Hay 5.000 tobilleras en uso en el Servicio Penitenciario Federal y unas 300 en Mendoza

El sistema es el más efectivo para controlar prisiones domiciliarias y otras restricciones. En cada caso lo dispone un juez y es controlado por el sistema penitenciario.

El Servicio Penitenciario Federal tiene 5.000 tobilleras electrónicas para controlar a presos con medidas que les permiten estar en la calle o personas que están sujetas a otras restricciones, como la de acercamiento por denuncias de violencia de género.

El sistema penitenciario de la provincia de Buenos Aires tiene 4.600 tobilleras es el segundo sistema con mayor cantidad de estos dispositivos, en tanto que el Ministerio de Justicia de la Nación distribuyó en su momento entre las provincias un total de 1.900 tobilleras.

Si bien no son números oficiales, Mendoza tenía en septiembre último 120 tobilleras y, según lo publicado en el Boletín Oficial 1676 de esos días, llamó a licitación para que se puedan monitorear un total de 300 tobilleras por 24 meses, con un presupuesto de algo más de 4.000 millones de pesos.

Se estima que, aproximadamente, el 10% de la población penal está bajo este régimen de vigilancia.

Se puede decir que hay dos tipos de controles por tobillera electrónicas. El de control domiciliario, que le coloca a aquella persona que no puede abandonar el domicilio acordado con la Justicia, y la tobillera denominada como rastreador ambulatorio, que es para aquellos que pueden gozar del régimen de semilibertad y salir a trabajar o estudiar fuera de la cárcel y también para aquellos sobre los que pesa alguna medida restrictiva, como la que impide el acercamiento cuando hay denuncias de violencia de género.

En ambos casos la alerta del sistema se activa cuando las restricciones son vulneradas.

Una cadena

En las caricaturas y dibujos animados, era común que se representara a los presos sujetos con una cadena, en un extremo el tobillo del reo y en el otro una gran bola de hierro. Podría decirse que el sistema electrónico de la tobillera (o muñequera) no es tan distinto. Incluso es más restrictivo aún en cuanto a desplazamientos ya que, jugando con la imagen de los dibujos, el reo podía cargar con la bola de hierro y desplazarse un poco más, mientras que no puede hacer algo parecido con la tobillera electrónica.

La tobillera electrónica está “sujeta” a una base (parecida a un router) que se coloca en el domicilio establecido y, esta base a su vez a un centro de monitoreo que funciona permanentemente.

Para que el sistema funcione, claro, el lugar debe tener energía eléctrica e internet, aclarando que el sistema tiene una batería independiente para resolver faltas de energía parciales y que, sin internet, se activa una alerta para que se efectúe un control presencial.

Cada elemento del sistema es invulnerable y se activa una alarma si hay algún intento de afectarlo.

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Tobilleras electrónicas

Tobilleras electrónicas

Un juez

El juez de la causa es quien pide y resuelve sobre la necesidad o no de que el reo pueda estar fuera de la cárcel y monitoreado con este sistema.

El Servicio Penitenciario es quien coloca el sistema, lo vigila y lo supervisa.

El resto de los operadores judiciales pueden pedirlo, oponerse a su uso o alertar sobre la no conveniencia o cualquier irregularidad, pero solo el juez es quien decide sobre el reo y las medidas sobre él.

Cada tobillera tiene una batería de larga duración, de unas 110 semanas, y el sistema alerta cuando la batería comienza a tener necesidad de ser reemplazada.

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