas, melón. Lo que tengas en el freezer va perfecto. Y encima suman un punto extra: son la solución perfecta para aprovechar esa fruta que estaba quedando triste en la heladera.
La textura queda cremosa, suave, tipo helado palito, gracias al yogur o queso crema que actúa como base. Si seguís una alimentación vegana, simplemente reemplazás por yogur vegetal de almendras o coco, y listo: mismo resultado, misma cremosidad.
Y no te preocupes si no tenés moldes. Con vasitos descartables, un molde de budín o hasta una cubetera podés armar heladitos perfectos. La clave es colocar los palitos antes de congelar y después cortar las porciones cuando esté bien firme. Más fácil imposible.