La habilitación de la Corte para que un concejal kirchnerista compita en las elecciones del 26 de octubre, a pesar de que va por su segundo mandato y Mendoza tiene una ley que prohíbe la re-reelección de los ediles, abre nuevos interrogantes sobre la conducción futura del alto tribunal, cuya definición no está lejos: se dirimirá el 25 de noviembre.
Como se sabe, la votación del caso del edil fue dividida. Y aunque se trataba de una "causa política", la sumatoria de votos no coincidió con la división política interna de sus siete miembros.
Esa división indicaba en un pasado no tan lejano que la Corte tenía cuatro ministros "filoradicales" y tres ministros "filoperonistas". La supremacía oficialista permitía imponer condiciones en muchas cosas, no solo fallos. Pesaba también a la hora de definir quién la conducía.
Pero esta relación de fuerzas ha quedado en duda en el último tiempo, ya que un ministro "filoradical" ha entrado en conflicto con su sector y plantea una independencia tal que, en esta ocasión, se convirtió en el voto clave para que La Cámpora kirchnerista le ganara un pleito al radicalismo.
En efecto, el ministro José Valerio abrió la puerta para que el concejal Martín González vaya por la "re-re" en Godoy Cruz, una posibilidad que había cuestionado, por ejemplo, el núcleo duro del intendente radical Diego Costarelli, al amparo de la ley que el año pasado eliminó las reelecciones indefinidas en esa categoría.
En el caso del concejal de Godoy Cruz, Valerio cambió el criterio que había tenido en 2019, en una causa más importante que esta pero que trataba prácticamente sobre el mismo tema.
Aquella vez se inclinó por rechazar la medida cautelar de los intendentes peronistas que buscaban la re reelección a pesar de que una enmienda constitucional promulgada por Cornejo se lo impedía. Ahora, en cambio, favoreció al edil peronista que va por la "re re", quien tenía una ley en contra para avanzar.
Valerio desplegó algunos argumentos jurídicos para justificar este cambio de criterio, como la certeza de la candidatura del edil, pero más de uno debe haberse quedado pensando qué otras cosas cambiaron para él en los últimos años.
Por ejemplo, no se percibe que Valerio sea ya el faro que fue para Cornejo en materia de reformas judiciales al comienzo de su primer gobierno. Por el contrario, en más de una causa, se planta enfrente.
¿Cómo puede impactar esta ruptura en la sucesión? Pues bien, hoy la Corte está presidida por el exministro de Gobierno de Alfredo Cornejo, Dalmiro Garay, pero si Garay quisiera la reelección, esta búsqueda estaría amenazada por la oposición de los ministros filoperonistas y quizás del propio Valerio, quienes, juntos, sumarían los cuatro votos necesarios para imponer otra figura.
Hay que recordar que la ley de reforma de la Corte que rige desde 2022 fija que un presidente del alto tribunal debe contar con cinco votos para ser proclamado, pero si esa mayoría no se alcanza en las primeras dos votaciones, en la tercera alcanza con cuatro.
El áspero enfrentamiento que hay entre Garay y Valerio también fortalece la posibilidad de que esto pueda ocurrir cerca del 25 de noviembre. Valerio se diferencia personalmente de Garay porque se considera mucho más independiente del Gobierno que el titular de la Corte. Dice que antes que la simpatía política, está su condición de juez.
La duda es si este choque con el oficialismo político jugará a favor del juez Valerio en persona (quien suele negar que la presidencia sea su objetivo) o si alguien más aprovechará la nueva grieta judicial para abrirse camino hacia la conducción.
Aunque hay que decir que, al margen de los conflictos internos de la Justicia, la elección del nuevo presidente de la Corte no podrá ser ajena al propio resultado en las urnas del 26 de octubre, un factor que también influirá.