Hablan los abogados de Gil Pereg: “El jurado lo condenó porque no maulló el día anterior”

Tras la condena, los abogados del israelí cuentan cómo los contrató, cómo hicieron para que declarara y cuál será l futuro del preso que lleva más de un año internado en El Sauce.

Garro, Legrand y Brachetta comenzaron a defender al israelí casi de casualidad: se lo cruzaron en un pasillo en el penal. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Garro, Legrand y Brachetta comenzaron a defender al israelí casi de casualidad: se lo cruzaron en un pasillo en el penal. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Hoy es sábado pero, a los efectos de abordar el caso Gil Pereg (40), usted tiene en sus manos “el diario del lunes”: el israelí ha sido condenado a perpetua por el brutal asesinato de su madre y de su tía, ocurridos en diciembre de 2019. A la primera la ahorcó y a la segunda la fulminó de tres tiros; luego las “empaló” con unos trozos de hierros de la construcción y las enterró en su propia casa, en Guaymallén, a 97 centímetros de profundidad.

Dos semanas estuvo la Policía buscando a las turistas extranjeras hasta que Ruca, una perra entrenada, olisqueó una mancha de sangre en una bolsa de cemento y empezó a mover la cola en el lugar donde estaban enterradas las hermanas.

Desde el inicio, todas las pruebas estuvieron en contra del acusado. Y esta semana, en el juicio, nadie puso en duda que este doctor en ingeniería que dice creerse un gato había cometido, atrozmente, los homicidios de Phyria Saroussy (63) y Lily Pereg (54).

Sin embargo, “el diario del lunes” no ha podido acallar la polémica de fondo: ¿es Pereg un enfermo mental o sólo un gran simulador con una personalidad “extravagante”? Sea como fuere, el hombre hoy se encuentra en el hospital psiquiátrico El Sauce. Allí ha estado en el último año y estará al menos hasta que le acondicionen una celda en el penal San Felipe con “un un cajón con arena, como a un gato” para que haga sus necesidades, ya que -según dice el israelí- desde los 14 años no usa inodoros.

Pero empecemos por el principio, al menos por el inicio para sus abogados defensores, Maximiliano Legrand (38), Lautaro Brachetta (37) y Sebastián Garro (35). Unos días después de que Pereg fuera detenido, Brachetta fue a ver a un cliente a la cárcel y, casualmente, se lo cruzó cuando iba custodiado por cinco guardias. “Me miró y le pregunté si quería hablar conmigo. Me hizo una seña con la cabeza. Entonces tuvimos la primera entrevista. Le dije que conocía su caso por los medios y si quería que lo defendiéramos. Casi no hablaba, hacía señas”, cuenta el abogado.

Pereg repetía varias veces las cosas al hablar con sus defensores. Declaró con una máxima dosis de antipsicóticos. Foto: Prensa del Poder Judicial.
Pereg repetía varias veces las cosas al hablar con sus defensores. Declaró con una máxima dosis de antipsicóticos. Foto: Prensa del Poder Judicial.

Pereg pasó el primer año de detención en la cárcel. El segundo año –al tiempo que se iniciaba la pandemia de Covid-19- lo internaron en El Sauce. La situación era insostenible: la salud psicofísica del detenido se deterioraba, al tiempo que los penitenciarios, hartos de que maullara y defecara en la celda, le quebraron un brazo al atarlo a una silla con la idea de bañarlo con una hidrolavadora.

“El primer año fue desgastante: lo que con cualquier cliente se habla en 10 minutos, con él hay que estar una hora. Le gusta razonar todo y repetir todo para fijar las cosas”, comentan los letrados.

- ¿Como hizo en el juicio, repetir las cosas dos o tres veces?

-Legrand: Siempre está esa repetición. Una vez, estuve 4 horas hablando sobre los gatos.

- ¿Ya tenía la obsesión con los gatos?

-Brachetta: Sí, claro. En un momento presentamos un habeas corpus y él le dijo al juez Martínez: “Te doy tres opciones: me traes todos los gatos al penal; me ponés en mi casa con toda la Policía, yo no me voy a escapar; o me llevás al zoológico”. Pasaban esas cosas.

- ¿Cómo es la relación con ustedes?

-L: Meramente profesional. La primera vez que lo vi le quise dar la mano y me miró como diciendo: “¿qué hacés?”.

- ¿Cuál fue el momento más difícil que tuvieron?

-L: Una vez se hizo enfrente mío. Estaba en la cárcel, detrás de una reja. Se agachó y empezó a defecar mientras charlábamos. Me tuve que ir.

Juicio al juicio

La discusión central del debate fue establecer si el acusado entendía la criminalidad de sus actos o bien era inimputable. Psicólogos y psiquiatras fijaron dos posturas contrapuestas.

Para los profesionales de El Sauce y para el reconocido psiquiatra porteño Mariano Castex, Pereg es un enfermo psiquiátrico que padece una psicosis crónica e irreversible conocida como parafrenia.

En cambio, para los médicos del Servicio Penitenciario y del Cuerpo Médico Forense, Pereg tiene un desorden de personalidad esquizotípica que lo torna raro, extravagante, pero está sano.

Por otra parte, la polémica sobre la inimputabilidad se visibilizó en el propio comportamiento de Pereg: el primer día del debate la jueza Laura Guajardo lo sacó de la sala, luego de escucharlo maullar durante algunos minutos. Pereg vio el debate por un monitor desde una celda. Pero tras los alegatos, inesperadamente, volvió a la sala y declaró.

“Aproveché que ese día le habían dado una buena dosis de cloxapina (estaba babeando) y le dije: ‘Anda a declarar’. Él me preguntó si iba a servir. Le dije: ‘Va a servir; te lo pido como tu consultor legal’. Se lo repetí varias veces, no le di tiempo y le dije: ‘Por favor, subí en un rato’. Aproveché que tenía máxima dosis de antipsicóticos”, cuenta Legrand.

- ¿Lo hicieron declarar sin saber qué iban a decir?

-L: Yo hago declarar a los clientes que son inocentes y les digo que digan la verdad. Sabía que él iba a empezar a delirar. Contó su delirio. Creo que dijo cosas que no le favorecieron, tratando de exculparse, diciendo que su madre está viva y le habían plantado los cadáveres y les dispararon con sus armas. Esa excusa pueril la gente lo tomó como verdadera. Y es un síntoma de que está trastornado.

-B: Durante 2 meses estuvimos en duda, nos costó convencernos. Hasta que vino Castex. Lo vio y dijo: “Esto es clarísimo”.

-Algunos medios hicieron foco en lo escatológicoy lo bautizaron “el hombre-gato” ¿Lo mediático influyó en el resultado final?

-Garro: Creo que sí. Se burlaron de un discapacitado. El jurado deliberó sólo una hora y media y dio ese veredicto porque Pereg no maulló el día anterior.

-L: Puede ser. Creo que no internalizaron que lo de los maullidos era algo que hacía cuando estaba bajo presión. Todos nos preocupamos por si maullaba o no y eso no es lo importante.

- ¿El jurado lo definió por una cuestión de fe?

-L: Se definió por el prejuicio y el miedo. Se deben haber planteado: “yo no le voy a dar la inimputabilidad a alguien que me da miedo”. Es un misterio la decisión del jurado. Creo que todos tenían la íntima convicción de que Pereg se estaba haciendo (el loco).

-Pero en el jurado había una psicóloga…

-L: Hay que sacarse los prejuicios. Un psicólogo no va a hablar siempre de acuerdo a su profesión. Cuando los prejuicios guían las decisiones no se llega a una buena resolución. Creo que el jurado no analizó las pruebas.

-¿Cómo sigue el caso?

-L: Vamos a ir a la Corte provincial, a la Corte Nacional y a la Corte Interamericana, si es necesario. Yo me hago una pregunta y la vamos a plantear: ¿qué persona puede enfrentar un juicio internada en El Sauce y con altas dosis de antipsicóticos?

- ¿Cómo ven el futuro de Pereg?

-G: Va a ser un problema para el Estado. En el penal va a provocar problemas porque es peligroso para él mismo y para todos. No se puede meter a un psicótico en un penal.

-L: Imaginate: le quieren poner una cajita de arena, como a un gato.

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