No hay cumpleaños completo sin una torta casera que se robe todas las miradas (y los aplausos). Si estás buscando una receta simple pero deliciosa para hacer el clásico bizcochuelo de cumpleaños, llegaste al lugar indicado.
No hay cumpleaños completo sin una torta casera que se robe todas las miradas (y los aplausos). Si estás buscando una receta simple pero deliciosa para hacer el clásico bizcochuelo de cumpleaños, llegaste al lugar indicado.
Con ingredientes básicos y un paso a paso súper fácil, podés preparar una torta que será la estrella de la mesa.
¿Lo mejor? Esta receta es súper versátil: podés rellenarla y decorarla como más te guste para adaptarla a cualquier ocasión.
Antes de empezar, asegurate de tener todo esto a mano:
1. Batí la manteca y el azúcar
En un bowl, mezclá la manteca (que tiene que estar bien blanda) con el azúcar hasta que se forme una crema uniforme. Este paso es clave para que la torta quede aireada y esponjosa.
2. Agregá los huevos de a uno
Incorporá los huevos de a uno, batiendo bien después de cada adición. Esto ayuda a que la mezcla quede homogénea y se integre perfectamente.
3. Sumá la esencia de vainilla y las nueces
Añadí la cucharada de esencia de vainilla y las nueces previamente procesadas. Este toque extra le da un sabor especial al bizcochuelo, aunque podés omitirlo si preferís algo más simple.
4. Integrá la harina y la leche
En este paso, combiná la harina, el polvo de hornear y una pizca de sal. Incorporalos a la mezcla intercalando con la leche en tres partes: empezá con harina, luego un poco de leche, y así hasta terminar. Esto evita que la masa quede demasiado densa o se formen grumos.
5. Volcá la preparación en el molde
Verté la mezcla en un molde previamente enmantecado y enharinado. Te recomiendo usar uno de 18 a 20 cm de diámetro para que el bizcochuelo quede con una altura ideal.
6. Horneá con paciencia
Llevá el molde al horno precalentado a 170 °C. Cociná la torta durante unos 45 a 50 minutos. Es importante no abrir el horno durante los primeros 30 minutos para que el bizcochuelo no pierda altura. Sabés que está listo cuando, al insertar un cuchillo o palillo, este salga limpio.
Una vez que el bizcochuelo esté frío, podés cortarlo al medio y rellenarlo con lo que más te guste. Algunas opciones clásicas son:
Para la decoración, dejá volar tu imaginación. Podés usar granas, frutas frescas, merengue, o incluso una cobertura de chocolate que caiga de los bordes para darle un efecto “drip cake”.