Con la llegada de las olas de calor, el aire acondicionado se vuelve nuestro mejor amigo. Sin embargo, la mayoría de los usuarios lo utiliza de una manera que daña el equipo y dispara el consumo de energía sin obtener mejores resultados.
Muchos creen que bajar la temperatura al mínimo del aire acondicionado refresca el ambiente más rápido, pero la ciencia dice lo contrario.
Con la llegada de las olas de calor, el aire acondicionado se vuelve nuestro mejor amigo. Sin embargo, la mayoría de los usuarios lo utiliza de una manera que daña el equipo y dispara el consumo de energía sin obtener mejores resultados.
Uno de los errores más frecuentes es programar el aparato a 18°C con la esperanza de enfriar la habitación más rápido. Esto es falso: el equipo no enfriará más deprisa por poner una cifra tan baja.
Lo que realmente sucede es que el aire siempre expulsa el flujo a la misma temperatura (entre 9°C y 12°C menos que el ambiente), y ponerlo al mínimo solo obliga al compresor a trabajar a máxima potencia por más tiempo, elevando el gasto innecesariamente. Los expertos recomiendan mantenerlo entre 24°C y 26°C para equilibrar confort y ahorro.
La falta de mantenimiento puede convertir al aire en un foco de enfermedades respiratorias, rinitis y crisis asmáticas. Además, la sequedad que genera el equipo puede causar irritación en los ojos y problemas en la piel como dermatitis.
Esto no solo impacta en tu salud, sino también en la factura de la luz : limpiar los filtros regularmente no es solo una cuestión de higiene: si está obstruido puede aumentar tu factura de luz hasta un 15%, ya que el aparato debe esforzarse mucho más para mover el aire.