10 de junio de 2025 - 20:45

Cristina, el retrovisor gastado y una Argentina que no se conmueve

Ninguna gesta anclada en el pasado, inamovible, carente de autocrítica, alcanza. Por eso el trance histórico del peronismo ha carecido de un mayor impacto.

Ninguna épica anclada en el pasado, inamovible, carente de autocrítica, alcanza. Ninguna gesta sostenida más que nada en la polarización, o sea, que subsiste gracias a la existencia de una narración similar, aunque inversa, es suficiente.

En consecuencia, el trance que está viviendo el peronismo y el kirchnerismo en particular no parece conmover a muchos fuera de ese universo político, ese micromundo cada vez más chiquito, a juzgar por el desinterés social en acudir a las elecciones que se han realizado este año.

Afuera, en esta tarde noche de martes, se esperaba más que nada el partido de la Selección Argentina con Colombia. O se seguía padeciendo (como hace muchos años) que la plata no alcanza.

La cruel normalidad que vive la sociedad en el momento más traumático para el peronismo es un termómetro certero del impacto del fin de juego para Cristina Kirchner. Un momento indudablemente histórico, pero hasta el momento bastante ignorado por las masas, hay que decir.

Visto desde la mirada del ciudadano común, es bastante lógico que así sea. Al que viene sufriendo (desde hace mucho tiempo) el día a día de un país que sólo ofrece un remo constante, poca emoción le genera que le propongan volver a la época de gloria en la que Argentina mandaba satélites al espacio.

Y eso no significa, necesariamente, glorificar a un Presidente que maltrata tanto a periodistas, como a jubilados o científicos; que abusa de su logro único (frenar la inflación); que ajustó como nadie y se la cree demasiado.

Simplemente puede ser la reacción lógica de aquel que no está bien hoy, pero tampoco estuvo bien antes, y que ya no quiere ponerse la camiseta de nadie. Aunque le griten en la oreja que hubo lawfare.

Ninguna épica declamada puede ocultar tampoco la crisis de un peronismo que sacó menos del 15 por ciento en las últimas elecciones en Mendoza y que viene buscando hace tiempo una vuelta de página que lo lleve a aspirar a algo mejor. Pueden emitirse desde el comité mil comunicados cargados de banque hacia Cristina y puede haber solidaridad real. Pero en el fondo, la verdad es bastante diferente: los que lo manejan en la provincia hace tiempo se ilusionan con el fin de su preponderancia nacional.

Cuando todavía Cristina podía ser candidata, había dirigentes del PJ local que reducían el poder de su impronta, porque iba a competir solamente por una banca en la provincia de Buenos Aires. Realidad mata relato.

Ese peronismo ahora tiene, más aquí y más allá, la necesidad de que aparezca un/una líder amplia, un/una conductora que enamore, alguien que mire al futuro. Ese nuevo jefe al que durante más de 20 años, los que estaban, no lo dejaron salir. Porque el retrovisor está demasiado gastado.

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