Nada acompaña mejor un buen mate que una torta casera. Y si estás buscando algo simple, económico y que no requiera utensilios complicados, esta receta es para vos.
Nada acompaña mejor un buen mate que una torta casera. Y si estás buscando algo simple, económico y que no requiera utensilios complicados, esta receta es para vos.
Usando solo una taza como medida, podés preparar una torta deliciosa y esponjosa que se convertirá en tu favorita para las tardes.
Para el bizcochuelo:
Para la costrita crocante:
1. Mezclá los ingredientes base: En un bowl, colocá los huevos, la esencia de vainilla, la ralladura de limón y el jugo de medio limón. Batí durante un minuto para integrar todo.
2. Sumá el azúcar: Agregá la ½ taza de azúcar y mezclá bien hasta que la preparación se vuelva homogénea.
3. Incorporá el aceite y la harina: Verté el aceite y luego sumá la harina leudante en dos tandas. Esto ayuda a que la mezcla quede más suave y sin grumos. Si notás que la consistencia está muy espesa, podés agregarle 5 cucharadas de leche para aligerarla.
4. Prepará el molde: Verté la mezcla en un molde N°18 previamente enmantecado o con papel manteca para evitar que se pegue.
En un bowl aparte, mezclá las 4 cucharadas de azúcar con 1 cucharada de agua hasta lograr una textura arenosa. Este será el detalle que hará tu torta única. Esparcí esta mezcla sobre la preparación del bizcochuelo antes de llevarlo al horno.
Precalentá el horno a 180°C y horneá la torta durante 45 minutos o hasta que, al pinchar con un palillo, salga limpio. Una vez lista, dejala enfriar un poco antes de desmoldarla.