En muchas casas argentinas hay un cajón o un rincón donde se acumulan sábanas viejas: las que ya no combinan con el cuarto, las que tienen un pequeño desgarrón o alguna mancha imposible de sacar, o las que simplemente quedaron relegadas por otras más nuevas. Y reciclarlas está de moda.
Antes de que terminen como trapos o, peor, en la basura, existe una alternativa creativa, económica y muy estética para darles una segunda oportunidad: reciclar las sábanas y transformarlas en banderines decorativos.
Los banderines volvieron con fuerza en los últimos años. Se usan en cumpleaños infantiles, despedidas, mesas dulces, galerías, balcones o incluso como decoración permanente en un dormitorio o living.
Tienen un aire festivo que ilumina cualquier espacio y, hechos con tela, se vuelven resistentes, duraderos y lavables. Usar una sábana vieja no solo reduce residuos textiles —uno de los desechos domésticos más frecuentes—, sino que además permite lograr combinaciones de colores y estampados únicos.